De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación del aire representa un importante riesgo medioambiental para la salud. Mediante la disminución de los niveles de contaminación del aire los países pueden reducir la carga de morbilidad derivada de accidentes cerebrovasculares, cánceres de pulmón y neumopatías crónicas y agudas, entre ellas el asma.
Es tan particularmente grave la situación que el desmejoramiento sustancial en la calidad del aire se ha convertido en un serio problema de salud pública. En el año 2016, la OMS identificó que el 91% de la población que reside en países de ingresos bajos y medianos soporta una alta carga desproporcionada de contaminación del aire, y que 4,2 millones de muertes prematuras por esta causa se producen en países de ingresos bajos y medianos, principalmente de las regiones de Asia Sudoriental y el Pacífico Occidental.
En diversos registros estadísticos de monitoreo realizados en 4300 ciudades ciudades de 108 países en el mundo, la OMS recogió concentraciones medias anuales de partículas finas (PM10 y PM2.5). Las PM2.5 incluyen contaminantes como el sulfato, los nitratos y el hollín, que son los más peligrosos para la salud humana. En sus recomendaciones sobre la calidad del aire, la OMS pide a los países que reduzcan la contaminación del aire hasta valores anuales medios de 20 μg/m3 (para las PM10) y 10 μg/m3 (para las PM25).
Cabe resaltar que a pesar de que numerosos países suscribieron acuerdos como el Protocolo de Kioto (el cual involucró el compromiso de reducir las emisiones de gases efecto invernadero en un 8%, teniendo como base el año 1990 entre el período 2008-2012), tratado de Maastricht y Ámsterdam, los acuerdos de Río y Oslo para reducir la emisión de gases altamente contaminantes al aire. Sin embargo, la evolución reciente revela todo lo contrario: las emisiones de dióxido de carbono siguen aumentando.
En este contexto cinco países son los mayores productores de contaminación al planeta: China, cuyas cinco principales provincias emiten más dióxido de carbono que cualquier otro país del mundo correspondiendo a un 30%; Estados Unidos que aporta el 15% de la contaminación en el mundo a pesar de que ha venido liderando iniciativas para combatir el cambio climático (que han sido insuficientes, sus niveles de polución no se circunscriben exclusivamente a las grandes ciudades, sino que muchas áreas rurales están comenzando a notar también las consecuencias de la contaminación); la India reporta un 7% de contaminación gracias a que la quema de combustibles fósiles ha crecido significativamente; Rusia aporta el 5% debido a su alta dependencia de productos como el petróleo, el carbón, el gas y los combustibles fósiles (además, en las últimas décadas ha vivido varias situaciones de emergencia ambiental y también son importantes sus niveles de deforestación y de caza de especies animales); y Japón que reporta una contribución a la contaminación del medio ambiente con un 4%, debido básicamente a que se constituye en el mayor consumidor de combustibles fósiles del mundo y el quinto máximo emisor de gases de efecto invernadero. Esta circunstancia se debe a su nivel de desarrollo urbanístico y a una industria poco responsable con el entorno natural.
Frente a este desfavorable panorama surge la pregunta: ¿es posible el desarrollo e implementación de tecnologías limpias para reducir la carga contaminante al aire y los efectos desequilibrantes que está produciendo el cambio climático en el mundo?
La aplicación de tecnologías limpias contribuye a la disminución en el consumo de recursos, además de que no producen efectos secundarios o transformaciones al equilibrio ambiental o a los ecosistemas naturales, por lo tanto son un buen negocio para el medio ambiente, la economía y la sociedad en su conjunto. Así mismo, estas alternativas incluyen un portafolio de procesos, productos y servicios que reducen o eliminan el impacto ambiental mediante el incremento en la eficiencia en el uso y aprovechamiento de los recursos y mejoras en el desempeño y reducción de residuos.
Dentro de este abanico de posibilidades cabe resaltar las siguientes alternativas de tecnologías limpias compatibles en las pequeñas y medianas industrias: nicho de productos verdes, utilización de tecnología de energía eólica y solar para el aprovechamiento sostenible de recursos naturales no renovables, gestión integral de residuos en la fuente que no implica exclusivamente la separación sino procesos de trasformación básicos desde los hogares de los residuos sólidos aprovechables.
No basta reseñar el conjunto de tecnologías limpias que se podría adoptar en las empresas, también es necesario implementar un conjunto de acciones asociados a la Producción más Limpia (P + L) que involucran el compromiso de participación individual y colectiva en los procesos productivos de manufactura como podrían ser:
- La minimización y el consumo eficiente de insumos, agua y energía.
- La minimización del uso de insumos tóxicos.
- La minimización del volumen y toxicidad de todas las emisiones que genere el proceso productivo
- El reciclaje de la máxima proporción de residuos en la planta o proceso productivo y, si no, fuera de ella o él.
- La reducción del impacto ambiental de los productos en su ciclo de vida, desde la planta hasta su disposición final.
Las tecnologías de producción limpias (procesos) en el sector industrial reducen los contaminantes, la cantidad de energía y de recursos naturales necesarios para producir, comercializar y usar sus excedentes a través de la introducción de cambios a la tecnología del núcleo de producción.
En los hogares se podrían utilizar aparatos ahorradores de energía como las placas solares de bajo costo, microalgas para producir mejores biocombustibles, procesos de extrusión básicos de residuos orgánicos reutilizables, entre otros.