Yo no soy gay. No me gustan los bares gays, no me gustan los hombres que se visten con ombligueras ni con aretes. Sería incapaz de cogerme de la mano con otro hombre o de saludarlo de beso. Pero nada de eso importa. ¿Saben por qué?
Porque nunca un gay me ha tratado de convencer de ser lo que no soy. Nunca me han arrastrado a un bar gay, me han puesto una ombliguera o me han saludado de beso a las malas.
Lo que sí me gusta es poder ser lo que soy libremente, porque creo que ese es el único camino a la felicidad. Así, sin joder a nadie, gozándoselo, tranquilo. Y porque creo que el derecho al libre desarrollo de la personalidad es sagrado me saca de quicio que se metan con los homosexuales. Que los acorralen, los señalen y los matoneen.
Y no es porque me de lastima. Tengo amigos, familiares y colegas homosexuales y quiero que sean felices pero mi posición no la tomo solo por ellos. La tomo porque creo que cuando un niño no se puede coger de la mano con otro niño sin que le den en la jeta, me están jodiendo mi país. Porque cuando un joven homosexual se suicida porque no lo dejaban ser quien quiere ser, están privando al país de su corazón, de su mente, de su trabajo. Porque cuando un homosexual talentoso se exilia para poder ser él, perdemos todos. Los derechos de los gays no son importantes solo para ellos, son importantes para los colombianos que creemos que en este país todos tenemos derecho a salir adelante y ser felices y que entendemos que ellos tienen mucho mucho que aportar.
Cuando matonean a los gays y les quitan sus derechos, nos están robando el país profundamente democrático que queremos construir y que empezó medio a surgir a partir de la Constitución del 91. Somos unos pendejos si no nos damos cuenta. Y nos toca tomar partido con ganas.
Personalmente creo que la igualdad es imparable. Que dentro de 20 años este debate parecerá ridículo y entenderemos que las preferencias sexuales son una más de las muchas decisiones que toma cualquier individuo en su vida. La pregunta es cuánto dolor tendrán que soportar miles y miles de homosexuales mientras llega ese día. Y cuánto perderemos los colombianos por no poder extenderle una mano amiga a los niños, jóvenes y adultos homosexuales a tiempo.
Yo no soy indiferente ni neutral. Hoy digo en voz alta: lo que es con los gays es conmigo.
