Lo que podría verse como una medida desesperada por maximizar el portafolio de inversión del Estado, tal vez sea solo la cereza en el pastel de la política de privatización del gobierno saliente. El Ministerio de Hacienda desea vender las pequeñas partes accionarias que tiene en algunas sociedades del país.
En 2016 el Estado tenía acciones en 109 empresas, hoy solo tiene en 106, de las cuales solo cuenta con más del 10% de participación en 27 de ellas, si no contamos a Colombia Telecomunicaciones el valor de todas sería nada más de medio billón de pesos.
Se dice que el plan es vender a través del Cisa (Central de inversiones SA) todas las inversiones que no superen el 10%, de acuerdo con lo establecido en la Ley del Plan de Desarrollo 2014-2018, y reglamentado el año pasado a través de un decreto (el 1778).
En este momento serían 40 las compañías en las que el Estado cuenta con menos de la proporción mínima, en total serían 157.423 millones de pesos.
Aunque la ley permite vender a través del derecho privado al socio mayoritario, creería que la estrategia será vender a quien ofrezca más o como lo han hecho la mayoría de ocasiones en este Gobierno al único que oferte.
Podemos decir que la medida no está mal, ya que estas inversiones le generan al Estado gastos y deterioro, teniendo así un costo de oportunidad en otros negocios que podrían generarle mayores rendimientos.
Qué hace el Ministerio de Transporte con acciones en la terminal de Sangil, el Ministerio de Agricultura con participación en centrales de abasto, el Ministerio de Telecomunicaciones en Telecafe y el Ministerio de Hacienda en Transelca (esta última por valor de $5.000.000). Las acciones que se venderán primero serán las de los puertos de Cartagena, Santa Marta y Buenaventura.
Aunque la idea de ceder las inversiones dispersas que tiene el Estado sin rentabilidad para poder encaminar estos recursos en un gran negocio es aceptable, debo decir que también es parte fundamental en cualquier portafolio la diversificación, esto significa que no hay que dejar todos los huevos en la misma canasta y que la integración de los ingresos también representa un riesgo, el riesgo de la dependencia única.
Es por esto que los colombianos debemos observar con lupa y seguir detenidamente esta venta de acciones, además de verificar que las nuevas adquisiciones generen seguridad y rendimientos a las finanzas públicas.