¿Llorar por Palestina?

¿Llorar por Palestina?

"El continuo rechazo a la cooperación con Israel solo hace que el pueblo palestino se hunda más en los ya reconocidos escenarios de hambre, pobreza y segregación"

Por: Andrés Felipe Serna Vélez
julio 27, 2020
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¿Llorar por Palestina?
Foto: Pixabay

Lilia Solano mencionó en su nota ciudadana ¿Quién llora por Palestina? la clásica y errónea tendencia de esperar una contundente respuesta de la Organización de las naciones unidas (ONU) o de la comunidad internacional frente a las acciones unilaterales de Israel. Por un lado, hace pensar que la solución del conflicto recae en sujetos ajenos a los mismos árabes-palestinos y los israelíes, y a su vez pareció ignorar que el plan de anexión sobre el valle del Jordán es un objetivo político clave de la derecha israelí desde 1977, cuando ascendió el Likud al poder.

La ocupación militar israelí en Cisjordania ha favorecido así la fundación de numerosos asentamientos de colonos que interrumpen la continuidad territorial e impiden una posible autodeterminación palestina. Sumado a lo anterior, la prolongación de las negociaciones de paz y del statu quo, solo han creado un conglomerado caótico de espacios administrativos, legales y de seguridad, sin ninguna coherencia territorial. En medio de todo ello están los palestinos, extranjeros en su propia tierra. No obstante, nadie necesita llorarlos. Los lamentos no disminuyen los males que padecen tras la “barrera de seguridad” o lo que ellos consideran “muro de la vergüenza”.

Está claro que la operación israelí sobre los territorios ocupados es ilegal y está en contravía de las Convenciones de Ginebra y el derecho internacional, pero la ONU poco o nada puede hacer para cambiar dicha situación, y mucho menos la famosa comunidad internacional que en medio de la crisis por la pandemia COVID-19 hará nulos esfuerzos al respecto mientras miles de sus conciudadanos mueren en los hospitales.

Desde el plan para el desarrollo de la colonización de Judea y Samaria (1979-1983) presentado por Ariel Sharon, entonces ministro de Agricultura, Israel se ha enfocado en controlar totalmente su frontera oriental y consolidar enclaves vitales en términos de defensa. El punto de quiebre se encuentra en la misma construcción del muro de Cisjordania aprobada desde junio del 2002 bajo el gobierno de Ariel Sharon. Cercando las poblaciones palestinas como Belén, Ramallah o Jerusalén Este y poniendo todo tipo de obstáculos y controles militares a los palestinos, se ha configurado una considerable judaización de Cisjordania donde el pueblo palestino tienen solo en sus memorias el otrora vínculo con la tierra sobre la que habitaron generaciones enteras de sus antecesores.

En vez de querer ayudar (en medio de lágrimas) a los palestinos con firmas y discursos políticos de poco fundamento, lo que se debe hacer es presionar la unidad de las facciones palestinas, a saber, Hamas y Al-fatah. Sin unidad política no existirá jamás unidad territorial.

Como de facto Israel controla toda Palestina, y una solución armada parece no ser una solución considerable, el paso fundamental a seguir es el reconocimiento pleno de Israel como Estado y el desarrollo de estrategias que impulsen la soberanía de las autoridades palestinas sobre sus territorios, a la par de una coordinada lucha contra el terrorismo y organizaciones islámicas radicales.

La solución está en el pragmatismo y las adecuadas decisiones políticas en virtud de lo que la realidad de la política israelí exige. Por el momento no existe una única autoridad palestina que esté en condiciones de ser un fuerte intermediario que pueda hacer exigencias a Israel. Por eso el fortalecimiento político con un giro de 180 grados en los proyectos políticos de los palestinos, debe darle paso a un posterior desarrollo económico que fluya al lado de Israel y no en contra del mismo.

El continuo rechazo a la cooperación con Israel solo hace que el pueblo palestino se hunda más en los ya reconocidos escenarios de hambre, pobreza y segregación. Mientras la violencia, el terrorismo y la división interna del entorno árabe-palestino legitiman las políticas israelíes de expulsión y colonización, es indispensable pensar en soluciones de fondo para la grave crisis humanitaria de los palestinos, y no en pañitos de agua tibia: lamentos, firmas y hondeadas de banderas palestinas en las marchas de nuestro país.

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