La pobreza generalizada del Pacífico colombiano puede conducir a la desesperación y a la revuelta, fenómenos que se intentan detener por parte de un gobierno consciente y de los organismos internacionales, quienes a través de realizaciones y operaciones de desarrollo, tratan de satisfacer las necesidades primarias del hombre hasta ponerlo en condiciones de emprender algo y progresar.
Las necesidades primarias inmediatas son proveer de agua, alimentación, higiene, salud y educación. Lo que permite abrir los ojos al habitante del Pacífico es la organización de grupo; aprender y producir mejor; aprender y preservar el medioambiente y aprender y utilizar los recursos locales. No obstante, lo anterior solo se coloca en condiciones de actuar mediante la práctica de la higiene y la salud; la participación como ente económico consciente; con el control de la demografía; con la educación escolar, y mediante el aprendizaje y conocimiento de sus derechos.
Estos son los factores de desarrollo, difíciles de discernir su amplitud, distinguir su orientación y medir su eficacia. Son iguales para todas las regiones afectadas con el flagelo de la pobreza, y su aplicación depende de las necesidades y prioridades de sus habitantes.
En el litoral Pacífico colombiano, algunos de estos factores se han puesto en práctica por organismos oficiales y privados, con alcances satisfactorios algunos, y con resultados deplorables otros. El lugar común donde todos han llegado se centra en que el empobrecimiento sigue frenando el desarrollo, pero no se ha analizado la causa de ello.
De agua potable solo están abastecidos Buenaventura y algo Tumaco; los otros pueblos del Pacífico mueren de sed por la ausencia de este bien primario; por alimentación debemos sentirnos medio satisfechos porque hay todavía cacao, plátano y pescado para vender y comer; en salud no estamos enfermos por ser una etnia fuerte, pero, cualquier enfermedad que nos llegase a presentar, debemos buscar la cura en Cali o Pasto. Es y será una lucha muy grande porque, el problema está en cambiar la forma de ser y pensar, para que trabajemos como grupo y no como individualidades.
Podernos observar que en esta parte de los factores de desarrollo sí se está trabajando; el inconveniente es medir sus resultados puesto que no existen parámetros para compararlos. No obstante, la acción de estas instituciones le ha permitido al hombre del Pacífico "abrir los ojos" y hacerle entender que existen otros modos de supervivencia además de los cultivos ilícitos, la tala de bosques y la pesca sin control.
¿Estaremos en condiciones de actuar? Si nos atenemos a los principios recomendados por el Club de Roma, podemos contestar que no. Todavía existe paludismo y dengue en nuestras playas, lo que físicamente nos impide trabajar; no tenemos claro el concepto del ahorro porque gran parte de los ingresos se destina al baile y al equipo de sonido; nuestro hombre convive con más de una mujer, convirtiéndose en un multiplicador de crías; el bosque se tala en forma rudimentaria, los ríos se contaminan y en algunas regiones pescamos con dinamita; la educación es muy deficiente; y no conocemos a qué tenemos derecho puesto que nunca nos lo han hecho saber.
Vemos luego cómo en el Pacífico para entrar al desarrollo se requiere cierto tiempo, porque, además de luchar contra el empobrecimiento arraigado, hay que hacerle frente al cambio de actitud de sus moradores, y que no se dejen engatusar de los politiqueros de turno que cada cuatro años asoman al litoral con medidas paliativas difíciles de cumplir para salir de la pobreza.