A pesar de ser Medellín la segunda ciudad de país, su mejor institución educativa en las pruebas Saber 11 ocupó el puesto 33 a nivel nacional, con un mayor puntaje en inglés (93,56) y un peor puntaje en lectura crítica (67.55). Esa es la regla general a nivel nacional: un buen resultado en inglés, que jalona el promedio general de las demás áreas en las pruebas, y un muy mal promedio en lectura crítica, que es donde peor les va a todas las instituciones que se sitúan en los primeros puestos de las pruebas Saber 11-2015.
Esa deficiencia de lectura crítica también la debe tener el Ministerio de Educación, pues esos resultados deberían llevarlo a reflexionar si transitamos por el camino correcto. Es incuestionable la importancia de un segundo idioma y mucho más, para nuestro caso, si se trata del inglés, pero ningún idioma es importante per se ni puede sustituir la formación básica que debe recibir un estudiante. No se pueden compensar las deficiencias en química, física, matemáticas, sociales, etc., con un puntaje alto en otro idioma.
Obtener 93,56 puntos en inglés no nos dice que el estudiante sea buen bachiller y la razón es sencilla: está al nivel de un niño de 7 años de Belice, Granada o Guyana, que hablan, leen y escriben en ese idioma, pero con poco conocimiento para decir, escribir o leer. ¿Acaso, como país, estamos preparando a nuestros jóvenes para competir con niños de 7 años de Belice? ¿Ese debe ser, acaso, el nivel de nuestros bachilleres, saber inglés aunque no tenga conocimientos para transmitir en ese idioma? En cambio, obtener 67,55 puntos en lectura crítica sí es elocuente de que no estamos ante un joven académicamente excelente. Una persona no puede tener más competencias de lo que es capaz de leer críticamente, porque ese es el nivel de interrelación que tiene y de su capacidad para identificar y comprender problemas.
No se debe dejar de enseñar el segundo idioma, solo hay que excluirlo de la medición de las pruebas Saber 11, para que no terminemos creyendo que tenemos buenos bachilleres donde solo hay buenos angloparlantes con el nivel de competencias de párvulos de cualquier país antillano que hubiera sido colonia inglesa, y para que no terminemos creyendo que contamos con buenas instituciones educativas cuando su mayor esmero no se evidencia en la formación académica.