“Mi llegada al Partido Socialista me deparó la oportunidad de realizar la etapa más importante y más hermosa de mi vida: la lucha al lado de los trabajadores del petróleo”.
Diego Montaña Cuéllar
El presente artículo tiene el propósito de desmitificar la idea dominante de la historia oficial de Ecopetrol, que concibe a la fundación de la empresa como resultado exclusivo de la acción de las clases dominantes, sin considerar las luchas y dinámicas sociales, las fuertes disputas, conflictos y negociaciones entre aquéllas y la clase obrera, sobre todo durante la fundamental huelga nacionalista de 1948, protagonizada por la Unión Sindical Obrera (USO). Este hecho sentó las bases de la reversión de la Concesión de Mares y la creación de Ecopetrol como la primera empresa petrolera estatal colombiana, la cual empezó a operar el 25 de agosto de 1951.
Antecedentes En el quinquenio del general Rafael Reyes (1904-1909), se concedieron las dos primeras Concesiones petroleras para la exploración y explotación petrolíferas en Colombia, a dos protegidos del régimen: el general Virgilio Barco y Roberto De Mares. En 1905 se le otorgaron a este último 1.000 hectáreas de tierras, para explotar las fuentes de petróleo, las minas de asfalto y carbón localizadas en el Carare, El Opón y San Vicente de Chucurí (Barrancabermeja en ese entonces era corregimiento de San Vicente), territorios donde habitaban los últimos aborígenes Yareguíes.
Catorce años después durante el gobierno de Marco Fidel Suárez (1918-1921), Roberto de Mares quien había recurrido a argucias jurídicas para obtener sucesivas prórrogas a la caducidad de los contratos de la Concesión, finalmente el 25 de agosto de 1919 traspasó de manera ilegal a la Tropical Oil Company la concesión que se encontraba a su nombre.
Esta empresa había arribado a la región tres años antes y con su llegada se produjo una transformación del espacio y de la sociedad donde se implantó la economía de enclave. Las necesidades del capital imperialista, con sus acelerados ritmos de tiempo, la introducción a gran escala del trabajo asalariado, la construcción de obras de infraestructura y la explotación intensiva del petróleo produjeron un reordenamiento espacial y demográfico que le proporcionó unas características singulares a Barrancabermeja, entre ellas las movilizaciones y luchas obreras contra la Troco.
En la época de la Tropical Oil Company (1919-1951), la USO realizó seis huelgas. La primera transcurrió entre el 8 y el 14 de octubre de 1924, con una participación de unos tres mil trabajadores; la segunda del 14 hasta el 29 de enero de 1927; la tercera del 7 hasta el 20 de diciembre de 1935 (con 4.000 petroleros); la cuarta del 8 hasta el 12 de abril de 1938; la quinta del 28 de octubre hasta el 23 de noviembre de 1946 (12.000 obreros) y la sexta del 7 de enero hasta el 24 de febrero de 1948 (5.000 obreros). Las dos últimas se caracterizaron por la reivindicación y conciencia política de los dirigentes y sus bases, siendo la reivindicación principal la nacionalización de la industria del petróleo.
La nacionalización del petróleo y la creación de Ecopetrol
En la década de 1940 se produjo un avance del movimiento democrático nacional, auspiciado por tres factores fundamentales: el fracaso de la “revolución en marcha” de Alfonso López Pumarejo, la crisis económica que se agravó en el país a raíz de la Segunda Guerra Mundial, y el surgimiento del movimiento político gaitanista. En el gobierno conservador de Mariano Ospina Pérez (1946-1950) se presentaron las confrontaciones laborales de 1946 y 1948. Los motivos de la huelga de 1946, fueron: violación al Convenio Colectivo de trabajo firmado en 1944 entre la USO y la Tropical Oil Company; desconocimiento a los acuerdos y pactos firmados en 1946 entre la compañía y los trabajadores y negación al pliego de peticiones: salarios, despidos, escalafón, salud, comisariato y prestaciones sociales. En síntesis, “el acuerdo con la Tropical Oil recogía los puntos sobre salarios, escalafón, acababa con la discriminación entre trabajadores colombianos y extranjeros, se dictaban resoluciones sobre condiciones higiénicas y sanitarias, y los más importante, había dado inicio a la discusión sobre la nacionalización de la industria del petróleo”. El periódico El Espectador al respecto manifestó: “Los trabajadores entienden su movimiento como el primer paso hacia la indispensable nacionalización de los petróleos, para lo cual verían con extraordinaria simpatía que el gobierno nacional asumiera la administración parcial o total de las empresas petroleras”. Diego Montaña Cuéllar afirmó al respecto que se había promovido “ante el país entero la preocupación por que el Estado colombiano administre sus empresas petroleras cuando se venzan los términos de las concesiones”.
El 7 de enero de 1948 estalló la sexta huelga de la USO. Este hecho fue decisivo para la historia del petróleo en Colombia y del sindicato, por tres motivos fundamentales: primero, “porque logró arrancarle al Estado, pese a su oposición frontal, la declaratoria de legalidad, como puede apreciarse en una inusitada nota de prensa, que difícilmente se encuentra en la historia de Colombia, donde se decía: “En presencia del fallo del juez que declaró la huelga lícita, según la constitución y las leyes; las autoridades están obligadas a proteger el derecho a no trabajar y a facilitar el pacífico y tranquilo desarrollo de la cesación colectiva de trabajo”; segundo, porque colocó en el tapete de la discusión política la cuestión de la soberanía energética y el asunto relacionado con el inconveniente para la nación de prorrogar la Concesión de Mares; y tercero, porque los obreros ganaron la huelga y el gobierno conservador se vio obligado a reconocer el fin de la Concesión en 1951 y la creación de una Empresa Colombiana de Petróleos”.
Uno de los motivos para que estallara la huelga fue el despido masivo en diciembre de 1947 de 107 trabajadores de producción y limpia pozos y la terminación de la Concesión de De Mares. Las denuncias de la USO, de las argucias de la compañía, acerca del despido masivo injusto, estaban sustentadas en el falso supuesto que los pozos en el campo petrolero presentaban descenso en la producción. Ellos eran trabajadores de las áreas de exploración, limpieza y perforación de pozos, sectores importantes para la continuación, con rentabilidad, de las exploraciones cuando la Tropical revirtiera al Estado la Concesión. No obstante, “la compañía no había previsto que el sindicato entrelazaría la reivindicación con discurso fuertemente nacionalista y antiimperialista. O, para decirlo en términos más precisos: los argumentos que tomaban los trabajadores para reclamar los reintegros estaban basados en ideas sobre la soberanía nacional”.
Además, la organización de la huelga contó con la participación y solidaridad activa de los comités de agitación, propaganda, alimentos, vigilancia, y con el apoyo de la población del puerto y otros sindicatos del país. El 23 de enero se realizaron marchas de protesta que coordinaba la CTC (Confederación de Trabajadores de Colombia) en todo el país. El 7 de febrero, a un mes exacto de haberse iniciado la huelga, Gaitán lideró en Bogotá la memorable “Marcha del Silencio”, que “advertía al establecimiento el potencial de un nuevo poder capaz de generar grandes acontecimientos políticos en el país”.
Manifestación en apoyo a los huelguistas de la Troco. El Liberal, enero 14 de 1948.
También es necesario presentar algunas remembranzas de ex trabajadores de la época sobre la actitud de lucha beligerante y consecuente que tuvo Montaña Cuéllar, por la lealtad y solidaridad con el movimiento sindical: “Montaña fue fundamental en la huelga del 48, cuando le iban a bombear petróleo a unos buques que estaban en Galán y él fue y no dejó; 5.000 personas lo apoyaron, la policía y el ejército vieron que no podían bombear con tanta gente”. De igual forma, según otro obrero: “Fueron 52 días en huelga, vino el ejército, se posesionó abajo en la marina y decían que se les tenía que dar aceite a los buques, porque tenían que irse. Fuimos abajo a Galán, donde abrían la válvula para el aceite, cuando llegó el teniente con dos soldados y le dijo a Montaña Cuéllar: bueno doctor hay que darles el aceite a los buques porque tienen que irse y dijo no señor, no se puede dar porque estamos en huelga y si no, no sería ninguna. Y dijo, sea como sea hay que darles al aceite a los buques. El teniente ordenó a un soldado que abriera la llave, entonces el doctor se sentó en la válvula y dijo “primero muerto que dar aceite”.
Finalmente, la USO representada por su dirigencia y asesorada por el abogado Diego Montaña Cuéllar, presentó al gobierno la propuesta de conformar un tribunal de arbitramento, que resolviera mediante un fallo obligatorio la disputa entre los trabajadores y la Troco. El 24 de febrero, el presidente Ospina Pérez firmó el decreto que convocaba a un tribunal de arbitramiento obligatorio, logrando reintegrar a sus puestos de trabajo a los que habían sido despedidos, forzando además a la Tropical a mantener todas las actividades en la Concesión hasta el último día del contrato. Sobre este hecho trascendental, plantea el historiador Alexander Pereira Fernández: “…como consecuencia de lo anterior, con las deliberaciones públicas originadas a raíz de la huelga, el tema de la reversión de la Concesión de Mares se hizo tan urgente que, inmediatamente terminó el paro, el gobierno organizó un Consejo Nacional de Petróleos. De ahí surgió el proyecto que creó la Ley 165 de diciembre de 1948. Esta fue la norma que dio origen a Ecopetrol, la primera empresa de petróleos colombiano”. Igualmente, el historiador René de la Pedraja Tomán afirmó que esta huelga sentó las bases para la fundación de Ecopetrol porque “los trabajadores exigieran con vehemencia la creación de una empresa estatal y afirmaran que no vacilarían en declarar otras huelgas, constituía un hecho político que no podía desconocerse”.
La USO, madre de Ecopetrol
Es importante señalar el impacto de dicha huelga para la nacionalización del petróleo evocando tres testimonios, que entre muchos, lo confirman. Ángel Ojeda nos dice: “Todo fue pacífico, nadie iba a trabajar y uno le cuidaba los bienes a la empresa. Aquí había cuadrillas que se iban a celar para que los gringos no hicieran daños y después dijeran que eran huelguistas. Por eso le ganamos la huelga”. Patrocinio Mujica asegura que “se buscaba la reversión del petróleo, que no fuera explotado por los extranjeros sino por el país”. Y Jorge Maz recuerda así la acción de la Tropical y la respuesta firme de los obreros: “La empresa hizo una serie de barbaridades a fin de tratar de conseguir la prórroga de la concesión por cinco años más. Al fin la USO tomó la bandera nacional. Hicimos muchos movimientos cívicos; tanto en Bogotá como en Barranca se creó una conciencia nacional y así pudo conseguirse que pereciera el contrato en la fecha estipulada en la escritura de la concesión, el 25 de agosto de 1951”.
Sobre la importancia de esta huelga en la historia de los trabajadores, en una de las cartillas utilizadas por el sindicato para formar a sus afiliados se dice que cada logro de los trabajadores “lleva implícito una gota de sacrificio y lucha de quienes de una u otra manera hemos contribuido a ellos, muchos de los cuales ya no son socios de la USO porque han sido asesinados o despedidos por haber luchado para conseguir esas reivindicaciones o para defenderlas”. Y en otra parte del mismo texto se recuerda que como producto de esas luchas “nació la alternativa de una empresa estatal que se hiciera cargo de la reversión y se fundó Ecopetrol mediante la Ley 165 del 27 de diciembre de 1948, por eso afirmamos sin lugar a equivocarnos que la USO es la mamá de esta gran empresa”.
En esta fecha del 25 de agosto, es necesario evocar a los dirigentes de la USO de las huelgas de 1946 y 1948, y en especial del dirigente político y abogado Diego Montaña Cuéllar, quien le brindo las herramientas jurídicas y políticas necesarias e imprescindibles, para la construcción de una conciencia política a la clase trabajadora en defensa de la soberanía nacional de nuestros recursos energéticos. Ese legado debe ser retomado por la USO de hoy, con el fin de luchar por la soberanía, para que los campos explotados por las multinacionales, como los de Pacific Rubiales en el Meta, sean revertidos y explotados por la nación.
(*) Rafael Antonio Velásquez es profesor de la Institución Educativa El Castillo
(Barrancabermeja)