“Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares,porque nada es tan peligroso
como dejar permanecer el poder largo tiempo en un mismo ciudadano”
(Simón Bolívar)
Jamás la esperanza ha estado más cerca que nunca para el pueblo colombiano, conllevado este a altos niveles de violencia, miseria y corrupción.
Han sido más de 200 años, en los que nos han dominado por la estrategia del miedo, para mantener los privilegios de unos pocos.
Hoy por hoy, a los que intentan colocar a un candidato partidario del uribismo no les dio resultado alguno; hoy el pueblo enarbola las banderas de la paz, del cambio social, bajo la candidatura presidencial de Gustavo Petro Urrego y Francia Márquez como vicepresidente.
Los uribistas, enemigos de la paz, enemigos también de la democracia real y plena, pero sí amigos de la mermelada, son los desesperados por perder las mieles del poder.
Ellos mismos cosecharon lo que cultivaron. Por fin el país se va a desligar del señor innombrable, aquel sátrapa triste, que enlutó 6402 hogares de llanto y luto. Hoy ya convertido en un muerto político que debe rendir a la justicia por sus centenarias denuncias.
Pero no ha sido fácil la famosa “gran prensa”, inobjetables medios de comunicación corporativos, cuyos dueños financian campañas presidenciales afines al establecimiento, se ha dedicado, a más que hacer periodismo objetivo, a denigrar hasta no saciarse del candidato alternativo Gustavo Petro, candidato de la Colombia Humana, del Pacto Histórico, la del cambio.
La revista Semana, la otrora revista con gran reputación nacional, hoy a manos de Victoria de Gnneco, se convirtió en la frustrada plataforma de lanzamiento presidencial del señor Federico Gutiérrez.
Ni que decir de Noticias RCN, noticiero acérrimo de extrema derecha, que no ha podido seguir influyendo en las encuestas. Todas las que hace no logran repuntar al candidato del continuismo, en cambio, logran posesionar más a Gustavo Petro.
En fin, todos lo demás noticieros, incluyendo algunos locales, no han podido frenar la ola de la victoria de Petro presidente.
De igual manera un general bocón, Zapateiro, violando la ley, la que juró defender, en su desespero, se lanza, con uniforme y todo, a hacer política abierta y descarada.
Donde no se le vio ni a él ni al ejercito enfrentar el paro armado del Clan del Golfo. Quizás porque algunos de sus hombres están en la nómina del Clan del Golfo, según palabras del alias Otoniel.
En fin, todos unidos para lograr despegar a una cometa de cemento, que no tiene propuesta alguna para un país que anhela un cambio, un país cansado de las mismas promesas retrogradas, encarnadas en un candidato del oficialismo uribista.
Colombia no quiere otro en cuerpo ajeno, Federico es un Duque 2.0, sin propuestas de Gobierno. Sabio siguen siendo las afirmaciones de Simón Bolívar cuando dice que las elecciones son importantes porque “nada peligroso como dejar permanecer el poder largo tiempo en un mismo ciudadano”. Uribe chao.
De Federico Gutiérrez se tienen oscuros antecedentes, como con los de la llamada Oficina de Envigado durante la su permanencia en la alcaldía de Medellín; también es responsable del descalabro financiero de Hidroituango.
Gutiérrez, Podrás tener todas las maquinarias a su servicio, podrás tener todo el apoyo de todos los partidos tradicionales, pero jamás podrás tener el apoyo de un pueblo que se cansó de lo mismo de siempre. Tal es el desespero que publican fotos de campañas del 2018, para luego salir a pedir disculpas.
De ahora en adelante, en recta final, nuestro candidato Petro le toca cuidar en boca de urna los votos del electorado del cambio, ya que, por parte del oficialismo, sigue en pie la estrategia del fraude electoral, así como se dio en las elecciones de marzo pasado.
De igual manera, Petro debe seguir presentando sus propuestas, viables para todos los colombianos, y para beneficio de todos; y, en general, todo el equipo de campaña, debe continuar en sus tareas diarias de campaña, porque: “despiertos, ellos no duermen”.
Con el triunfo de Gustavo Petro por fin veremos lejos de los bolsillos de los corruptos los 50 billones de pesos que se pierden al año, en obras de inversión social, como por ejemplo, en universidades, colegios, en conectividad, vías secundarias donde el campesino olvidado pueda sacar sus productos agrícolas, acabar con la desnutrición de niños en La Guajira y otras regiones donde el Estado no ha entrado; brindar saneamiento básico de agua potable y alcantarillado; pensiones dignas, en fin, para vivir, para el buen vivir sabroso.
Importante la consolidación de la paz estable y duradera; la paz que el Gobierno actual trató sepultar bajo el sofisma de distracción de la “Paz con legalidad”, “la paz simulada”, verdadera “tendencia a la perfidia y simulación”, que no aportó a la consolidación de un real ambiente de tranquilidad en los territorios.
Son los grandes retos para dejar atrás a esa Colombia olvidada, discriminada, y sin oportunidades, sobre todo para la juventud, pueblo en general. Porque, a decir de Petro: la izquierda es libertad, igualdad y fraternidad.
Doctorante en Ciencias de la Educación
Docente Universidad del Atlántico e Instenalco