“Hay para mi todo un significado más profundo que los mismos recelos humanos en el olor a sándalo, en las latas viejas de un montón de basura, en una caja de cerillas abandonadas en una cuneta, en dos papeles sucios que en un día de viento revolotean y se van persiguiendo calle abajo. Porque la poesía es espanto, admiración, como alguien que, al caer de los cielos con conciencia plena de su caída, contemplase atónito las cosas. Como alguien que conociera las cosas ensus mismas almas humanas, haciendo lo imposible por acordarse de este conocimiento, recordando que no fue así cómo lo creó de una manera como la conoció, no fue con estas formas, ni bajo estas condiciones…” Dice Fernado Pessoa .
El grafiti es una actitud expresiva y marginal hecha por rebeldes que tienen algo que decir. Lo empezaron a hacer italianos en 1501 cuando el Cardenal Oliverio Caraza, mientras oficiaba una misa en la plaza y sin querer, le dio voz a la estatua Pasquín que se encontraba en el mismo lugar. Las protestas comenzaron a dejarse por escrito en ese pedazo de escultura romana y ahora, siguen dejando denuncias al papa contra los curas pederastas.
En los años treinta, a los grafiti los hicieron y utilizaron los diferentes grupos de inmigrantes de Angeles, California y tenían la función de marcar territorios. En los años setenta, los hicieron poetas en las paredes de Nueva York o los rebeldes que se atrevieron a pintar el subterráneo en marcha. Hoy, el grafiti, tiene la misma vigencia; unos apalean a una intención estrictamente visual, a los otros les interesa la denuncia. Aunque no siempre es la más afortunada de las expresiones humanas, tampoco podemos dejar de mencionar que, como en todo, la estética de lo feo existe. Más sí son permitidos por el gobierno de turno porque ya se convierten en adefesios inadmisibles.
El grafiti se encuentra en las paredes como un eco sordo en las ciudades del mundo moderno. En Bogotá, las hay por todos lados. Los hay de muchas formas: el juego con la caligrafía, la gramática sintética, el político, el lúdico etc. Una nueva forma de expresión, la realizan con la utilización de plantillas que, le permiten al autor fugaz, repetir la imagen con mayor rapidez y nitidez en muchos muros y así, su eco se multiplica. Con el uso de la platilla se ha logrado una línea nítida en un dibujo sintético. Como lo fue la copa de Martini con las metrallas, las expresiones callejeras tienen una connotación conceptual sobre el negocio y el comportamiento social de la guerra. Eso, mientras el mismo autor de la copa, deja plasmado a un perro que ladra y camina en sentido contrario.
Unos prefieren inspirarse y reinterpretar los signos urbanos como el logo del Instituto de Desarrollo Urbano para crear una serie de imágenes sobre los sentimientos de los involucrados en la guerra. Con la inoperancia. Con los malos manejos de los recursos.
Otros reinterpretan, a su manera, la falta de transparencia en el gobierno de la ineficiencia.
La imagen de un hombre que atónito contempla la asfixia con su mascara puesta. Me pregunto cuál de todas las asfixias tiene en mente. Porque el rango puede ser puede ser desde el aire enrarecido de la polución hasta, el olor putrefacto de los muertos. O de la corrupción.
Y, también hay pintores que sueñan con serlo, pero el resultado es imposible como son los de la carrera 7 entre la 45 y la 35. De esos, Dios nos ayude.
