La pandemia, el confinamiento y la obligatoria virtualidad sacaron a millones de estudiantes, desde los más pequeños del prekínder hasta los de la educación superior, de las aulas físicas.
Así como muchos empresarios consiguieron sacarle ventaja a la virtualidad introduciendo innovaciones en sus modelos de negocios, también se encuentran los profes que han visto en la pandemia y en las herramientas digitales, oportunidades de aprendizaje que les han permitido capturar la atención de sus estudiantes y convertirlos en protagonistas activos en las aulas virtuales.
Las claves de los buenos docentes en las clases virtuales: conectar, inspirar, introducir cambios de ritmos, promover la interacción y, finalmente, cosechar. Han logrado, pese a la irrupción de la pandemia, comprender las infinitas posibilidades de la virtualidad... e innovar.
Los primeros damnificados han sido aquellos que carecen de acceso a internet y a dispositivos. Los datos del Dane sobre el tema son aterradores: para prácticamente la mitad de los hogares colombianos el acceso a una sesión por zoom o teams es imposible porque carecen de conectividad, computadores o tabletas. La brecha digital toca, como es de presumir, al campo y a los más pobres de las ciudades. A los docentes en las veredas, incluidas las bogotanas, les consta la mínima conectividad y dan testimonio de sus peripecias usando los celulares y aplicaciones como Whatsapp para comunicarse con los niños y jóvenes cuando es posible. Hay que decirlo: con respecto al 2019, millones de niños colombianos estarán en mayor desventaja en sus procesos de formación, frente a los niños conectados, cuando haya pasado la pandemia.
En cuanto a los conectados, la cuarentena produjo un choque en las instituciones educativas, que no estaban preparadas para la virtualidad. El uso de las plataformas disponibles, del tipo teams, tomó un tiempo. Sin embargo, una vez colocados de cara a las clases virtuales, se cometieron muchos errores en los que, lamentablemente, siguen incurriendo algunos docentes. Otros, al contrario, andan aprovechando las enormes posibilidades que las tecnologías de la información, simples herramientas, ofrecen para sus clases.
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Las fallas han sido múltiples. Muchos han creído que solo hay que dictar la misma cátedra del escenario presencial en el espacio virtual
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Las fallas han sido múltiples. Muchos han creído que solo hay que dictar la misma cátedra del escenario presencial en el espacio virtual. Atiborrar de lecturas y tareas a los estudiantes, abusar del power-point, no promover la colaboración entre estudiantes, son algunas de las mañas que, desafortunadamente, colman de aburrimiento los procesos de aprendizaje. Sin motivación, los estudiantes dedican su tiempo a aparentar que están presentes en las clases y salir del paso, como sea, con las tareas.
No obstante, maestros en distintas regiones del país, han comprendido que la virtualidad, en épocas de la pandemia, es una oportunidad para introducir cambios profundos en las maneras como venían enseñando. Sea en la educación básica, en la media o en la superior, los profes pueden desplegar su experiencia y talento para que las clases se conviertan en experiencias gratas, provechosas, plenas de participación.
Cualquier sesión, de matemáticas o de ética, de cualquier disciplina, debe comenzar con unos pocos minutos de conversación que transmitan una actitud de empatía de parte del maestro hacia los estudiantes. Hay infinidad de posibilidades y de recursos en las redes que lo facilitan.
Inspirar: en cualquier ámbito disciplinario, el tema a desarrollar, en cada etapa del curso, tiene una importancia única que sólo el docente puede trasmitir de forma explícita en cada una de las clases.
Cambiar de ritmo es una condición indispensable para el buen suceso de las clases en la virtualidad. Sin necesidad de “salirse del tema”, los recursos digitales permiten el desarrollo del programa de cualquier sesión separándolo en segmentos diferentes, asociados a formas diversas expositivas y participativas.
Una maravilla de las aplicaciones que se están utilizando (Zoom, Meet, Teams y otras...) consiste en la posibilidad que tienen los maestros de dividir los estudiantes en grupos por tiempos determinados para realizar determinadas tareas. La interacción en la virtualidad es una mina de creatividad.
Finalmente, los buenos profesores concluyen cada sesión recogiendo los saldos pedagógicos: ¿Qué aprendimos hoy? ¿Qué viene?
Por supuesto, para que el uso pleno de la virtualidad pueda desplegarse, se requiere, más que la destreza en el manejo de las tecnologías de la información, que son solo herramientas, que los maestros amen sus temas y que construyan, para cada sesión, la narrativa de lo que harán y el itinerario correspondiente.