En artículos anteriores sobre este mismo tema, se ha hecho referencia a los problemas fundamentales que degeneran en el tema de este escrito; por ello hay que afirmar que a pesar del paso del tiempo, de la influencia de los fenómenos políticos y sociales, de los cambios culturales y folclóricos, se observa cómo esa crisis viene ganando terreno en esta contemporaneidad en la que se ha sumido la sociedad mundial.
Si bien es cierto y como se dijo antes la identidad hace referencia a la cultura, la crisis a la ruptura de los referentes actuales y la mundialización en cuanto a la injerencia mundial de los fenómenos que lo gobiernan, también lo es que esos elementos siguen vigentes, basta ver lo que sucede en Ucrania por la intervención militar de Rusia, los cambios en las dictaduras de Nicaragua y Venezuela por nombrar algunas.
La economía como problema social a nivel universal y los inventos de los economistas por cambiar los sistemas de gobierno, hay que escuchar a Mariana Mazzucato cuando manifestó en una visita a este país, "corregir los alimentos del estado, facilitar a los que juegan, a los que toman el riesgo y así hemos diseñado en una empresa problemática", por ello se requiere un nuevo contrato social para construir un estado simbiótico, igualmente abandonar las ideologías y construir un estado inteligente.
Hay que contar una nueva historia, diseñar una nueva forma de trabajar juntos y en verdad construir una plataforma educacional como producto de un trabajo colectivo (Atilio Boron), en donde los profesionales de toda índole hagan parte, precisamente para abonar a la sociedad nuevos individuos, en donde sea productivo para el mundo desarrollado el hacer empresa con esa economía planificada.
De otro lado, es la historia la que ha enseñado como desde la conquista y la influencia de los españoles sobre la cultura de los que habitaban el nuevo mundo, igualmente sobre la distribución de la tierra y el aprovechamiento de las riquezas en especial del oro, lo cual ha llevado precisamente esa crisis de identidad.
Dicha crisis ha generado movimientos que atacan la influencia extranjera, no solo en los bienes de comercio sino en las ideologías, como también en la forma de pensar, al punto que hace más de veinte años en la misión de sabios donde participó Gabriel García Márquez, este planteó que “esta encrucijada de destinos ha forjado una patria densa e indescifrable donde lo inverosímil es la única medida de la realidad. Nuestra insignia es la desmesura”.
Por lo que estamos a años luz de tener una identidad propia, a pesar de lo expresado por filósofos argentinos y mexicanos, en cuanto a que falta mucho por hacer en cuanto a tener una idiosincrasia e identidad propia del ser latino.
Al fin de cuentas somos dos países, uno de papel y otro en la realidad; con un nobel escritor y otro en donde nadie lee; con un sistema de gobierno tradicional y otro mejorado por las maquinarias políticas; uno en donde nos cansamos de los malos gobiernos y otro en el que elegimos gobernantes de izquierda.
Un país en donde se plantean soluciones educativas y otros en donde esta no llega a toda la población; uno en donde la pobreza es rampante y otro en donde el poder económico lo tienen pocas familias.
Para terminar, se concluye que en cada uno de nosotros cohabita de manera arbitraria, la justicia y la impunidad, fanáticos del legalismo pero permitimos que otros no lo ejerzan.
Queremos a los animales pero no a nuestro prójimo, amamos la patria pero no hacemos nada para salvarla, alegamos daños naturales pero somos silenciosos ante la quema de montañas.
Es precisamente allí en donde emergen esos sentimientos de esa nueva identidad, facilitando la ausencia de la crisis y permitiendo que todos los países se unan en una sola bandera para controlar el avance de la mundialización y sus consecuencias.
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