Después de muchas expectativas la reunión de Cesar Gaviria y Gustavo Petro dejó en claro que la alianza con el Partido Liberal solo se definirá después de las elecciones del 13 de marzo, cuyos resultados van a definir la posición del liberalismo en las elecciones presidenciales.
La situación política se vuelve más compleja y dinámica en la medida en que se acercan las elecciones; el escenario de la Coalición Centro Esperanza es todos los días más complicado y confuso: Jorge Robledo dice que no votaría por Alejandro Gaviria; Ingrid Betancourt llama a no votar por la coalición que es un cartel; Sergio Fajardo sigue viendo ballenas y mirándose el ombligo; Juan Manuel Galán y Carlos Amaya se muestran los dientes; Juan Fernando Cristo retira su candidatura y Humberto De la Calle guarda silencio ensordecedor.
Todo está indicando que dos grandes bloques electorales se perfilarán para definir la presidencia de la República en la primera vuelta presidencial, de conformidad con los votos por las coaliciones mucho más que por el número de Senadores y de los elegidos a la Cámara de Representantes.
El Equipo Colombia va estar apoyado por El Centro Democrático y el uribismo en todas sus manifestaciones, incluidos los seguidores de Rodolfo Hernández y otras corrientes vergonzantes que se unirán contra Petro con el voto en blanco; el Pacto Histórico va en alianza con el liberalismo; y la Coalición Centro Esperanza, centrifugada, desfigurada y desesperada, con Fajardo el tibio a la cabeza. ¿Y para dónde va Alejandro Gaviria y Juan Manuel Galán?
Este es el pulso que está esperando César Gaviria para definir la posición del partido liberal, dejando la puerta abierta para una alianza con el Pacto Histórico después de las elecciones del 13 de marzo.
Tenemos, pues, “un pacto con el diablo” (Ingrid Betancourt); “un expresidente vendiendo su maquinaria al mejor postor y un candidato presidencial que promete ‘derrocar el régimen de la corrupción’ con los mismos que lo estimulan” (Sergio Fajardo); “Hay que estar con las bases liberales, con los líderes de base, no con César Gaviria, director del Partido Liberal, que tantos males le ha traído al país” (Francia Márquez); “El pacto debe ser con la ciudadanía y no con la politiquería” (Camilo Romero) “Si tenemos las bases liberales no veo por qué tenemos que buscar al jefe del Partido Liberal” (Alfredo Saade).
“Un pacto con el partido liberal es un asunto que va a ser objeto de una discusión a fondo, porque lo que no estaríamos dispuestos a aceptar es una de esas tradicionales componendas burocráticas. Yo soy consciente de que el Pacto Histórico no puede aspirar a gobernar solo este país. Hay que plantearse una muy fuerte alianza, un bloque histórico para sacar adelante el futuro de la nación. Yo creo que en eso hay que abrirse a las posibilidades de un diálogo programático y no burocrático sobre alianzas políticas.” Iván Cepeda Castro, senador Polo Democrático. (El Colombiano 7-3-2022)
Vuelve y juega la moral abstracta contra la alianza Petro-Partido Liberal. Vuelven a jugar los principios morales por encima del análisis concreto de la coyuntura política, de la correlación de fuerzas, de la posibilidad real de ganar las elecciones para avanzar en reformas estructurales a favor de las mayorías populares (Campesinos pobres y medios, obreros y trabajadores formales e informales, estudiantes, afros, indígenas, mujeres, LGBTI, trabajadores del arte y la cultura, capas medias, (el 90% de la población colombiana).
En la reunión con Gaviria “se habló de la renta básica, la autonomía del Banco de la República, el Estado de Derecho, propuestas para que se acabe con las exenciones tributarias para los más ricos del país, y de las EPS; también hablaron de oportunidades para la gente, educación, el campo colombiano, la política internacional y la importancia de darle estudio y manutención a los universitarios”.
Posteriormente Petro aseguró: “Si el liberalismo en general y el progresismo que yo represento en este momento pueden lograr un acuerdo programático válido sobre temas fundamentales en la sociedad colombiana. Yo divido lo que hablamos en dos grandes temas: uno es el acuerdo en que lo que hay que desarrollar es un capitalismo productivo en Colombia y evitar una serie de cosas anti-modernas que hoy existen en el país que evitan, impiden el desarrollo económico”.
Y más adelante agregó que otro tema que está en discusión es el relacionado con “un cambio de políticas sociales sobre la base de garantizar efectivamente los derechos que la Constitución del 91 dejó para toda la sociedad colombiana de manera individual, social, colectiva, ambiental, y que necesitan de una mayor presencia del Estado y por tanto de una resolución del déficit fiscal del país a partir de una Reforma Tributaria que tiene que ser más progresiva, es decir, que tiene que afectar más a quienes más tienen” (El Tiempo 2-3-2022).
Como se puede ver, la iniciativa política la tiene Petro, no solo por la reunión con Gaviria, sino también porque mientras debate temas de interés nacional, crea hechos políticos como la visita al papa Francisco, y propone la emergencia económica para mitigar la pobreza de 21 millones de colombianos, otros están soñando con la pureza de una moral abstracta que los aleja de la realidad concreta que están viviendo la mayoría de los colombianos en estos momentos.
En otras palabras se puede decir que están desconectados de la agudización y ampliación de la lucha de los sectores progresistas y democráticos contra las fuerzas de la reacción conservadora del uribismo recalcitrante, de los terratenientes, latifundistas, y del capital financiero, que quieren continuar con la guerra y la violencia para seguir usufructuando sus privilegios de clase; contra las fuerzas que quieren perpetuarse en el poder utilizando el miedo, la violencia y la mentira, para proseguir con el modelo neoliberal del capitalismo salvaje, atrasado, violento, autoritario y militarista.
Ahora no hay término medio en esta coyuntura que está viviendo el país; por más vueltas y revueltas que se le quiera dar al asunto, objetivamente el llamado “centro político” le va a servir a los fines de conservación de la oligarquía financiera y feudal dominante.
Por eso en estas condiciones es tan importante la alianza con el Partido Liberal para poder realizar las reformas democráticas fundamentales que permitan el desarrollo del capitalismo moderno, porque con este proyecto de un capitalismo democrático, como dice Petro, con este proyecto de un capitalismo productivo, viene también el desarrollo de una clase obrera moderna, urbana y rural, base social del socialismo humanista y democrático, sujeto político sin el cual es muy difícil crear las condiciones para la transformación del capitalismo salvaje en una sociedad democrática en vía al socialismo.
Después de las elecciones del 13 de marzo va cambiar la realidad política; la neutralidad del liberalismo y de Cambio Radical, que aún no han definido a quién van a apoyar en las elecciones presidenciales, aunque ya suena el nombre de Germán Vargas Lleras como candidato presidencial; aunque se supone que, por afinidad ideológica de la corriente histórica del liberalismo, este se vaya con el Pacto Histórico y, al contrario, Cambio Radical, con la derecha.
Habrá, pues, segunda vuelta, según las encuestas, ya que ninguno de los candidatos alcanzará el 50% de votos en la primera vuelta. Sin embargo, esto no se ha definido todavía y está por verse en las elecciones del domingo entrante.
Si no gana en la primera vuelta, se corre el riesgo de perder en la segunda frente a la unidad de la derecha, repitiéndose el fenómeno del 2018, por lo cual, y según los resultados de las últimas encuestas, el Pacto tiene que unirse en una alianza programática con el partido liberal para poder ganar en la primera vuelta, o dejar el camino abierto para la segunda vuelta presidencial.
Según la empresa encuestadora el senado quedaría de la siguiente manera: Partido conservador 15 %; partido liberal 14 %; Cambio Radical 11 %; Pacto Histórico 10 %; Verdes 6 %; Partido de la U 6 %; Colombia Justa libres 3 %; en blanco 7 %; Ns / Nr 9 %. (números redondos)
Es decir, si el Pacto no se une con el Partido Liberal para ganar en la primera vuelta pierde en la segunda con la derecha unida, por lo cual hay que aprovechar la división de la derecha y ganar aliados con el partido liberal, ahora con la dirección del Pacto Histórico en este Frente Amplio que empezaría a dar sus primeros pasos con la propuesta de un programa y un gobierno democráticos y pluralistas.
La última encuesta muestra la tendencia favorable de Gustavo Petro, a seis días de las elecciones del 13 de marzo: consultas de coaliciones: Pacto Histórico 38.0 %; Equipo Colombia 19.1 %; Centro Esperanza 14,5 %.
El techo de la votación de la izquierda en Colombia está contado y no pasa de 30 % a 40 % de la votación total; el otro porcentaje significativo está en la abstención que históricamente ha estado entre el 50 % y el 60 %, que tiende a disminuir en esta ocasión, pero que parece que no lo hará todavía de una manera significativa a favor de la izquierda, a no ser que las juventudes de la rebelión popular de abril y mayo del 2021, voten en forma masiva por el Pacto Histórico, una posibilidad remota de acuerdo con la participación de la juventud en las elecciones para los Concejos Municipales de la Juventud en diciembre del año pasado.
Luego entonces la izquierda socialista tiene que prepararse para poder enfrentar en forma organizada y con un programa de lucha por la democracia popular, y en unidad de acción con la llamada izquierda democrática de las capas medias (Pequeña y mediana burguesía), para enfrentar a la derecha neoliberal, continuista, violenta y paramilitar, que podría tomar el poder en las próximas elecciones si no hay unidad entre el Pacto Histórico y el Partido Liberal.
Estaríamos, entonces, frente a un fenómeno parecido al de las elecciones chilenas donde ganó la izquierda de Gabriel Boric en segunda vuelta, -después de haber perdido en la primera frente al candidato del fascismo-, debido a una política de alianzas con los sectores medios de la burguesía chilena (el socialismo de Lagos y de Bachelett), que hizo posible cerrarle el paso a la continuidad de la constitución del fascismo de Pinochet en el poder, pero en el caso colombiano sería al contrario, se gana en la “primera vuelta” de las coaliciones y se consolida la victoria con la alianza programática con el liberalismo para defender las reformas y para cerrarle el paso al fascismo de la reacción colombiana.
Si bien es cierto que las elecciones presidenciales tienen unas características muy diferentes a las del Congreso, en el sentido de que las primeras son más independientes, mucho más libres para el ejercicio del voto de opinión, y mucho menos contaminadas por la compra del voto y del clientelismo en una forma tan directa y evidente como lo es en la mayoría de los candidatos al senado y a la cámara de representantes, también es cierto que el techo de la izquierda según las encuestas, está diciendo que sin alianzas con el Liberalismo y con los Verdes será muy difícil ganar las elecciones en la primera vuelta.
Después del 13 de marzo el Partido Liberal y Cambio Radical van a ser el fiel de la balanza para definir el nuevo presidente de la República y el nuevo modelo de economía, de estado y de la sociedad colombiana.
No obstante, los senadores y representantes de las diferentes agrupaciones políticas tendrán una incidencia considerable si se trata de listas cerradas y otra muy diferente si se trata de listas con voto preferente, puesto que las primeras podrían estar más aferradas a la candidatura presidencial y las segundas tendrían más libertad de acción y de maniobra para votar el tarjetón de las coaliciones y definir posteriormente la candidatura presidencial en la primera vuelta.
Es en este orden de ideas que debemos considerar la campaña presidencial en estos dos meses y medio que faltan para la primera vuelta del 29 de mayo, en la cual van a ser decisivos los resultados y acuerdos electorales del 13 marzo.
A la izquierda socialista y a los sectores democráticos de las capas medias, les toca medir muy bien la correlación de fuerzas del momento político que está viviendo el pueblo colombiano, con el fin de acertar en la conquista de un cambio de poder, pluralista y democrático, que permita concretar e implementar las reformas estructurales fundamentales que necesita el actual régimen político y económico, mediante un acuerdo sobre lo fundamental con las fuerzas que acepten un cambio de modelo económico neoliberal por un nuevo modelo para el beneficio de las mayorías nacionales y populares, y que, además, permitan abrir los espacios a las fuerzas del cambio para poder superar la crisis nacional.
El 14 % de favorabilidad que le da la encuesta de Guarumo al partido liberal para el Congreso de la República, lo hace el principal y potencial aliado del Pacto Histórico en la primera vuelta presidencial, teniendo en cuenta además su pasado reformista de la revolución en marcha de López Pumarejo, (1934-1942), y con su participación decisiva en el desmonte de la constitución del 86 y en la construcción de la Constitución de 1991, no obstante la utilización de los artículos transitorios que le hizo Gaviria para introducir el neoliberalismo con la apertura económica que destruyó la agricultura en el campo y la industria en las ciudades, acabó con el empleo y llevó a Colombia a la situación de hambre, desigualdad, desempleo, y violencia que hoy está padeciendo el pueblo colombiano.
Y en el mismo sentido tenemos el 6.5% de intención voto para el Congreso por el Partido Verde, que hoy esta fundido en la lista Alianza Verde Esperanza para Cámara y Senado, y que conforma el principal partido político, junto con el Nuevo Liberalismo, de los integrantes de la Coalición Centro Esperanza, que podrían ser los otros dos bloques de potenciales aliados para que el Pacto Histórico llegue a la presidencia en la primera vuelta.
Es con estas realidades políticas objetivas como podemos estructurar un programa de gobierno, realista, pluralista, progresista, estable y duradero, que le cierre las puertas al fascismo de la reacción conservadora, desmonte el neoliberalismo salvaje y le abra espacio a la transición democrática de Colombia.
Los datos de las encuestan que hacen relación a las elecciones al congreso dicen muy bien de las tendencias predominantes del clientelismo político y del poder de las maquinarias electorales que aún manejan el “voto de opinión independiente” en la mayoría de las capitales del país, y que superan el voto de opinión de la ciudadanía independiente que ejerce el sufragio con libertad de conciencia, sin la presión económica de los narcotraficantes, de los grandes contratos del gobierno (“ley de garantías electorales”) y de la coerción política del miedo, la mentira y la desinformación de los grandes medios de comunicación del establecimiento político.
Pero estos sectores que manejan una opinión crítica del gobierno son todavía minoritarios, o por lo menos no alcanzan a tener una conciencia política de clase independiente que les permita tener una mayoría consolidada en la opinión pública, en los medios de comunicación, en los sectores laborales formales e informales de las fami-empresas, microempresas, pequeños y medianos empresarios cuyos trabajadores (el 90% de los colombianos) no tienen una formación política mínima de su condición de clase, ni la organización política o gremial que les permita ser actores protagonistas en el escenario electoral para favorecer sus condiciones de vida y de trabajo.
Es aquí donde la izquierda socialista y los llamados sectores de la izquierda democrática deben tomar la realidad de las condiciones políticas concretas, y actuar en consecuencia para crear los espacios que le permitan desarrollar el proyecto político unitario de masas, con sus elementos organizativos correspondientes, que le posibiliten afrontar las campañas electorales no solamente desde el punto de vista de la opinión pública, de las redes sociales y de los medios de comunicación, sino también, fundamental y principalmente, desde las posiciones de organizaciones políticas y gremiales independientes y democráticas que aseguren el desarrollo y la estabilidad del programa político electoral.
Al margen de los resultados electorales, haya o no haya presidencia de la República para un gobierno pluralista y democrático, el capítulo novedoso del Pacto Histórico en la historia reciente del país, ha dejado una huella profunda en la conciencia de amplios sectores democráticos y populares, y un golpe irreparable que tiende a profundizarse en el corazón del bloque de poder de la oligarquía dominante, de tal manera que podemos decir con fundamento y sin temor a equivocarnos, que nada será igual en Colombia a partir de la negociación política de los Acuerdos de la Habana de 2016; a partir de los movimientos de masas, rebeliones polares, y paros cívicos de 2019, 2020 y 2021; y más recientemente a partir de las elecciones de 2022, con la extraordinaria campaña electoral de Gustavo Petro, y con el nacimiento de la unidad popular del Pacto Histórico y del Frente Amplio, como instrumentos de liberación del pueblo trabajador.
Ahora nos toca aprender las lecciones, corregir los errores, elaborar la línea política, la política de organización, la política de alianzas, la línea programática, y disponernos a enfrentar la situación con la unidad, la organización, y la movilización de masas; con el Frente Amplio, y con una estrategia programática para el horizonte político, y una táctica flexible pero de principios para la coyuntura del momento, con la visión del futuro desarrollo de la democracia popular de la clase obrera y de los trabajadores colombianos.
Y aunque algunos comentaristas afirman que Petro gana en la primera vuelta, sería importante asegurar la gobernabilidad en el Congreso con la bancada liberal y otros sectores democráticos, teniendo en cuenta un proyecto político de largo aliento que certifique y asegure el progreso, y una paz estable y duradera para todos los colombianos.