"Lo nacional y democrático es votar por Sergio Fajardo"

"Lo nacional y democrático es votar por Sergio Fajardo"

La Coalición Colombia no concilia ni contemporiza con los candidatos de Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe, ni pone al país en la disyuntiva de escoger el mal menor

Por: Gustavo Triana
diciembre 20, 2017
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Recientemente, el país ha tenido que ocuparse de asuntos tan delicados y apremiantes como la violencia política, el narcotráfico y la galopante corrupción, que deben ser resueltos con decisión y premura. Las fuerzas políticas y sociales más comprometidas con el país han coincidido en darles prioridad y en buscar soluciones al respecto. El Polo Democrático Alternativo, particularmente, ha demostrado su compromiso con tan caros anhelos. Pero no es menos importante llamar la atención sobre lo que para la inmensa mayoría de los colombianos es el problema central del país, la pérdida de la soberanía económica a manos del capital financiero norteamericano, sus multinacionales y las agencias internacionales que representan sus intereses y que nos han impuesto un modelo económico nefasto, basado en el extractivismo y el endeudamiento externo, que limita su desarrollo industrial y agrícola al entregarle nuestro mercado interno a las mercancías y excedentes agrícolas gringos, con lo cual  impide crear riqueza nacional y aprovechar  los recursos naturales y la valiosa fuerza de trabajo de los colombianos para nuestro beneficio.

Por esa desventajosa condición, el país padece una profunda desigualdad social, con una de las mayores concentraciones de riqueza del planeta y un notorio atraso económico que se manifiesta  en el raquítico y moribundo aparato industrial y en la lánguida producción agropecuaria. Sufre además, devastadores e irreparables daños ambientales causados por la minería transnacional, la falta de apoyo a la industria y la agricultura y la expansión de cultivos ilícitos que amenazan constantemente con destruir ecosistemas estratégicos. Como consecuencia, gran parte de la población vive desempleada, sin oportunidades y en condiciones de pobreza y miseria extrema.

Y los gobiernos, uno tras otro, obedecen a nuestra centenaria sumisión a los intereses de Estados Unidos, no solo en el manejo de los asuntos nacionales, sino en el  relacionamiento internacional. La política exterior es de absoluto acatamiento y colaboración con las empresas y posturas más impopulares de los gobiernos gringos contra la soberanía de las naciones y la libre autodeterminación de los pueblos. Bastaría con recordar las más recientes decisiones santistas con su apoyo vergonzoso a la política ocupacionista de Israel mientras consienten que a la nación palestina y a su martirizado pueblo se le siga negando el derecho a la autodeterminación; la desfachatez con la que firman acuerdos de cooperación militar con la Unión Europea y la OTAN, y el respaldo a la intervención de esta alianza en Libia y Siria, entre otras.

Resumiendo, estamos ante unos gobiernos y partidos que no representan los intereses de la nación y la democracia, como muy bien lo ha señalado el senador Jorge Robledo: “Los que han mal gobernado a Colombia, los mismos con las mismas”.

En los momentos actuales, ante la buena noticia del desistimiento, por parte de las guerrillas, de seguir con un costoso y dañino levantamiento armado que por décadas ha sido usado por el establecimiento para desprestigiar las causas democráticas y populares, los avivatos santistas pretenden impulsar su reelección, sacando provecho de la innegable necesidad de cumplir los acuerdos de paz. Alegan que los uribistas, sus socios de años en las desastrosas políticas contra el país, y tan neoliberales y pro gringos como ellos, pueden ganar las próximas elecciones y “hacer añicos” los acuerdos firmados con las FARC y volver a sumir a Colombia en esa insensata guerra. Intentan de esa manera entrampar de nuevo a la población en la disyuntiva de guerra o paz y reeditar la manguala del Frente Nacional, esta vez entre santistas y uribistas, para seguir en la ya inaguantable situación de atraso, pobreza, dependencia y sumisión para la inmensa mayoría de los colombianos, mientras que un puñado de apátridas viven en la opulencia y el festín.

El momento no les permite equivocaciones a las personas y a las fuerzas que siempre se han puesto de lado de la nación y la democracia. Los ciudadanos comprometidos con la transformación del país y que estamos impulsando una opción distinta a los candidatos del santismo y el uribismo debemos cerrar filas alrededor de Sergio Fajardo, un candidato que se ha deslindado de los partidos de la Unidad Nacional y del Centro Democrático, que se compromete con un programa que contiene las más urgentes reivindicaciones nacionales, y cuenta con el apoyo de la naciente y esperanzadora Coalición Colombia, conformada por el movimiento Compromiso Ciudadano, el partido Alianza Verde y el Polo Democrático Alternativo, organizaciones que han sido baluartes de las luchas de los ciudadanos y de los gremios que padecen el modelo económico y social vigente, organizaciones que han protagonizado los más valerosos debates contra la corrupción y la politiquería, a la vez que mantienen su probado compromiso con los acuerdos de paz firmados con las Farc y con las conversaciones en curso con la otra guerrilla.

La Coalición Colombia no concilia ni contemporiza con los candidatos de Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe, ni pone al país en la disyuntiva de escoger el mal menor. La Coalición Colombia garantiza materializar un primer y fundamental paso: derrotar a la pandilla de neoliberales que en los últimos siete gobiernos, desde Cesar Gaviria, han implementado a rajatabla un modelo económico y social calamitoso y han usado la corrupción y la marulla para atornillarse en el poder sin ningún escrúpulo. La Coalición Colombia se compromete a cumplir los acuerdos de paz, mantener relaciones diplomáticas y comerciales en pie de igualdad con todas las naciones del mundo y trabajar sin vacilación por reactivar el aparato productivo nacional, sin lo cual es imposible mejorar las condiciones de vida y de trabajo de los colombianos.

El primer paso para lo anterior, repetimos, es derrotar a “los mismos con las mismas” y a quienes recientemente les han alcahueteado y no se avergüenzan de hacerse pasar por distintos o alternativos. La invitación que hacen a una consulta el 11 de marzo para escoger un candidato que enfrente la amenaza de la “ultra derecha” de Uribe y Germán Vargas entrampa al campo democrático con unos precandidatos como Clara López, Humberto De la Calle y Gustavo Petro, que han apoyado, gobernado o hecho acuerdos con Santos. La otra propuesta, continuista y complementaria de la anterior, es la de un gobierno de transición con el santismo “para garantizar el cumplimiento de los acuerdos de paz”, propuesta que hace el nuevo partido de las FARC. Ninguna ofrece garantía de poner fin a los gobiernos de quienes, como señala el senador Robledo, “han separado su suerte de la de los cuarenta y seis millones de colombianos”.

La Coalición Colombia, con Sergio Fajardo como candidato presidencial y las listas al Senado y Cámara por la Alianza Verde y el Polo Democrático Alternativo, así como las listas de coalición presentadas en diez departamentos, son la alternativa democrática contra el continuismo y representan el rompimiento con los gobiernos y dirigentes responsables de las afectaciones que hoy padecemos los colombianos. La propuesta está despertando una entusiasta aceptación en los colombianos que anhelan el cambio y sin lugar a dudas logrará la gran unidad que se requiere para alcanzar el gobierno. Lo nacional y democrático, lo verdaderamente alternativo y ligado a la búsqueda del progreso es votar por sus candidatos y evitar el continuismo abierto o velado.

 

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