Desde la revocatoria se habla de una pretendida «insatisfacción ciudadana» y se acusa a Quintero Calle de “nepotismo y corrupción”; que es “tramposo y mentiroso”, que sus nombramientos son por “amiguismo y politiquería”, que “divide y polariza” y que “promueve el odio y la lucha de clases”, que “la institucionalidad está en crisis”, que “la inseguridad se tomó la ciudad” y que el desempleo está por las nubes y rematan diciendo que la revocatoria es “una iniciativa ciudadana espontánea”, “sin intereses partidistas ni fines electorales”.
Sin embargo, considero que todos y cada uno de estos argumentos se derrumban fácilmente, evidenciándose como hipócritas, engañosos o, en el mejor de los casos, de doble moral. Veamos:
Sobre la pretendida insatisfacción ciudadana que refiere a incumplimientos con el programa de gobierno y el plan de desarrollo, ningún comité promotor ha suministrado datos claros que demuestren, evidencien o acrediten tal incumplimiento. Por el contrario, si se trata de cumplimiento, dos entidades técnicas del Gobierno Nacional, el cual no es muy afín al Alcalde Quintero Calle, dicen lo contrario.
En mayo de 2021 el Departamento Administrativo de la Función Pública otorgó el Primer Lugar a la Alcaldía de Medellín gestión y desempeño institucional y en noviembre del mismo año dio Mención de Honor en Alta Gerencia a la Alcaldía de Medellín por su política de compra pública, mientras que en julio el Departamento Nacional de Planeación, premió el desempeño fiscal y el 15 de diciembre premió los indicadores de cumplimiento del Plan de Desarrollo. Es decir, que el Alcalde Quintero Calle sí está cumpliendo.
Dicen que en la Alcaldía hay “nepotismo” pero uno de los mayores activistas de la revocatoria, Juan David Valderrama (primo de Sergio Fajardo) estuvo rotando por varios cargos de la administración municipal entre 2004 y 2018, cuando renunció al Inder para lanzarse a la Alcaldía. Recordemos que sacó 20 mil votos y mientras que el voto en blanco obtuvo 80 mil votos.
Dicen que Quintero Calle es “corrupto” pero uno de sus mayores detractores y activista de la Revocatoria, el exconcejal Bernardo Guerra Hoyos, fue despojado de su investidura por el Consejo de Estado debido a que sus hermanos celebraron contratos con la Alcaldía de Medellín mientras él fue concejal.
Dicen que Quintero es “tramposo y mentiroso”, pero Juan Manuel Jaramillo, uno de los promotores de la revocatoria, en una muestra de total falta de escrúpulos publicó una imagen de la cédula del concejal de Chía Batman Roberto Camargo, afirmando que la firma del concejal estaba en las planillas. El concejal Camargo tuvo que salir en redes a desmentir semejante despropósito.
Dicen que Quintero Calle asigna puestos por “amiguismos y politiquería”, pero varios de quienes respaldan la revocatoria (Mauricio Facio Lince, Santiago Londoño Uribe, Juan David Valderrama, Jorge Melguizo, entre otros) han rotado por cargos administrativos durante los últimos 12 años.
Dicen que la revocatoria es “una iniciativa ciudadana” pero su promotor más visible, Andrés “El Gury” Rodríguez, ha dicho abiertamente que “es plenamente de uribistas”.
Entre quienes respaldan la revocatoria están, entre otros, figuras políticas como el exgobernador Sergio Fajardo y su exsecretario de Gobierno y exconcejal Santiago Londoño Uribe y los concejales Alfredo Ramos y Julio González Villa, de facciones políticas adversos al actual alcalde.
Dicen que detrás de la revocatoria no había intereses políticos ni electorales, pero Yesenia Bedoya y Julia Correa Nuttin, cuyo activismo en redes a favor de la revocatoria ha sido más que notorio, se apalancaron en la revocatoria para su actual candidatura al Senado.
Dicen que Quintero Calle “divide y polariza” y “promueve el odio y la lucha de clases”, pero los ataques desde la revocatoria hacia el Alcalde y varios de sus funcionarios les estigmatizan ya sea por pertenecer a un partido político tradicional (como si ello fuera algo negativo) o les atacan con comentarios clasistas y despectivos sobre su origen, estrato social, familia y vida privada.
Dicen que por dichas decisiones “las instituciones están en crisis” pero ningún comité promotor ha suministrado datos claros que evidencien las consecuencias de las pretendidas crisis.
Dicen que “la inseguridad se tomó la ciudad”, pero lo cierto es que entre enero y noviembre de 2021 hubo 364 homicidios en Medellín, menor al mismo período de 2019, cuando hubo 591 homicidios.
Dicen que “el desempleo está por las nubes”, pero el Dane reporta que entre agosto y octubre de 2021 el desempleo en el Valle de Aburrá fue de 13,8 %, menor al mismo período en 2019, que era el 16,9 %.
Si los argumentos de quienes promueven la revocatoria al alcalde de Medellín tuvieran fundamentos técnico y legal, yo sería el primero en promover la iniciativa, pero no lo son. Su motivación es revanchista y sus argumentos son subjetivos. Su “insatisfacción” consiste en que no les gustan las políticas y decisiones de la Administración, ni con quién las está implementando.
La malsana obsesión y el odio personal que destilan contra el alcalde de Medellín les nublan el juicio; no les importa seguir dividiendo la ciudad y anteponer sus intereses personales con tal de ganar este pulso electoral.
La revocatoria se pensó para atacar un mandato, no una personalidad o un estilo de gobernar y la revocatoria en Medellín está apoyada en odios y antipatías personales hacia el Alcalde, sumiendo en confrontaciones a una ciudad que necesita sosiego y paz para progresar y construir un mejor futuro.