Ad portas de la llamada post modernidad, las redes sociales han adquirido un papel protagónico en las vidas de las personas, logrando generar cambios específicos en el hombre como individuo, sin olvidar los producidos en la sociedad.
Tampoco se encuentra problema en esto, históricamente la humanidad se ha caracterizado por sus constantes cambios sociales. Y tampoco podemos mentir. Las redes sociales han traído con ellas numerosos beneficios, dentro de estos podemos encontrar el más notorio, la inmediatez con la que la información es entregada; Ahora no hay que esperar horas o incluso días para enterarse de la totalidad del radio bemba, como lo hacían nuestras abuelas.
Pero no todo es color de rosa como se quisiera. Una nueva responsabilidad trae consigo nuevos desafíos.
Un problema frecuente en estas plataformas, es capacidad que tienen para aislar. Una tesis que podría sonar contradictoria, pero quien no se ha perdido durante cinco minutos o más hurgando en Facebook, Instagram o twitter, mientras se está en medio de una conversación.
Después de haber dicho esto, se llega a lo excesivamente feo de las redes sociales, aquí nos encontramos con estrategias difamadoras que no buscan nada más que mancillar el honor de una persona. Arthur Schopenhauer dijo “El honor es la opinión que tienen los demás acerca de nosotros, y en especial la opinión general de quienes saben algo de nosotros”
En conversación con Vicky Dávila el periodista Héctor Fabio Cardona afirma “Ya se crearon bodeguitas (...) las bodegas existen y son estrategias de ataque y destrucción de las otras personas. Es la parte más fea de las redes sociales”
Aunque este tipo de triquiñuelas no son propias del ámbito político, últimamente han venido tomado fuerzas en este medio. Claro esta, apenas y se le podrá llamar política o político a quien utilice estrategias tan bajas. Para ser exactos han venido tomando fuerzas en el ambito politiquero.