Los trabajadores somos el alma del desarrollo y progreso humano. Con nuestra labor encendemos la pedagogía de la dignidad. Hoy día, recordamos a los mártires de Chicago, quienes, con su sacrificio nos regalaron una lección pedagógica por un mundo más equitativo y tolerante, al defender esta máxima: “Ocho horas para trabajar, ocho horas para dormir y ocho horas para la vida familiar”.
Como profesor universitario y gozando el mismo salario desde hace 15 años, mientras las universidades peruanas privadas se han convertido en modelos de éxito económico, con cierta complicidad escribo este artículo, centrado en Chicago, epicentro mundial de una extraordinaria lección académica protagonizada por los trabajadores.
En mayo de 1866, Chicago, Estados Unidos, a comienzos de la industrialización como hoy, la era de la inteligencia artificial, los trabajadores lograron conquistar la jornada de ocho horas de trabajo a costa de una horrorosa masacre, culminando con la condena a muerte de cinco trabajadores y tres a cadena perpetua, llamados los mártires de Chicago.
¿Qué lecciones pedagógicas aprendemos de estos mártires?, el trabajo solidario y colaborativo y no individualista, en busca del bien común como el logro de ocho horas de trabajo, el mismo, debemos inculcar a los estudiantes, este paradigma solidario y colaborativo, concientizando ayudar a los más débiles como aconseja el papa Francisco I.
“Los trabajadores no somos rebaños de carneros”, esgrimían estos mártires, irónicamente, la explotación continua fino y solapado, llamándonos con ese dulce eufemismo, colaboradores y nos colman de premios virtuales y aplausos, mientras las empresas crecen asombrosamente abriendo brechas insalvables entre ricos y pobres, en países subdesarrollados. Por lo que debemos forjar en las aulas, según Henry Giroux, el pensamiento crítico.
Asimismo, nos invita ejercer el liderazgo social, en busca del bienestar común y redibujar la realidad con mayores oportunidades para la sociedad. Ese liderazgo comprometido debe perseguir equidad y libertad, siendo imprescindible provocar en el ecosistema de la educación, amor por la paz y justicia entre nosotros como diría Teresa de Calcuta.
Hoy, en tiempos de digitalización con fuerte presencia de emprendedores, trabajadores independientes y dependientes, eduquemos estudiantes dialogantes, críticos y solidarios desde las escuelas, en memoria de los mártires de Chicago.