Natalia es recicladora desde hace 10 años, está en el plantón con sus dos hijos, quienes la apoyan con pitos y tambores de plástico. También la acompaña “negrito”, un cachorrito que cabe en la mano de José Luis.
“Estamos defendiendo el derecho del reciclador, que se nos respete el pago y la ruta. En todos los años que llevo como recicladora he aprendido a cuidar el medio ambiente, por eso sólo pido que se respeten nuestros derechos. Lo más duro es tener que trasnochar.
Me siento orgullosa de mis hijos y de ser recicladora; ellos a veces dicen que la basura huele feo, pero entienden que desde que trabajo en esto, vivimos mejor. Todos somos iguales, los que juntamos basura y los que son de estrato seis”.
Natalia cuida a sus hijos, al medio ambiente y a “negrito”.