El 20 de junio de 1995 estalló la bomba que casi tumba a Ernesto Samper. El entonces fiscal Alfonso Valdivieso dio a conocer unos casetes, conocidos como narcocasetes, en los que se oía claramente a los hermanos Rodríguez Orejuela, jefes del Cartel de Cali, conversar con Alberto Giraldo sobre unos dineros para la campaña de Samper. No había pasado un año desde su posesión cuando el presidente tuvo que enfrentar el escándalo que marcó su gobierno, y del que aún hoy no se ha podido desvincular.
El primero que conoció los narcocasetes fue Andrés Pastrana, quien en el año 1994 perdió las elecciones con el liberal. Pastrana los tuvo en su poder justo una semana después de las segunda vuelta, y aunque se los entregó al entonces presidente César Gaviria, estos no conocieron la luz.
Desde entonces Ernesto Samper ha asegurdo y reafirmado que todo "fue a sus espaldas". Aunque se comprobó que los dineros del Cartel de Cali sí ingresaron a la campaña presidencial, nunca quedó claro si Samper sabía de esta situación.
En 1995 los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela fueron capturados. Desde entonces se quedaron esperando su extradición, que se dio en 2004 y 2005, respectivamente. Sin embargo, en el año 2000, cuando Andrés Pastrana ya era presidente, los hermanos exjefes del Cartel de Cali le enviaron una carta.
"Cometimos el error de contribuirle al señor doctor ERNESTO SAMPER PIZANO y a sus más inmediatos colaboradores, con el dinero para su campaña presidencial, NO fue a sus espaldas ni mucho menos a espaldas de los directivos de la campaña [...]"
El presidente Pastrana, sin embargo, nunca reveló la carta, solo hasta ahora en su comparecencia ante la Comisión de la Verdad. El documento se lo entregó al padre Francisco de Roux en la audiencia pública.
La carta, firmada por los dos narcos con fecha del 12 de junio de 2000, era la confesión sobre la financiación de la campaña presidencial de Samper. Según los jefes del Cartel de Cali, le habían apostado a un "gobierno liberal en cabeza de los doctores ERNESTO SAMPER Y HORACIO SERPA".
Los hermanos Rodríguez Orejuela guardaron silencio durante más de cinco años y le aseguraron a Pastrana que no recibirían ningún beneficio por hacer la confesión. Sin embargo, el presidente se guardó el documento, que solo 21 años después conoce la luz:
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