Definitivamente al presidente Duque pocas cosas le salen bien. Cuando logra algo, como la relación con Estados Unidos, el tiempo demuestra que esa ganancia no era sólida. Mucha gala hizo el gobierno de su buen momento con Estados Unidos y Donald Trump, pero desde hace semanas se reciben golpes personales contra el presidente Duque, y muy graves contra Colombia. Ahora nuestro país está en la lista no solo de los malos sino de aquellos que Trump mira con desprecio, como Guatemala y Honduras. En un país insatisfecho con su gobierno, con su partido dando palos de ciego, no solo la descalificación de Colombia sino a él mismo, era lo que le faltaba al presidente Duque. Nada envidiable su situación.
Como ya se reconoce, probablemente lo más grave es la descarada intervención del gobierno estadounidense en asuntos internos del país. Como esta forma de tratar de forzar decisiones del embajador Whitetaker coincide con los intereses del actual gobierno, en el caso de las objeciones a la JEP el presidente Duque se hizo el de la vista gorda. Pero el país y los políticos han reaccionado tan fuertemente que se han cancelado otros intentos de intervención por parte del embajador de Estados Unidos.
La verdad es que las palabras de Trump a Duque se habían tomado a la ligera hasta que se volvieron preocupación nacional. Se narcotizó nuevamente la agenda entre las dos naciones, ahora que Colombia no tiene muchos argumentos para defenderse por el aumento de los cultivos ilícitos, y para muchos, cosas muy complicadas se pueden estar tejiendo. Algunos se han quedado con el argumento de que Trump está utilizando a Colombia y al presidente Duque para ganar adeptos para su campaña política interna. Pero al leer entre líneas, se identifican una serie de peligrosos mensajes que hasta ahora no han sido descubiertos, y menos aún, analizados. Un elemento crucial del cual debe partirse es el contexto geopolítico que está viviendo Latinoamérica, y este le da a esas palabras una dimensión muy distinta.
Pero tal vez lo que no se ha dicho de manera clara es que toda esta agresividad del gobierno gringo contra Colombia y su presidente puede terminar pasándoles una cuenta de cobro que sirva a los intereses de querer tumbar a Maduro a toda costa y a cualquier precio. Desde una perspectiva poco explorada hasta ahora, todo lo que está sucediendo en la relación entre Colombia y Estados Unidos es que este último puede estar preparando una forma de que nuestro país salde una deuda que va más allá del tema de las drogas o de su campaña política.
¿No será que Trump quiere consolidar su propósito de poner a Colombia
como su punta de lanza para lograr, ahora sí,
con intervenciones más directas, tumbar a Maduro?
¿No será que Trump quiere consolidar su propósito de poner a Colombia como su punta de lanza para lograr, ahora sí, con intervenciones más directas, tumbar a Maduro? Es decir, con acciones no solo diplomáticas sino con territorio, nada más ni nada menos.
Pero lo que Colombia sí tiene que pensar es que esa forma de cobrar deudas tiene ahora tiene un significado mucho más serio. Se trata de entrar en lo que se ha llamado La Guerra Fría 2.0: Estado Unidos y Colombia contra Rusia que ya apoya de frente y militarmente a Maduro. Esto no lo entendieron ni el presidente Duque ni su canciller que vive en otro mundo, ni toda la Cancillería llena de uribistas sin idea de cómo funciona la diplomacia en este mundo globalizado.
Para empezar a dimensionar los costos de abrir las puertas de Colombia a las acciones gringas se debe incluir una nota adicional: ¿vieron lo que le pasó al presidente del BID por apoyar a Gauidó y nombrar a Ricardo Haussman como su representante en el directorio del Banco? En venganza, China, no le dio visa al director por Venezuela, un suceso que no sería tan grave en otras circunstancias, pero como la reunión anual del BID se iba a llevar a cabo en ese país, la consecuencia tuvo grandes repercusiones porque lo obligó a cancelar el evento a última hora.
Este episodio que parece no relacionado, es muy importante porque muestra explícitamente que al apoyo ruso se suma también China, de manera que ya son dos las potencias mundiales defendiendo a Maduro. Tener semejantes enemigos de los Estados Unidos en nuestras fronteras son palabras mayores y la única forma de contrarrestar esa presión podría ser con presencia física en el territorio colombiano. Como si en medio de todos los problemas que tiene el gobierno actual —indígenas, profesores, cafeteros, Cúcuta, Arauca, etc.— necesitara meterse en semejante conflicto internacional. Por eso las agrias relaciones con Estados Unidos, es lo único que le faltaba al presidente Duque.
E-mail [email protected]