Las cifras de desempleo del mes de mayo después de haber empezado a abrirse la economía, no obstante haber sido inferiores a los pronósticos, son inmensamente preocupantes. No basta con registrarlas, sino que se deben analizar sus consecuencias de manera que se logre entender lo que verdaderamente significan. Lo primero que debe reconocerse es que Colombia venía antes de la pandemia con cifras demasiado elevadas para un momento en que la economía venía mostrando una dinámica positiva. Como es en el mercado de trabajo donde confluyen la política económica y la social, algo anda mal desde antes de la pandemia. Un sector productivo que no genera suficiente demanda de trabajo y una política social que no responde a lo que se requiere en el sector productivo.
Los empresarios colombianos que insisten en ver el trabajo como un costo y no reconocen que sin esos ingresos la demanda sería menor, creen que solo es culpa de la legislación laboral que protege en exceso a los trabajadores y que la solución es que pierdan las conquistas que han conseguido en las últimas décadas. Por ello para las empresas la solución es bajar el costo, como sea, de la mano de obra.
Sin que este debate se haya profundizado ni analizado lo suficiente para tomar decisiones, llega el COVID—19. El nivel real de desempleo tomando en cuenta el impacto del confinamiento que impide salir a buscar empleo, la cifra real de desocupación en el país debe ser un poco superior al 30 %. No solo el dato que jamás se había registrado en la historia económica de Colombia por lo menos desde principios del siglo XX, sino que supera con creces los aumentos de desempleo de otros países de América Latina golpeados con más fuerza por esta pandemia que Colombia.
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Si el apoyo de ahora a empresas y la ayuda a poblaciones vulnerables se hubiera hecho al inicio de esta crisis, se hubieran evitado los despidos masivos y el empobrecimiento de quienes trabajan en la calle
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La pregunta que no se ha planteado el gobierno porque le exigiría una respuesta inconveniente es la siguiente: ¿Si Colombia está manejando mejor la pandemia que otros países de la región, si además venía con una economía que crecía más que el promedio, por qué se comporta peor en términos del impacto de esta crisis sobre el empleo? La respuesta así no se la plantee el gobierno, es que la estrategia frente a la crisis de pandemia ha sido menos eficaz de lo que debería. Si lo que está haciendo el gobierno ahora de apoyo a empresas y de ayuda a poblaciones vulnerables se hubiera hecho al inicio de esta crisis, se hubieran evitado los despidos masivos y el empobrecimiento de quienes trabajan en la calle. Es evidente, como se dijo en su momento, que sus estrategias desconocieron la realidad de las empresas del país. Esto llevó al gobierno a que al establecer los criterios para asignar apoyos empresariales y subsidios monetarios, no clasificaron los auxilios por tamaño de empresa. No partieron de que en Colombia había pocas empresas grandes y una inmensa proporción de pequeñas. Además, tarde descubrieron que en este país un número muy importante de estas empresas son unipersonales lo que retasó el apoyo que deberían recibir del Gobierno.
Este es el momento en que no se tiene un diagnóstico claro sobre los montos asignados a estos apoyos ni respecto a la proporción recibida efectivamente por cada uno de los grupos de empresas, desde las grandes hasta las medianas, pequeñas y unipersonales. Pero lo que ya es una realidad es que el desempleo es el problema social mas serio que tiene actualmente el país porque millones de trabajadores salieron de todo tipo de empresas, sin duda por la ineficiencia de los apoyos asignados por el Estado.
El país tiene todo el derecho a reclamarle al gobierno una información clara y precisa sobre el monto de estos apoyos, y sobre todo, claridad sobre el momento en que efectivamente llegaron, además de conocer quienes realmente fueron los beneficiarios. Es muy posible que el apoyo a las nóminas lo hayan recibido más las grandes empresas que las de menor tamaño y por las cifras de desocupación es posible que muchos de estos subsidios a la nómina, hayan llegado después de que despidieron a sus trabajadores. El gobierno no ha tenido control sobre ese dato. Con ese Ministerio de Trabajo tan débil, es muy posible que no haya posibilidad de conocer la verdad. Pero el desempleo no miente. Estamos en una crisis muy seria que puede derivar en serios problemas de desnutrición y de levantamiento social.
Además, sobre el empleo informal aquel que trabaja en la calle, evidentemente hubo grandes fallas del gobierno en términos de la oportunidad de los auxilios y de los reducidos apoyos en especie y en dinero. Todo esto ha contribuido a que muchos salieron a la calle pero sin demanda también terminaron en desempleados o inactivos.
Lo anteriormente expuesto sumado a esto último, constituye apenas una parte de la dolorosa realidad que hay detrás de las altísimas cifras de desempleo.
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