Animal Defenders International (ADI) hace un llamado al gobierno del Reino Unido, de Estados Unidos y a los gobiernos de todo el mundo, para priorizar una mejor ciencia que enfrente el COVID-19. Con el fin de acelerar el desarrollo de una vacuna y tratamientos, ADI insta a que se eliminen los requisitos reglamentarios en cuanto a las pruebas con animales, redirigiendo los recursos para la investigación en animales hacia técnicas científicas avanzadas y más relevantes para los humanos.
A medida que se invierte más dinero en investigación, se lleva a cabo un número creciente de estudios en animales utilizando diversas especies en Reino Unido, Estados Unidos y en otros lugares, incluidos los Países Bajos y China. Muchos de estos se realizan en un intento por encontrar una vacuna o tratamientos efectivos para COVID-19.
Se espera que una vacuna contra el virus esté disponible el próximo año, sin embargo, la investigación y el desarrollo de la vacuna generalmente tarda entre 15 y 20 años, y la investigación en animales, actualmente, es una parte importante del proceso.
En un movimiento para acelerar este largo proceso durante estos tiempos sin precedentes, la Coalición Internacional de Autoridades Reguladoras de Medicamentos (ICMRA, por sus siglas en inglés) ha informado que los modelos animales habituales de enfermedades para evaluar la efectividad de las vacunas potenciales para el SARS-CoV-2 (el virus que causa COVID -19) no será necesario, antes de proceder a ensayos clínicos en humanos.
Debido a las diferencias entre especies, los animales responden de manera diferente a sustancias como las drogas y, por lo tanto, son una forma poco confiable de predecir los efectos en los humanos. Más del 90% de los medicamentos que demuestran ser prometedores en ensayos con animales fracasan en humanos, ya sea por falta de efectividad o por problemas de seguridad. De las drogas que llegan al mercado, alrededor del 50% se retiran más tarde.
Aunque el ICMRA está permitiendo que los laboratorios que desarrollan vacunas procedan directamente a ensayos clínicos en humanos, aún se requerirán pruebas de seguridad en animales antes de que se pueda comercializar una vacuna potencial. Durante las pruebas de seguridad, los animales serán alimentados a la fuerza o inyectados con una sustancia mientras están restringidos, y sufrirán efectos secundarios debilitantes, incluso fatales. Se ha demostrado que tales pruebas son indicadores poco confiables de seguridad en humanos.
A pesar de este reconocido y fundamental problema, laboratorios como el Imperial College de Londres y Public Health England con Porton Down, Salisbury, están utilizando ratones, hurones y monos macacos para analizar posibles vacunas contra COVID-19, por su parte investigadores del ejército en Fort Detrick en Maryland están utilizando primates para probar una posible vacuna. El Centro Nacional de Investigación de Primates de Tulane también espera desarrollar una vacuna y un tratamiento, y está creando modelos de primates para estudiar los síntomas de la enfermedad y cómo se transmite el virus, los cuales podrían estudiarse en pacientes para proporcionar datos más relevantes para los humanos.
Con detalles específicos de la investigación no publicados en este momento, estudios similares realizados sobre virus relacionados, incluso para MERS y SARS, indican que los animales probablemente serán inyectados primero con una vacuna, luego expuestos al virus por la nariz mientras estén sedados o restringidos y después de un período de observación de sus síntomas, se sacrificarán para que sus tejidos puedan ser analizados. A lo largo de su terrible experiencia, los animales experimentarán angustia y sufrimiento.
En lugar de realizar estas pruebas engañosas e innecesarias, ADI pide que se prioricen los métodos científicos avanzados, relevantes para los humanos y que se eliminen los requisitos reglamentarios para la investigación en animales, de modo que las vacunas y tratamientos seguros y efectivos puedan progresar más rápidamente.
Las técnicas sofisticadas, que ya han proporcionado información clave sobre la enfermedad, incluyen modelos matemáticos de transmisión y tamaño de la epidemia; el uso de cultivos de fluidos pulmonares para estudiar el genoma del virus; muestras de biopsia de pacientes para investigar el daño del tejido pulmonar; modelos de inteligencia artificial para predecir qué fármacos podrían tratar COVID-19; usando anticuerpos de sobrevivientes de COVID-19 para tratar pacientes; tecnología de órgano en un chip humano que emula la infección pulmonar humana para el descubrimiento de fármacos; organoides para investigar cómo la enfermedad infecta el tejido humano; y modelos in vitro de células humanas de las vías respiratorias en 3D para evaluar drogas.
La presidenta de ADI, Jan Creamer, dijo: “Hay una necesidad urgente de abordar y tratar el COVID-19 y otras enfermedades humanas con una mejor ciencia y más rápida. Para proporcionar tratamientos más seguros y efectivos que ayuden a las personas, necesitamos alejarnos de la investigación en animales, la cual es poco confiable y utilizar métodos científicos avanzados, más relevantes para los humanos ".