Trigo Figueroa trabajaba en el equipo de seguridad encargado de proteger a su padre, la estrella de la música norteña Joan Sebastian, mientras éste terminaba un concierto en Mission Texas. Los aplausos, las flores lloviendo sobre sfu figura de cowboy, la gente tratando de tocarlo con la esperanza de que algo de ese inmenso talento se trasladara por ósmosis y de pronto el sonido profundo y metálico de un disparo. Trigo cae al suelo. Tres tiros más. La gente corriendo en estampida, una persona se revuelca en el suelo y Tiago está ahí, con los ojos abiertos, inmóvil y Joan Sebastian tratando de tapar con sus manos el manantial de sangre que le salía a su hijo en el hueco que le había dejado en la frente la bala. El asesino escapó y nadie dijo nada del misterioso atentado.
Cuatro años después, el 3 de mayo de 2010, Abel Uribe Landa, exalcalde del municipio de Tepitac, Guerrero, y colaborador cercano del cantante, fue encontrado en un basurero a escasos kilómetros de Sonora con la cabeza abierta a garrotazos, amordazado y con las manos atadas a la espalda. A su lado estaba volcada una camioneta Ford Explorer.
Pasó una semana cuando su hijo Juan Sebastián fue asesinado en la entrada de una discoteca en Cuernavaca. El cantante le dijo a la prensa que el muchacho de 32 años había sido acribillado después de empezar una pelea con un vigilante, envalentonado por el tequila y el orgullo que le gustaba exhibir delante de sus amigos. Esta versión sólo duró cuatro días ya que en ese lapsus de tiempo apareció una manta con este mensaje firmado por el temible Cártel del Pacífico Sur: “A la ciudadanía en general de Morelos aquí esta Guillermo Vargas padre e hijo colaboradores del homosexual Edgar Valdez Villareal La Barbie, trasiego de la muerte de Juan Sebastián Figueroa por la disputa de una mujer por problemas pasados, esta gente colaboraba con el traidor, si las autoridades no pueden, nosotros sí, no descansaremos hasta acabar con las lacras de Morelos, atentamente CPS”.
Dos años después, en el 2012, el nombre de Federico Brito Figueroa, su hermano, se relacionaba con los carteles de la mafia y con masacres. Incluso se ha llegado a afirmar que Federico es el jefe de los Guerreros Unidos, el tenebroso grupo que está vinculado, junto con los narcopolíticos, narcopolicías y narcomilitares, con el crimen de Estado de Ayotzinapa en donde fueron masacrados 43 estudiantes. Esos rumores fueron refrendados cuando el 27 de mayo de ese año le metieron trescientas balas de ametralladora al auto de Joan Sebastián que estaba estacionado justo a donde había muerto su hijo dos años atrás.
Estos hechos trágicos que rodearon la vida de José Manuel de la Asunción Figueroa, conocido artísticamente como Joan Sebastian, compositor y cantante que vendió en vida más de 10 millones de discos, no fueron simples hechos aislados. Desde el 2004 su nombre ha estado vinculado a negocios turbios como el narcotráfico o la trata de blancas. Ese año un expolicía denunció que el cantautor le había escondido en su rancho tres toneladas de cocaína a Amado Carrillo Fuentes, hijo del señor de los cielos, líder del Cártel de Juárez. Nadie dijo nada, Joan Sebastian era un hombre poderoso, con influencias, intocable como tantos narcos para la Procuraduría General de la República. Ni siquiera la vinculación de su hermano en la masacre de los estudiantes de Ayotzinapa lo despelucó.
Los Figueroa siempre han sido una familia respetable de Juliantla, el diminuto caserío de 700 habitantes ubicado en la Provincia de Guerrero. Su apellido se asocia a una larga tradición de ganaderos, organizadores de jaripeos, una especie de rodeo mexicano, y en los últimos años dueños de Producciones Figueroa, empresa de espectáculos bastante popular en México.
Lejos de esa respetabilidad, la familia está llena de rumores que hacen ruido como piedras arrastrándose en un río. Edwin Lanuza, padre de la novia de 18 años del cantautor, le contó a la policía como en el rancho de Joan Sebastian se practicaba la esclavitud sexual. Lanuza no tuvo pelos en la lengua al afirmar que el autor de Me gustas había prostituido a sus hijas al afirmar que su otra hija de 15 años había estado involucrada con Alejandro Fernandez en una jugada sucia planeada por Figueroa.
Nada de esto se ha podido comprobar. Mientras lloran la partida del artista, la justicia mexicana se pregunta cuánto tiempo más podrá ocultar que uno de sus cantantes más queridos estuvo vinculado con los carteles de la droga que han matado en las dos últimas décadas a más de doscientas mil personas en México.