Estas fueron las palabras que trinó el periodista deportivo de RCN Ricardo Henao tras conocerse la súbita extradición de Otoniel a Estados Unidos.
Como celebrando, Henao se unió a la típica lambonería de los áulicos más tozudos de la derecha en Colombia, como Vicky Dávila, su esbirra, obviamente los Lafourie-Cabal, Karla Arcila, Vélez y los bodegueros usuales.
La idea era clara: la extradición era un triunfo de Duque, del Estado colombiano, de la justicia, la democracia, la ética, la moral, de Dios, de Trump y del capitalismo.
Pero, ¿cómo así que es una victoria de Duque aceptar que el Estado colombiano es incapaz de sancionar a sus delincuentes? ¿No es esto reconocer que el gobierno de Duque necesita la ayuda de un adulto responsable para sancionar a quienes incumplen sus leyes?
Nadie felicitaría a un papá que le entrega sus hijos a otro adulto para que los castigue porque él no puede. Nadie, excepto personas como Ricardo Henao, me imagino.
Entre todos los vítores, el de Henao resume perfectamente la hipocresía ética e intelectual de estos personajes: “Ojalá se los llevaran a todos”, dicen quienes nunca fueron víctima de Otoniel. Como a él no le importa, qué más da. Que sus víctimas sigan aguantando saber qué pasó a sus muertos.
En su enajenada visión de la realidad y en la poca profundidad intelectual que muestran, han aceptado como perritos de taxi que la justicia, solamente, se mide en años de cárcel.
Qué levedad de pensamiento.
Con cinismo, estas mismas personas les dicen ahora a las víctimas que pidan a Estados Unidos que haga confesar a Otoniel. Si ya se aguantaron que les mataran a sus familias, pues que se aguanten un poquito más de burocracia, ¿no?
Qué estrechez de corazón.
Casi como una súplica a papito Estados Unidos, Henao pide que se le lleve a los malvados, a los sátrapas, los corruptos y los sodomitas de su país, porque Colombia no pudo. Le quedó grande. Eso sí, patriotas se dicen, y mucho.
Pero tan poca es la dignidad y el patriotismo de quienes celebran la extradición de Otoniel que, por andar dando brincos de júbilo, pisotearon la pobrecita idea de que Colombia es un Estado soberano.
Que se los lleven a todos es una idea lo suficientemente simple como para que la entienda cualquier godo y por eso cala: claro, si se llevan a todos los malandros, Colombia se arregla. ¿O no?
¿Quiénes son todos, Ricardo? ¿Son solo los narcos o también los guerrilleros o los paras? ¿Incluimos a los corruptos en el paquete? ¿Cuántos son y dónde están? Y cuando se los lleven a todos ¿Colombia se vuelve el mejor vividero del mundo?
Ojalá la solución a los males de Colombia fuera tan fácil como mandar a nuestros criminales a otro país, pero los problemas del país son como el polvo: aunque uno lo esconda bajo la alfombra para que no se vea, se sigue acumulando.
Lástima que Colombia no es Estados Unidos, piensan estos patriotas. Ojalá lo fuera. Ojalá pudiéramos cederles todo lo que somos al gran padre. Ojalá que, al menos, ese gran país nos voltee a mirar y nos tire algunas migajas para saborear el primer mundo que no somos. Ojalá algún día no seamos como ellos, sino de ellos, donde todo es mejor, hasta la justicia.
Así piensan estos patriotas. Por eso, creo que lo de Henao se trató simplemente de un Lapsus calami y lo que realmente quiso decir fue: “Ojalá que nos llevaran a todos”.