No obstante que al empleo le fue bien en 2023, hay una preocupación latente para el 2024, pues los sectores de la industria y de la construcción no estuvieron acordes con ese resultado y fueron los que más incidieron en el crecimiento negativo que experimentó la economía.
Es de anotar que, en el bajonazo experimentado en tales esferas de la producción, más concretamente en el de la construcción de infraestructura, buena parte de la responsabilidad le corresponde al gobierno nacional, pues así lo indican las bajas ejecuciones del presupuesto de inversión en ese campo.
Olvidándonos de culpas, las repercusiones de este decrecimiento sobre los niveles de empleo no se harán esperar, lo cual hace que los anhelos de mantener su índice en un solo dígito no podemos seguirlos alimentando, al menos por lo pronto.
Si a lo anterior sumamos el escandaloso mayor valor que tendrá que pagar el país por el servicio de la deuda, en razón a los exagerados préstamos de corto plazo que contrató Iván Duque, tendremos que resignarnos con el hecho de que el gobierno de Petro dispondrá de menos recursos para atender las necesidades directas de la población y financiar la paz.
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Para mayor tormento, la Corte Constitucional acaba de producir un fallo mediante el cual se pierden más de tres billones de pesos, de los 19 que se esperaban recaudar con la reforma tributaria, pues, según este tribunal, lo que pagan las empresas extractivistas por concepto de regalías seguirá siendo un costo deducible para calcular el impuesto de renta.
Para sortear las anteriores dificultades, el único camino es el de estimular el crecimiento de la demanda, lo cual es imposible si no hay un incremento de salarios que permita a los trabajadores recuperar su poder compra.
Valdría la pena que los negociadores del salario mínimo, especialmente los patronales, observaran lo que ocurre en los países desarrollados, en los cuales los salarios no importan tanto como costos de producción, sino como hecho generador de ventas.
Lamentablemente, a nuestras castas dominantes las enferma el no poder mantener el ritmo de enriquecimiento a que están acostumbradas, a pesar de que ello las tiene con el inri de estar entre las más inequitativas del mundo y de saber que ello solo es posible estrangulando cada día más a los trabajadores, como vienen intentando hacerlo en el Comité de Concertación Laboral con sus propuestas salariales.
A todas estas y tomando en cuenta que las discusiones de salario mínimo se celebran en la navidad, justo cuando los trabajadores están más desmovilizados, ¿no deberían estos proponerse lograr que las discusiones se celebren por fuera de tal período?