El tracto digestivo completa su formación durante el tercer trimestre del embarazo y continúa desarrollándose hasta un año después del nacimiento; ciertos nutrientes pueden afectar la forma en que el intestino se desarrolla durante este período clave
El sistema digestivo de las personas cuenta con una serie de bacterias y otros microorganismos conocidos como microbiota. Por esa razón el sistema inmune tiene una relación muy estrecha con este porque el 70 % de las células inmunitarias se establecen en el tracto digestivo. Por ello, mantener un intestino saludable está estrechamente relacionado con el bienestar general.
Una ventana de oportunidad importante para establecer una microbiota intestinal saludable está durante los primeros 3 años de vida, combinado con el poder de prebióticos y probióticos que nutren este delicado ecosistema.
En la leche materna se encuentran los Oligosacáridos o HMO, que son un tipo de prebióticos y el componente sólido más abundante después de los carbohidratos y las grasas. Juegan un papel importante en el sistema inmune de los pequeños, y hasta hace poco, no había una alternativa que pudiera replicar algunas de las ventajas que se encuentran en la leche materna.
Existen más de 150 tipos de HMO y los estudios demuestran que los beneficios de los HMOs son diversos. Especialmente estos pueden tener un impacto positivo en el ecosistema intestinal y ayudando a cerrar las brechas de la función inmune entre los niños que fueron alimentados con fórmula y los que fueron amamantados.
Nutrir la microbiota intestinal es crucial para apoyar la salud de los pequeños. Esto es particularmente importante para los bebés que nacieron por cesárea y no pudieron ser amamantados. Los estudios han demostrado que su microbiota intestinal podría ser significativamente diferente de los que nacieron por vía vaginal y fueron amamantados[ii].
Diferencias entre Probióticos y prebióticos:
De acuerdo con los expertos “los probióticos, también conocidos como ‘bacterias beneficiosas’, son microorganismos vivos que se encuentran en la microbiota. La mayoría de estas bacterias son bacterias ‘buenas’ o ‘amigables’ que ayudan con la digestión, combaten organismos dañinos y regulan la función motora e inmune.
Por otro lado, y diferente a los probióticos, los prebióticos no son bacterias, son la fuente de alimento que los probióticos necesitan para sobrevivir. Los prebióticos, como los HMOs, no son digeridos por los humanos; en cambio, viajan a través del cuerpo para llegar al colón, donde son fermentados por los probióticos y utilizados como energía para ayudar a que los microbios saludables prosperen.
"Abbott ha estudiado la microbiota infantil durante décadas y a través de investigación innovadora sobre prebióticos especiales llamados Oligosacáridos de la Leche Humana (HMOs). Estos HMOs juegan un papel importante en la alimentación de las bacterias "buenas" en el intestino y ayudan en el desarrollo del sistema digestivo e inmune del niño", afirman.