Elon Musk –propietario de Tesla Inc., dedicada a producir carros eléctricos, energía solar y energías limpias, y dueño de Space Exploration Technologies Corporation, más conocida como SpaceX, una empresa estadounidense que fabrica vehículos de transporte aeroespacial– es la persona más adinerada del mundo, con una fortuna estimada en 253.000 millones de dólares, según el índice de multimillonarios de Bloomberg de hoy, 28 de abril de 2022.
Musk provocó un gran revuelo mediático la semana pasada, cuando reveló que compraría la red social Twitter por 44 mil millones de dólares. Sin embargo, la gran noticia de este mes es que acaba de desistir de dicha negociación y ha decidido invertir ese dinero, menos de una quinta parte de su fortuna, en adquirir casas y apartamentos en Colombia.
Dicha suma, a la tasa representativa de ayer (tres mil novecientos sesenta y siete pesos con veintinueve centavos por dólar), le permitirá apropiarse de setecientas dos mil cuatrocientas cincuenta y siete viviendas, con un precio promedio de 248 millones 500.000 pesos cada una, el cual, de acuerdo con el informe publicado en el periódico El Tiempo el 3 de febrero pasado, donde se prorratea el valor entre las más caras y las más baratas, fue el precio promedio de una vivienda nueva en nuestro país en el 2021. Su plan es alquilarlas pronto, ofertándolas un 12 % por debajo de los cánones de arrendamiento actuales, y que cada inmueble, uno con otro, le rente un millón cien mil pesos mensuales.
Según su proyección, sobre el papel y en un escenario ideal, esas 702 mil cuatrocientas cincuenta y siete propiedades deberían dejarle un poco más de 772 mil setecientos tres millones de pesos cada mes, pero con lo avispado y aterrizado que es –con su genialidad analítica que lo ayuda a moverse entre los espacios siderales y los tiburones de las finanzas– ha resuelto restarle un 35 % a esos cálculos para cubrir los costos de manejo, sostenimiento e impuestos, incluyendo el lucro cesante de aquellas viviendas que eventualmente permanecerán desocupadas y sin generar ingresos.
Además, para eliminar los sobrecostos de intermediarios y generar empleo en el país, y con el fin de acceder a exenciones tributarias, Musk fundará su propia compañía inmobiliaria, que manejará la compra de esos bienes y se encargará de los arriendos y el mantenimiento de los mismos.
Previendo todo esto, predice que sus casas y apartamentos en Colombia le dejarán, en promedio, 715 mil pesos mensuales por unidad, lo que significa que obtendrá ingresos de un poco más seis billones de pesos anuales, 502 mil millones de pesos cada mes, equivalentes al salario mínimo mensual de 502 mil trabajadores colombianos. Con su inversión en Colombia, Musk se propone obtener 16 mil setecientos cuarenta y dos millones de pesos diarios, 697 millones de pesos cada hora, 11 millones seiscientos veintiséis mil pesos por minuto.
Con esta ficción, aterrizada en cifras, se pueden entender los contrastes que permiten que Elon Musk y los de su liga pretendan volar en naves aeroespaciales interplanetarias, de costos astronómicos y velocidades supersónicas, mientras los demás humanos del común permaneceremos envejeciendo enterrados, luchando por centavos y mirando alelados las listas de Bloomberg y Forbes (como si de un cielo de plata y diamantes se tratara) para ver subir sus fortunas, que se seguirán elevando muy por encima de los precios de la canasta familiar y los bienes de consumo, que ya están por las nubes y que, al parecer, como el clan de lo multibillonarios, continuarán su ascenso a la estratósfera.