Con motivo de la personería jurídica concedida recientemente a la Colombia Humana por la Corte Constitucional y el Consejo Nacional Electoral, y con la decisión del Pacto Histórico (PH), de presentar listas cerradas a la Cámara de Representantes y al Senado de la República, quiero poner a consideración algunas reflexiones sobre el tema como una contribución al debate sobre la construcción del PH, como uno de los integrantes de un Frente Amplio Democrático y Popular, que sea la respuesta alternativa para un nuevo poder por la paz, la vida y la democracia en las próximas elecciones del 2022 y que se proyecte mucho más allá en el tiempo y en el espacio, como la herramienta política del pueblo colombiano para las transformaciones democráticas estructurales que conduzcan a la construcción de un nuevo modo de producción socialista en Colombia.
Importancia para el PH de las elecciones al Congreso de la República.
Nunca antes en la historia reciente del país se había presentado una coyuntura tan importante para el movimiento popular como el que estamos viviendo en esta etapa de la vida nacional, a partir del nuevo momento político para la unidad democrática creado con el Acuerdo Final de La Habana (2016), pasando por las elecciones al congreso y las presidenciales del 2018, donde el movimiento popular sacó 8 millones de votos en la segunda vuelta presidencial, seguidas por las elecciones locales del 2019, donde resultaron electos alcaldes populares alternativos en las principales capitales departamentales del país, sumadas a los paros y manifestaciones del 2019 y 2020, seguidas con la extraordinaria rebelión popular de masas, del 28 Abril de 2021, “estallido social” durante mes y medio a lo largo y ancho del territorio nacional en pleno desarrollo de la pandemia del covid-19.
Es en el marco de esta situación de crisis económica y social de las grandes mayorías nacionales, en medio del abandono de la micro, pequeña y mediana empresa por parte del gobierno de Uribe –Duque, aterrorizados con el crecimiento desbordado de los niveles de violencia paramilitar con el asesinato de líderes sociales, defensores de los DDHH, y de exguerrilleros que dejaron sus armas para integrarse a la sociedad civil, en medio de este desbarajuste institucional donde campea la corrupción “como Pedro por su casa”, con la mirada cómplice el gobierno nacional que no atina a resolver la profunda crisis en que se debaten las mayorías populares excluidas y marginadas del presupuesto nacional.
Es en esta situación en la que surge la figura presidencial de Gustavo Petro, propuesto por el 7º Congreso Nacional de la Unión Patriótica realizado en Bogotá en agosto de 2020, con la consigna de “Convergencia Nacional por un Nuevo Gobierno”; por un “Proyecto Democrático Nacional” que “exige trabajar persistentemente desde los territorios y sectores sociales, por un pacto histório que exprese una nueva correlación de fuerzas en la sociedad mediante un proceso permanente de movilización y lucha social, política e ideológica, que potencie las resistencias en curso como las expresadas en el pasado Paro Nacional, las protestas universitarias, campesinas, (indígenas), de mujeres y marchas por la dignidad, capaz de articular una amplia convergencia nacional que logre trasladar la indignación y la resistencia ciudadana también a los escenarios institucionales del Congreso de la República y conquistar un nuevo gobierno democrático”. (VII CONGRESO NACIONAL DE LA UP. En defensa de la vida, la paz y la democracia. 27, 28 y 29 de agosto de 2020).
Es precisamente “en estos momentos de efervescencia y calor” donde se presentan las listas cerradas al senado y a la cámara de representantes por el PH, con el fin de llegar al Congreso de la República con unas mayorías parlamentarias que le permitan tramitar los proyectos de ley sobre las reformas estructurales prometidas en la “lista programática” para las transformación democrática de Colombia.
La pregunta que nos debemos hacer es si en estas condiciones, la lista cerrada contribuye más que la lista abierta con voto preferente, en la participación electoral de las mayorías abstencionistas, dispersas y desorganizadas de los sectores populares, para lo cual debemos partir del análisis de cada una de las dos propuestas que en estos momentos agitan y polarizan la opinión electoral.
En este sentido, la lista cerrada parece apuntarle a la definición cada vez más precisa de dos grandes bloques de poder político que se están perfilando en las encuestas mensuales de intención de voto, que revelan la tendencia democrática dominante para el desenlace de la confrontación presidencial en el 2022: Gustavo Petro, 38 % y Sergio Fajardo l6 % (INVAMER). En la segunda vuelta le gana Petro a Fajardo por una diferencia de 10 puntos.
Por un lado la gran oligarquía financiera dueña del Banco de La República, de los grandes bancos del país (Ardila Lule, Sarmiento Angulo, Santodomingo, Grupo Guilliski), de los terratenientes y latifundistas (3.000 potentados son dueños del 70% de las mejores tierras fértiles del país), amparados por el capital de las trasnacionales, con la mayoría de Alcaldes, Gobernadores, Concejos, Asambleas y Congreso de la República; con la cooptación de los órganos de control a su disposición (Contraloría, Fiscalía, Procuraduría, Defensoría del Pueblo, Consejo Nacional Electoral, Registraduría), y con el dominio mediático de la gran prensa del establecimiento.
Por otro lado están las mayorías de las clases populares y de las “capas medias”, que se expresan en la economía informal (50%), y en número de los obreros y trabajadores profesionales “precariados”, que conforman la inmensa mayoría de la población colombiana (90%). Es en este sector social donde las listas cerradas esperan encontrar el voto de opinión marcando solamente el logo del PH, sin tener en cuenta, por supuesto, el nombre ni el lugar de los integrantes de la lista cerrada.
Es -como se ve de lejos- la confianza del candidato presidencial del PH en los sectores populares excluidos y golpeados por las políticas de hambre, miseria y represión, agravadas por la pandemia del Covid-19; es partir de la seguridad de que franjas muy amplias de la juventud y de la población van a transformar la rabia, la frustración, la indignación y la impotencia frente a tanta injusticia, tanta violencia y tanta corrupción, en una votación copiosa por la lista cerrada al Congreso de la República y a la candidatura presidencial, a tal punto que ya empieza a rodar el rumor callejero de que Petro va aganar las elecciones en la primera vuelta, versión que puede estar ajustada a la realidad si continúa en ascenso la tendencia confirmada por la última encuesta de INVAMER, del 1 de noviembre de 2022 con la Intención de voto para la presidencia: Gustavo Petro, 38%, Sergio Fajardo 16%.
Sobre la lista con voto preferente se presentan otras consideraciones. La de mayor calado es el argumento de la democracia; se dice que una lista donde pueden aparecer diversos candidatos luchando cada uno por los votos para su propia curul, estimula la participación en la campaña de muchas familias, así como de las microempresas electorales, y que esto le da mucho más dinamismo, no importa el orden de los nombres de los candidatos en el tarjetón electoral; cada cual hace su campaña de conformidad con su capacidad financiera para la propaganda, y aún el que figure en el último renglón de la lista pude llegar ser el que logre la mayor votación para conseguir una curul, que a su vez, puede ser utilizada para tramitar contratos en beneficio personal, olvidándose en la práctica del compromiso programático adquirido con el partido en el cual milita, como de hecho ha sucedido y continúa pasando constantemente durante el ejercicio de este gobierno con la utilización de la mermelada para que le aprueban sus proyectos de ley antipopulares.
En estos momentos cuando la tendencia de intención de voto por Gustavo Petro es la que continúa adelante en las encuestas durante todo el año, algunos personajes con una actitud oportunista se quieren aprovechar del fenómeno político para figurar a la sombra y al calor de la figura presidencial, esperando un golpe de suerte en sus aspiraciones electorales, sin haber hecho nunca los esfuerzos necesarios para construir la coalición democrática que necesita el pueblo colombiano para la transformación del régimen político y social.
Ahora se trata que desde la Dirección Nacional del PH coadyuven para resolver las diferencias de criterios personales en la conformación de la lista cerrada a la cámara de representantes en las regiones, diferencias que son legítimas y naturales en el proceso complicado de construir la unidad democrática, pero que no pueden echar por la borda este esfuerzo tan importante y tan definitivo para el futuro de la sociedad colombiana, porque precisamente aquí viene el cuento de la importancia de las elecciones para el congreso, como que son en la práctica primera vuelta presidencial, la cuota inicial que definirá, en gran medida, el futuro político democrático de la sociedad colombiana.
La dirección del PH tendrá que pasar, después de las elecciones del 2022, a la organización del movimiento en los municipios y regiones, para poder tener una base socio-política estructurada por sectores sociales, que esté en condiciones de responder a las provocaciones y las conspiraciones del enemigo de clase y del imperialismo, en este nuevo escenario de la lucha democrática, para poder dirigir la implementación de las reformas del programa de gobierno de transición.
Por su supuesto que uno de los puntos principales del programa de transición democrática tiene que ver con la forma y el contenido del proceso electoral, reestructurando el origen, la composición, y la independencia administrativa y financiera del Consejo Nacional Electoral y de la Registraduría Nacional del Estado Civil, lo mismo que la eliminación real de la financiación de las campañas electorales por parte del narcotráfico, los paramilitares y los grandes empresarios, además de incorporar las respectivas consultas internas de los partidos y movimientos políticos para asegurar la representación democrática en las listas electorales, y certificando la financiación estatal de las campañas institucionales de cada partido o movimiento político, con sus respectivos logos, propuestas y consignas programáticas.
Otro de los aspectos que está en discusión es el que tiene que ver con la participación de del PH en la consulta interna para elegir el candidato único de la oposición democrática a la primera vuelta presidencial, habida cuenta de la realidad política del momento donde sobresale sin discusión la candidatura de Gustavo Petro, no sólo dentro de la coalición sino también en sectores importantes de los partidos tradicionales, de los movimientos sociales y de una amplia franja de opinión, que van a votar con la lista del PH para el Congreso de la República, evitando de esta manera la confusión de la gente con las otras consultas de las otras coaliciones electorales; argumento al cual se contrapone la idea de que una alta votación en la consulta de la coalición del Pacto Histórico por Gustavo Petro, sería la carta de presentación del Nuevo Presidente de la Republica.
Las anteriores consideraciones hacen parte de caracterizar al PH como un movimiento de movimientos donde cada fuerza integrante del mismo conserva su personería jurídica, su autonomía organizativa e independencia política, su identidad programática, su táctica y estrategia, su política de alianzas y su concepción del estado y del modelo de economía, pero que no obstante, tienen en común la candidatura presidencial, el programa mínimo fundamental (la “lista programática del PH”), y las listas unitarias a los cuerpos colegiados, con la perspectiva de sostener en el tiempo este proyecto de unidad democrática popular.
Hay que insistir sin descanso en la importancia decisiva de las mayorías alternativas en el Congreso de la República (55 senadores y 86 representantes) para poder cumplir con las promesas y expectativas creadas al pueblo durante la campaña electoral, que tienen que ver con las cuatro democratizaciones propuestas por Gustavo Petro: 1-Democratizar la tierra y el agua. 2-Democratizar el crédito bancario. 3-Democratizar la educación y 4-Democratizar el internet, como uno de los derechos básicos fundamentales para todos los colombianos.
Sin la presencia de una bancada alternativa en el Congreso de la República, va ser muy difícil darle cumplimiento a la agenda programática del PH, para poder influir decisivamente en la conformación de un gran movimiento ciudadano de masas en todas las regiones del país, que aseguren con su presencia, movilización y participación activa, la continuidad y sostenibilidad en el tiempo del proyecto político de unidad democrática.
En la misma forma hay que considerar desde ya la participación en las elecciones regionales y locales de 2023, que serán definitivas para consolidar el movimiento de masas del PH en todo el territorio nacional.
Se trata, para finalizar, de caracterizar la naturaleza política de la coalición, como una alianza político electoral programática de largo aliento, con la perspectiva de construir una alternativa democrática de la izquierda progresista, teniendo en cuenta las experiencias de los gobiernos de avanzada de América Latina, tanto positivas como negativas, para la construcción de nuestro propio proceso de unidad democrática, mirando más allá de las elecciones del 2022, con vocación de poder y de permanencia en el tiempo y el espacio del siglo XXI.