Esta pandemia sacó a flote el histórico rencor de esa casta centralista gobernante que no soporta el liderazgo de otras regiones, en este caso el de Antioquia. Líder provinciano que no se somete a ellos es perseguido y arruinado políticamente. Y que no se fíen las otras regiones, algún día les tocará el turno.
Esa élite ha querido mantener su eterno reinado apabullando, destruyendo y atrofiando el liderazgo, crecimiento y desarrollo de las provincias. Esta vileza jamás los hará mejores, ese deseo de destruir a quienes dejan evidencia su mediocridad e incapacidad. ¡Ya basta de pretender mantener el control del país desde Bogotá con bajeza, con ánimos destructivos! Primero fue el gobernador Aníbal Gaviria y ahora enfilan baterías conta el alcalde Daniel Quintero.
¿También seguirán con los otros alcaldes del Valle de Aburrá y de cada municipio del departamento? Ambos, gobernador y alcalde, apenas son representantes pasajeros de los antioqueños, así que mejor se bajan de la nube quienes creen que destruyéndolos a ellos nos destruyen a nosotros. Lo que somos, nuestra disciplina y capacidad de resiliencia jamás podrán socavarla.
Lo más lamentable es ver algunos medios de comunicación y periodistas al servicio de ese miserable plan orquestado contra Antioquia. Claro que no sorprende, es histórico y sistémico. El periódico El Tiempo le pidió a Clarita Gómez de Melo, columnista y psicoanalista de ese medio, “hablar de lo feo” de los antioqueños. Ella, quien dice ser paisa, se explaya con todo prejuicio y odio conta los habitantes de una región solo por el hecho de ser nacidos allí. Si en su columna cambiamos el término paisa por negro o sudaca quedaría en evidencia una descarada declaración que el mundo condenaría por racista o xenofóbica. No sé cuál sea el término adecuado para denunciar el odio a una región y sus habitantes dentro de un mismo.
Hoy, junio 24, los señores de la W, con Julio Sánchez a la cabeza, cumplieron su parte del entramado. En una entrevista tendenciosa y con marcados visos de persecución al acertado trabajo del alcalde Daniel Quintero soltaron su arsenal antipaisa. Acusan vilmente al entrevistado y dicen que están preguntando, no dejan hablar al “acusado”, nada de lo que responde el entrevistado es digno de creerse y será usado en su contra, juzgan y piden renuncia o destitución, tergiversan y acomodan lo dicho a la conclusión premeditada. Y se dicen periodistas de investigación.
En las décadas del 80 y 90 nos tocó sufrir el desprecio, abandono y estigmatización por cuenta del narcotráfico. Lo superamos por encima del disfrute de esa casta centralista que nos trató como parias. Pero esta historia tiene más de un siglo. En 1886 legalizaron el control al progreso de Antioquia y las provincias modificando la constitución y estableciendo un régimen centralista. Ahí nació nuestro deseo tener una identidad cultural como pueblo, la antioqueñidad, una identidad que a todas luces resulta contraproducente para esa elite centralista que no duda en destruir lo bueno con tal de mantener su hegemonía. Al parecer para ellos lo mejor sería ver a Antioquia muriendo por COVID-19. Ocúpense del país y de su ciudad. Recojan lo bueno que hacen las demás regiones. No se empeñen en destruir a quienes dejan en evidencia su incapacidad.
Como siempre, los antioqueños saldremos adelante a pesar de la casta que castra y que odia a las provincias que los superan.