Seguramente esta semana los colombianos seremos testigos de la noticia más importante en nuestra historia reciente, más que los diálogos y que la misma firma de lo acordado. Esta semana se materializa lo que para muchos hacía impensable el éxito de un proceso de paz con las FARC: Que ellos se desarmaran.
Pero esta noticia, que en otras latitudes sería motivo de jolgorio, en Colombia se topa con un ambiente hostil, con una ciudadanía dividida, que si bien antes celebraba unida un triunfo de la selección, hacía caravanas para recibir a cualquiera que ganara, daba igual una medalla o una corona, o también unida rechazaba un atentado terrorista, ahora espera ansiosa la oportunidad para despellejar la opinión del otro y vanagloriarse con su postura, sin que necesariamente prime la verdad.
Hoy los detractores del proceso, después de negarse a asistir a la mesa, de llevar la contraria durante los diálogos y hacer una campaña con mentiras de cara al plebiscito; ante el cumplimiento de lo pactado, quieren tender un manto de duda sobre algo fáctico y evidente como es la entrega de las armas, han llegado a decir que la ONU no es un garante serio o que las fotos no son suficiente prueba. Pero ya negarse frente a los hechos raya con lo mezquino.
Como si no fuera suficiente, ahora la voz tenor de la oposición dice desde España que de ganar las elecciones en el 2018, va a volver a modificar los acuerdos, lo cual constituye una afrenta a los intereses de los colombianos, que ya solo esperamos que se cumpla lo acordado y que se pase la página, para que las próximas elecciones no tengamos que volver a votar contra las FARC y contra la guerra sino que sobre lo construido, podamos proyectar una Colombia que avance sobre otras ruedas.
Este proceso de paz ya valía la pena desde que las armas se dejaron de usar y dejaron de morir colombianos por culpa de la guerra con las FARC, pero algunos quisieron hacer alharaca porque una entrega de armas se demoró un par de días más; se les olvida que hace nada, lo único seguro que teníamos era el sufrimiento de las víctimas.
Al día de hoy, 22 de las 26 zonas veredales transitorias, están desarmadas, triunfo de la sensatez para una sociedad sedienta de reconciliación, sin embargo el garante es la ONU y en Colombia le creen es a los pastores.
Disculparán si la entrega total de armas se extiende hasta la otra semana.
