Cuando creíamos que lo habíamos visto todo, Javier Hernández Bonnet, el narrador mas resistido de la televisión nacional narró lo que le faltaba: una misa del papa. Si sus comentarios son intrascendentes en los partidos de fútbol, imagínense lo que será en un campo tan ajeno como debe ser la eucaristía. Lo de Caracol y RCN en esta visita papal deja en evidencia que los canales privados deben reformarse.
No puede ser posible que iniciativas pequeñas como Canal Capital tengan un director con el buen gusto de dejar el sonido ambiente para atestiguar el fervor que genera en un pueblo católico como el nuestro, la venida del papa. RCN y todavía mas Caracol, apelaron a las emociones, ayer con Jorge Alfredo Vargas y hoy con Javier Hernández para captar rating. Desaprovecharon una oportunidad magnífica para traer dos vaticanistas serios que le enseñaran a este albañal rezandero como es la religión que tanto dicen adorar. Porque los católicos no tienen ni idea como es que es la jerarquía allá en el Vaticano, ni saben de las intrigas de los Bertone y demás sacerdotes que esconden entre sus faldas profusas el trinchete del diablo.
No, recurrieron a lo fácil, como cuando llevaron a Edgar Perea a narrar el Tour de Francia y se trenzó a puños con un verdadero especialista como es Ruben Dario Arcila. Porque es que eso pasa con estos muchachos de los grandes canales: son invasivos, irrespetuosos. La culpa de que Hernández Bonnet sea la máxima tendencia en Twitter por las burlas que ha despertado su actuación la tiene el mismo. Él mismo que no sabe decir no, que no es precavido, que quiere llenarlo todo como una de esas plagas de langosta que tapan el sol, de lo densas que son, y arrasan con todo.
En el pulso entre canales los peores han sido RCN y Caracol aunque este último perdió de lejos. Hernández Bonnet, no te soportamos en el fútbol, nunca te escuchamos porque jamás aportas nada, ahora, en temas de la iglesia, te conviertes en un simple hazmerreir. Y ahí está la consecuencia: por segundo día consecutivo Caracol no da pie con bola y tiene a uno de sus narradores como el monigote del cual todos nos reímos en Colombia.