Lo nefasto de la seguridad “políticamente correcta”
Opinión

Lo nefasto de la seguridad “políticamente correcta”

Si no desmamertizamos el debate público sobre la seguridad de nuestras familias terminaremos en otra cuarentena, evacuando las calles por la pavorosa proliferación del crimen como pandemia

Por:
noviembre 01, 2020
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Para empezar, nada tan absurdo como someter el tema de la seguridad ciudadana a los delirios de la ideologización de las cosas.

Aunque el siglo XX fue abundante en mostrarnos los desastres a que conducen las obsesiones ideológicas, los últimos años han venido surgiendo algunos dirigentes políticos que padecen una especie de convulsiones ideológicas tardías. Ellos parecen creerse las reencarnaciones posmodernas de quién sabe quién. Vaya uno a saber si de Lenin o del propio Marx o de un extraño híbrido de Policarpa Salavarrieta con Frida Kahlo.

Lo cierto es que si uno quiere identificarlos, resulta relativamente fácil. Cuando dicen analizar la realidad lo hacen con el único propósito de intentar embutirla en sus moldes esquemáticos a fin de “demostrar” que tenían la razón. Por eso, para ellos, los problemas no son situaciones a solucionar sino oportunidades con qué golpear a sus enemigos y justificar sus cruzadas. Eso sí, todos con la carita de monaguillos de esa hipócrita religión que ahora llaman “lo políticamente correcto”.

Resulta que, según ellos, reclamar seguridad se volvió un asunto de derechas y plantear la urgencia de enfrentar a los criminales que matan a una persona por quitarle un celular o una bicicleta es “políticamente incorrecto”.

Si eso es así, al carajo con “lo políticamente correcto”. Con ese sonsonete siempre terminan despreciándose los derechos de la sociedad y el carácter prioritario del Bien Común.

No debemos permitir que un tema tan fundamental para la vida social como es el de la seguridad siga debatiéndose en el marco de ese oscurantismo ideologista. Es imprescindible retomarlo con un gran sentido práctico y de responsabilidad.

A los hermanos de Oswaldo Muñoz, el hombre asesinado en un TransMilenio, o a los padres de David Perilla, el joven de 18 años a quien mataron esta semana por robarle una gorra, bien les hubiera significado que el Estado hubiera enfrentado a tiempo a los criminales, antes de que los hubieran asesinado. Con toda seguridad no era la primera vez atracaban ni era la primera vez que iban dispuestos a asesinar cuando se les opusieran.

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No puede aceptarse ningún discurso de derechos que obstaculice que la sociedad se defienda de los salvajes que son capaces de coser a puñaladas a alguien a cambio de un celular

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Los ciudadanos no tienen por qué entender ni aguantar que la protección de la vida de sus familias esté supeditada a las supuestas contradicciones inventadas entre la alcaldesa y el gobierno nacional. Lo único sensato es que quede claro que la seguridad de la sociedad es prioritaria, que no puede aceptarse ningún discurso de derechos que obstaculice que la sociedad se defienda de los salvajes que son capaces de coser a puñaladas a alguien a cambio de un celular.

Es triste, pero hasta ahora, el Estado ha sido incapaz de ganarle la mano al crimen en un solo barrio. Que se sepa, no hay parque adonde haya sido capaz de derrotar el microtráfico ni escuela donde haya penetrado la droga y, en la brega, haya sido capaz de erradicarla.

En plata blanca, lo que hay que hacer es desmamertizar el debate público sobre la seguridad. Hay que actuar sobre principios y no sobre ideologías, sobre la guía del bien común y no de la politiquería, sobre resultados efectivos contra los asesinos y no sobre ese embuste que llaman la “percepción de seguridad”.

Es clave entender que si aceptamos que se siga abordando el tema de la seguridad de nuestras familias desde la perspectiva hipócrita de “lo políticamente correcto”, terminaremos teniendo que acudir a una nueva cuarentena, pero esta vez no por el covid-19 sino porque habremos tenido que evacuar las calles por la pavorosa proliferación del crimen como pandemia.

Adenda. Muy dolorosa la partida de Horacio Serpa, mis condolencias para Rosita y sus hijos.

 

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