Con un “Rechazamos el trabajo forzado”, más de 200 jóvenes Rappi, domiciliarios, irrumpieron en las calles de Bogotá, reclamando el regreso a la esclavitud como su derecho. A la misma hora en calles paralelas miles de docentes de FECODE reclamaban del gobierno del distrito capital mejores condiciones de trabajo formal, formalización de los contratados y respeto por la dignidad.
Los jóvenes Rappi, la gran mayoría hombres, como si salieran de un “centro de educación para la sociedad del tipo Nazi de Napola (hubo 38 Napola), que premiaba según lo dispusiera el Furher, coreaban consignas contra el gobierno y abajos a la reforma laboral, que lleva el espíritu de las luchas por dignidad y reconocimiento del derecho al trabajo, como derecho humano. Al mirar de cerca a los jóvenes Rappi hay desesperanza, los asedia el hambre, miseria, el miedo y el olvido en su condición de migrantes venezolanos que componen el medio millón que “habita” en Bogotá (CNN 2022), y de los que el “85% tiene dificultades para tener un trabajo pago” (DANE 2022).
Los jóvenes Rappi estaban acompañados, como si del director del centro de educación nazi se tratara, por el cuestionado vocero oficial del centro democrático, congresista Polo Polo, destacado por sus desafueros de odio, su obsesión contra el presidente, sus ataques a la inteligencia y sus llamados a la insurrección a pesar de su investidura y juramento de respeto por la constitución, y que igual a otros altos dignatarios acumula méritos suficientes para ser llamado a responder por traición a la patria.
Según lo gritaban, en venezolano puro, los jóvenes Rappi, abogaban por “un trabajo sin garantías”, sin contrato, sin jornada laboral definida, sin descanso, sin salario, en esclavitud. FECODE con su experiencia de décadas de luchas por autonomía y libertades de asociación, expresión, salario justo, servicios sanitarios, capacitación, jubilación y otros componentes del derecho al trabajo, reclama desde sus centros de formación, justicia laboral y social, equidad, democracia, y destitución del capital que permite la acumulación salvaje, a costa de la clase trabajadora, que tiene por vez primera la oportunidad de afianzar un proyecto de poder popular con el presente gobierno y del cual la reforma laboral es uno de sus pilares fundamentales.
De los jóvenes Rappi, se conoce que utilizan una aplicación móvil para entregar productos bajo la fórmula de “supuestos laborales” de esclavitud, con disposición plena de adhesión a las órdenes de un patrón, sin vida propia, sin derechos. Por cada servicio prestado reciben usualmente una propina de entre el 10% y 15% del valor que bien puede ser su pago ya que por cada 20 dólares (100.000 pesos colombianos) recibirían 2 dólares de propina (similar a la cifra que dicen recibir por hora, con lo cual el patrón no paga un solo peso.
Los jóvenes Rappi sufren, en precarias condiciones pedalean largos tramos para llevar domicilios, o usan bicicletas que contaminan, detienen el tráfico y provocan atascos viales, usan las ciclorrutas con motocicletas y ciclas a motor, aumentan el tráfico vehicular sin regulación y contaminan ambientalmente por uso de diésel. Sus Jornadas laborales, aunque a ellos les parezca libertad son excesivas, sin protección sanitaria, bajo sol intenso o lluvia.
La toma de espacios públicos para fines comerciales, ya es problema, parques convertidos en garajes y comedores Rappi, jóvenes mal alimentados, las bancas de los parques usadas como salas de espera del “servicio” y desechos de icopor por el transito los Rappi. A raíz de la protesta contra el trabajo que dignifica expuesto en la reforma laboral que rechazan libreto en mano los jóvenes Rappi, aparecen “dueños del gran negocio” para decir que la contratación de Rappi es 'legal' y que sus mensajeros son 'contratistas independientes’ el 81% a tiempo completo, sin jornada legal y sin las condiciones de un empleado formal. Incentivan en secuencia la pérdida de empleos formales y la informalidad laboral que desde hace una década empeora en espiral, como parte del sustento del orden criminal, que agita caos y promueve la desestabilización y la destrucción de la nación.
Como en Napola donde el instructor es a la vez un aprendiz de la escuela de élite del furher Polo-Polo, enseña a ver autonomía laboral y libertad, donde hay esclavitud y obediencia ciega, para que mejor no vean la propia realidad de los suyos, con alrededor de 2400 presos (2.5% de los presos del país, y 84% de los extranjeros en cárceles), con total desconocimiento del sistema penal y su derechos, sin apoyo familiar (EE, mayo 06/2022; entre ausencias y barrotes, Daniel Zamora) y sin mayores datos se afirma la ocurrencia de cientos de desapariciones forzosas y otros cientos asesinados, NN, jóvenes de entre 18 y 29 años la mayoría, a quienes nadie reclame antes del olvido, que paulatinamente entran en descomposición por el paso del tiempo sin esperanza ni sueños, degradaos por la falta de oportunidades y precariedad económica, sumada al desarraigo, xenofobia y abandono padecido, que hace más compleja y debil la difícil situación de los migrantes, manipulables para aprender y recitar el libreto de los avaros negociantes de la vida ajena.