El aforismo “es la economía, estúpido” es tan viral como sus variantes; verbigracia, “es la elección, hipócrita”.
Las élites aumentan de manera desproporcionada e injustificada sus ingresos, violando cualquier promesa de valor: los neoliberales expropiaron el Partido Liberal, y el Pacto Histórico hizo giro en U, desvirtuando a su anunciado Cambio Radical. Dormido, el gobierno no tomó café en la mañana, y le llegó la horrible noche.
Cualquier graduado en derecho, cuya conducta sea «bien» torcida, puede ser ternado “para fiscal”. La Corte Constitucional fuerza nuestra predestinación, saboteando la socialdemocracia, y el Congreso conspira para no recortar su nómina, porque sólo merecen vivir en condiciones dignas quienes cometen pecados capitales, untándose mermelada o juntándose a la farándula.
Ser «pillo» paga porque normalizamos el subempleo, precarizamos las ocupaciones humanistas, y las STEM tampoco ofrecen la rentabilidad que obtienen los expertos en chismes baratos, como Carlos Vargas, quien se convierte en tendencia insinuando que su salario estaría entre $50 y $90 millones.
Masterchef Celebrity también capitalizó el desprecio hacia la moral, pues en nombre de la «buena» gastronomía desperdicia ingredientes prohibitivos, promueve el derroche energético y edulcora la pudrición de la competencia, porque esa receta vende. Bahamón se gana la vida fácil, como Piedad Córdoba; finalmente, Rausch luce soberbio su obesidad mórbida, y desecha platos mientras que los “nadie” sacrifican comidas.
Fuera de lugar, el congreso nos trata a las patadas y la izquierda metió autogol; no planteó un salario máximo, para ejercer presión alta o contrarrestar el desequilibrio en la zona media, y, aunque jugaba de local, defendió al arbitrario mercado y a quienes golean a los pobres, como los oligopolios, carteles y “paraísos fiscales”, pues la superficialidad, el egoísmo y la corrupción de sus partidarios contratacó desde la banca electoral.
Patrocinados, los centros de pensamiento distorsionan las pertinencias, vigencias futuras y visiones; los controles o contrapesos inducen al desequilibrio, y las altas cortes son cómplices del congreso fallido, saboteando las urgentes reformas, porque priorizan tramitar más leyes para erigir nuevos monumentos absurdos.
Populista, el gomelo Oviedo se mudó temporalmente para pagar por arriendo 69% del mínimo, e Isabel Zuleta gasta en mercado el doble, mientras que los demás habitantes «sobre-viven» a la inflación de la canasta familiar con lo que «sobre». A Bolívar no le alcanzaba el salario parlamentario, y el menú de candidatos es otro paquetazo, pero con cualquiera habrá que conformarse porque los ciudadanos nunca fuimos capaces de pasar «en blanco».
Petro denunció que el presidente de una federación, presuntamente cooperativa-solidaria, molía los parafiscales para ganar más de 20 veces lo que un trabajador promedio, aunque su amigo en Ecopetrol la recrudece hasta 100. Y Claudia López, nuestra Selina Meyer (Veep, 4x5), logró que los verdes anularan las candidatas en estas elecciones, donde también atestiguaremos el fracaso Histórico del Pacto.