Las grandes empresas comienzan a anunciar que solicitarán permiso a los entes gubernamentales para suspender contratos laborales cuando sus operaciones se paren a causa de la pandemia del Coronavirus. Aunque a los trabajadores nos parezca una acción dura, es más que lógica, si no se perciben ingresos, ¿con qué se puede pagar la nómina?
Empezando por el de China, los gobiernos han implementado el aislamiento como arma insignia contra este virus. Las cuarentenas que fueron inventadas hace 800 años hoy vuelven a ser usadas, dejando las calles de las principales urbes vacías, la economía estancada y aun así el virus paseando de un país a otro.
La pregunta es ¿qué tan efectiva es esta herramienta en un mundo globalizado como el de hoy? ¿Es posible evitar que los más de 8 mil millones de habitantes de este planeta tengamos contacto con los más de cien mil infectados? y más difícil aun, ¿cómo evitamos el contacto con otros miles que ya contrajeron el virus, pero aún no les ha sido detectado? Es una tarea imposible.
¿Que se gana con retrasar su propagación aparte de arruinar al planeta entero? Porque los esfuerzos no se encaminan mas bien en el tratamiento de la enfermedad y en reducir su alarmante índice de mortalidad del tres por ciento. La mayoría de decesos ocurren en adultos mayores por complicaciones respiratorias, por qué más bien no preparamos los hospitales para que tengan las suficientes herramientas para atenderlos.
Cuando el virus ataca a una persona joven y sana su evolución, es similar a la que ocurre cuando tiene un resfriado. Entonces si mandamos a aislar a estas personas jóvenes, en lugar de que continúen produciendo, la economía del mundo se va a ir al piso y pasaremos de una pandemia por un virus a una epidemia de hambre y miseria.
La propagación total del virus es inminente, los esfuerzos deben enfocarse en que las personas con complicaciones por este virus logren sobrevivir una vez ya adquirido, los jóvenes estemos o no infectados por el virus debemos cuidar con nuestro trabajo a los mas vulnerables, no aislados viendo televisión desde nuestras casas, mas bien produciendo y moviendo la economía que es la que nos da el pan a nuestras familias.
Las monedas se devalúan, el petróleo se abarata y las bolsas del mundo se caen no por culpa del virus, mas bien por culpa de la histeria colectiva desatada y donde el pensamiento lógico casi siempre es el primer sacrificado. Ojalá reaccionemos antes de que el caos se apodere de este planeta.