“La libertad colectiva es uno desprovisto de ataduras materiales y que apoya las instituciones necesarias para la democracia” — Henry Giroux - Pedagogía crítica
Sentado en el autobús que todos los días nos conduce hasta las instalaciones del lugar de trabajo, me siento conmovido por el anuncio en radio acerca del cese de actividades del Magisterio. Recuerdo mi realidad, mi jornada esta vez no será de discusión, debate, movilización y critica, ya que hago parte de los miles de profesionales que representan la otra cara de la realidad, la educación privada, que tanto es criticada pero poco reflexionada.
Revisando el borrador de pliegos de Fecode para el 2017 y sus siete ítems redactados en forma de peticiones —entre las múltiples exigencias de cumplimiento de decretos, actas, acuerdos, derogaciones, etc— me da la breve náusea de no querer que todo esto termine solo en el papel y no se materialice en un amplio movimiento sindical y civil que piense una educación básica y media ad portas de las grandes necesidades del mundo globalizado.
¿Dónde ha quedado la educación crítica?, ¿cómo no dejar diluir este movimiento que empieza a tener tintes civiles en una negociación a puerta cerrada un domingo por la noche entre los autoproclamados dirigentes y los “insignes” padres del ministerio? Estas preguntas no son la cuota política con sus múltiples eslóganes de “profe vota profe”, ni las campañas de izquierda y derecha, o el oportunismo político de algunos representantes amañados en los sindicatos y su labor poco académica, con apariencia más de politiquero que de crítico.
Decreto tras decreto del 12, 13, 14, 01, 02, etc, toda una generación de maestras y maestros se pierde en el anonimato, a la espera de un cupo o vacante en un concurso al cual aspiran miles y miles de docentes. Hora tras hora se acumula tiempo al estilo de aerolínea como millas de vuelo, buscando presentarse a una provisional en el distrito. Como si el educar se tratara de ingresar al gran casino tipo las Vegas llamado “education public”. De esta manera es como se configura el pan de cada día del cual hay que aprender.
Lo anterior merece que hoy se piense en nosotras y nosotros como ese gran sector de gente asalariada, que a falta de espacios en la educación pública nos vimos obligados a alimentar los batallones de los centro educativos que se levantaron bajo el modelo empresa-educación. Llevando a pedirles que se revise los tipos de contratos en los que no se tiene acceso a un sistema de salud digno, que en algunos casos es ausente, prestaciones legales, derecho a la sindicalización, recreación, jornadas laborales justas de 8 horas.
En muchas instituciones se trabaja 10 u 11 horas, sin considerar el tiempo de trabajo en casa, pues la cantidad de formatos de calidad ha creado una cultura de devoción a las políticas de calidad ISO 9000. Podría quedarse este humilde servidor creando una lista de mercado que levantaría otra plataforma de lucha, igual a las miles que año tras año se redactan en nuestro país. Que a falta de voz, confío en vos como transmisor de este mensaje.
Finalmente, para no despedir estas cortas palabras, sin esa digna rabia que nos caracteriza, acudiré a una paráfrasis de Eduardo Galeano, la cual recoge un poco de aquello que no pude expresar con mis letras, pero que otro configuró para mí: La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar. Hagamos de este país y su escuela como territorio de paz, un proyecto para el post-acuerdo, una Utopía.