La pandemia causada por el SARS CoV-2 ha puesto contra las cuerdas a los gobiernos mundiales, así como a sus laboratorios científicos. Mientras miles de personas fallecen en el mundo, estos últimos han puesto en marcha todo un plan de investigación y desarrollo, casi desde la aparición del coronavirus, con el fin de buscar una salida por medio del método científico a esta tragedia.
En tiempo récord y apoyados por una de las inversiones en ciencia e investigación más grandes que se han hecho en el mundo, los más avanzados laboratorios farmacéuticos han comprendido mucho sobre este virus, al punto de proveer vacunas que tienen diferentes índices de inmunidad y la capacidad de reducir considerablemente las muertes.
Sin embargo, no tuvieron en cuenta una variable en todas sus indagaciones, a pesar de ser un elemento constante en nuestra sociedad y que aumenta cada vez más. Llamaremos a esa variable ignorancia.
A pesar de estar sumidos en una sociedad en la que casi todos los aspectos de la vida están apoyados y facilitados por la ciencia, y en la que hay mayores avances tecnológicos y científicos, la gran cantidad de información y las redes sociales hacen que al mismo tiempo, paradójicamente, sea una de las más desinformadas.
Usamos computadoras impensables en otras épocas, teléfonos inteligentes con redes de inalámbricas, vehículos eléctricos, grandes avances en la medicina que tienen el índice de vida humano en unos 80 años, cuando un par de siglos antes no pasábamos de los 40, y a pesar de ello, el gran público no tiene idea sobre nada de esto, aunque lo usen a diario.
Es este gran vacío de información lo que ha creado esta detestable conspiranoia frente a la vacunación. Mientras las estadísticas mundiales muestran la capacidad que tienen las vacunas para disminuir las muertes, miles se ven volcados a creer en los videos que sube algún canal llamado MysteriosRealez21, administrado probablemente por un adolescente de 14 años, en el que “explica”, de una manera casi ridícula fdesde mi punto de vista, diferentes teorías sin fundamento: chips, magnetismo, control mental, espionaje, profecías bíblicas, el 5G, iluminatis, satanismo, exterminio poblacional.
Este tipo de desinformación ha llevado a que la campaña de vacunación en el mundo se vea entorpecida por la gran cantidad de individuos, que al tener acceso a todo tipo de información en internet (gracias a la ciencia) se han convencido de dichas teorías conspirativas.
No es la primera vez. Por ejemplo, cuando se empezaron a instalar las redes eléctricas en Inglaterra hace ya bastante tiempo, las personas quemaban los cableados creyendo que este era algún tipo de maldición. Y aquí estamos, leyendo con nuestros dispositivos cargados con dicha energía.
Cualquier teoría es plausible siempre que aparezca en algún lugar de la internet. ¿Cuántos se han detenido a pensar en ello realmente de manera racional?
Pongamos en afirmación algunas de dichas teorías: digamos que los gobiernos sí quieren espiarnos y conocer todos nuestros movimientos por medio de un chip en la vacuna ¿Por qué no implantarlo cuando nacemos si en ese momento no tenemos la capacidad de negarnos? ¿Por qué no implantarlo en la vacuna de la hepatitis o la tuberculosis al nacer? Creo que sería mucho más sencillo.
Pensemos un poco más allá. ¿No tienen los gobiernos en este momento acceso a nuestros datos, conversaciones, ubicación, fotografías, lugares que visitamos, contactos y un largo etcétera por medio de nuestros dispositivos electrónicos y redes sociales? ¿Qué necesidad, entonces, habría de implantar un chip, si ya está al alcance de los gobiernos toda nuestra información?
Está bien, digamos que no quieren seguirnos, digamos que quieren “controlar nuestras mentes”. ¿Se han puesto a pensar en la capacidad que tienen los medios publicitarios, noticieros, entre otros, para modificar nuestros hábitos de vida y de consumo? Con la exposición que tenemos a la información hoy sería más que suficiente.
Dicen que implantan algo en la vacuna para luego controlarnos por medio del 5G ¿Por qué no el 4G? ¿O el 3G? El cohete que fue a la Luna tenía una computadora, tenía un sistema 1.000 veces menos potente que el celular más barato del mercado actual. Para controlarnos no haría falta mucha tecnología, aunque claro, si no creen en la vacuna, dudo que crean que el hombre fue a la Luna, mucho menos en la carrera espacial, incluso hasta puede que crean que la Tierra sea plana.
Hay otros que afirman que la vacuna es un sistema para exterminarnos o reducir la población mundial. Eso suena plausible, quizás al sistema le moleste que seamos tantos en este mundo. No obstante, si analizamos las cifras de muerte por diabetes y por problemas cardiacos o cerebrales causados por el alto colesterol, puedo asegurar que McDonalds asesina más personas en un día solo en Estados Unidos que las personas que han fallecido desde el inicio de la pandemia luego de vacunarse en todo el mundo.
Son muchas las teorías que las personas han asumido para no vacunarse, y esto lo único que genera es un alargamiento innecesario de la pandemia, que al final se traduce en más vidas perdidas. Mi conclusión, un poco cínica y en relación con esa vida misma es: ¿qué nos hace creer tan importantes como para que haya un sistema tan complejo queriendo controlarnos o averiguando todo de nosotros?
Dudo que a un gobierno le interese tu chat con tu pareja o cómo te fue en la fiesta de anoche. La vida es el elemento más importante a proteger: puedes negarte a vacunarte y a lo que quieras, es tu derecho; al final resultarás muriendo y el mundo seguirá girando sin cambio alguno. Somos irrelevantes para el sistema, la única relevancia está en nosotros mismos y en nuestra capacidad para comprender que la ciencia fue, es y será una oportunidad única para trascender nuestra irrelevancia y darle al menos un poco más de tiempo a la maravillosa aventura de vivir.