Lisandro Meza, el más salsero de los acordeoneros colombianos

Lisandro Meza, el más salsero de los acordeoneros colombianos

Tiene el récord de 6 canciones ganadoras en la Feria de Cali y la más larga grabación con 'Miseria humana'. Empezó tocando salsa y está vigente tras 6 décadas de carrera

Por: Jorge Eric Palacino Zamora
septiembre 26, 2019
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Lisandro Meza, el más salsero de los acordeoneros colombianos

Son las seis de la tarde y en inmediaciones del Parque Panamericano de Cali sedientos bailadores calientan motores, empinando “canequitas” de Aguardiente Blanco del Valle, previa a la presentación de orquesta salseras. Es 26 de diciembre de 2001 y los bafles que bañan de música los estancos, suenan de manera reiterada el tema El hijo de Tuta del acordeonero Lisandro Meza, una adaptación bailable de los gracejos de la trova paisa del legendario Octavio Mesa.

¿Cómo es que está tan pegado esta canción parrandera?, es la pregunta obligada que los propios caleños aclaran, mientras el tema de marras da paso, en la sonoras cornetas del local, a otro de los candidatos a quedarse con el título de canción de la feria de ese año; es el grupo Niche y su Danza de la Chancacá, versión actualizada del clásico Buenaventura y Caney, con arreglos especiales para la voz del formidable Willy García.

Lo que para un desconocedor de la historia de la feria de la salsa podría ser una rareza, es en realidad una constante. El hijo de tuta se quedaría ese año como la canción ganadora de las celebraciones caleñas y Meza refrendaría la supremacía alcanzada en la capital de la salsa, con sus números guapachosos: El polvorete (1978) Las Tapas (1980), La Matica (1983), La bella (1990), El hijo de Tuta (2001), No sea mula (2003).

La anécdota resume la versatilidad del gran músico sucreño Lisandro Meza, quien a pesar de no haber ganado en tarima el título de rey vallenato, si ha consolidado su reinado en lugares como la feria caleña. No deja de ser contradictorio que Lisandro llamado popularmente el rey sin corona, no haya ganado en Valledupar como monarca del acordeón vallenato”. Él se presentó en 1969, ya con una carrera propia en la música pues su primer álbum como profesional Fiesta Sabanera lo grabó en 1967, tras un paso con Los Corraleros, fue uno de los finalistas con Andrés Landero y Alfredo Gutiérrez. Ese año se impuso en el festival vallenato el juglar Colacho Mendoza quien hizo valer su localía”, precisa el periodista e investigador César Muñoz Vargas quien compuso el merengue Festival sesenta y nueve a propósito del evento de acordeones del mencionado año.

Quizá como un acto de reivindicación con el músico que tanto brillo le ha dado a la música colombiana a nivel internacional, el Festival de la Leyenda Vallenata decidió entregarle el título honorífico de rey vallenato en 2018 a este juglar nacido en el corregimiento El Piñal, jurisdicción de Los Palmitos (Sucre) el 26 de septiembre de 1937.

El más versátil

Una de las particularidades evidentes en la discografía del este mago del acordeón es la variedad de posibilidades que cabe en su cromático pentagrama. Aunque ha sido rey de la cumbia, los aires sabaneros y del género tropical, sorprendió desde muy temprano por su capacidad de adaptarse a las armonías predominantes del momento

En sus inicios con Los Corraleros de Majagual cantó una versión bailable de Corazón Contento una balada gogo de Palito Ortega, incluida en los 14 cañonazos de 1968 que advertía su condición camaleónica a la hora de hacer música.

En 1970, para su segunda producción discográfica titulada Salsita Mami, sorprende con su trabajo musical dedicado al género que ya ingresaba con fuerza desde Puerto Rico y Venezuela vía puerto de Barranquilla. Del álbum sobresalieron Sabroso Guaguanco y Chaca Boom, una preciosa versión del tema del músico de Santurce Joey Pastrana. El disco salsero de Lisandro, con Lucho Gómez y Lucho Peñates como cantantes, es una rareza de difícil ubicación y una joya para los coleccionistas.

En la misma línea salsera aporta el tema Ocho días, pieza de su autoría grabada por la agrupación Candelario y su combo, integrada además por Alfredo Gutiérrez, Calixto Ochoa, Juan Piña, el bajista Cristóbal García y el arreglista Enrique Aguilar, quien años después sería el genio musical detrás de los graduados. Lisandro participa además como corista en la singular grabación para Codiscos del año 1970. Estos trabajos musicales son apetecidos por fanáticos de la primera salsa colombiana

En 1973, ya con su agrupación propia, retorna a las fuentes vallenatas y da cátedra de su calidad como acordeonero de corte sabanero en Acordeón pitador del álbum del mismo nombre. En la pegajosa canción, el sucreño recrea al otro grande del folclor caribe como es el compositor de La múcura, según lo advierte el experto en vallenato Julio Oñate Martínez en artículo La mímica del acordeón para el diario El Pilón de Valledupar, Como bien lo anuncia Lizandro Meza en su Acordeón pitador, el instrumento pita recordando las notas de la flauta que tocaba el indio Crescencio Salcedo”. En este álbum Lisandro Meza, incluyó el número Me mata mi Maye, de su propia cosecha, y que fuera muy sonado en versión de Diomedes Díaz —álbum Muchas gracias (1996)—.

En 1976 se consolida con Miseria humana, un poema en décimas de la leyenda de un hombre que se encuentra con la calavera representativa de la muerte. A partir de los versos del poeta soledeño Gabriel Escorcia Gravini. Lisandro propone una pieza de antología de más de diez minutos de duración, logrando un nuevo récord en su carrera. La canción alcanzó tanta popularidad que el fallecido periodista Ernesto Mccausland, realizó hacia los años noventa un completo documental que cuenta la historia de la famosa canción, nacida de una noche de farra de unos parranderos entonaron los estribillos en el corredor de la casa de Meza, en un amanecer macondiano de Los Palmitos.

En 1978 logra un nuevo hit nacional con El Guayabo de la Y del compositor Luis Herrán, incluida en el álbum Inocente. Le siguen una serie de éxitos entre el público parrandero de Perú, Colombia, Ecuador; México y Argentina con El perro incluido en El león del acordeón (1980) y Baracunatana del autor Leónidas Plaza, incluida en el trabajo Canción para una muerte (1981). Esta última creación musical, versionada con algunos ajustes de letra y arreglos modernos en género de rock, catapulta la carrera de Los Aterciopelados en 1993.

Para la década delos 80, refrenda su liderazgo como rey Midas de la cumbia con Me voy para la luna (1981) Estas pillao (1983), nombre el álbum ¿Y de la plata qué? (1984), Mi carrito (1985), Sirena del amor (1986), El siete (1989), cascada de éxitos que sigue en 1990 con la Bella y Soy colombiano (1991). Un poquito de cariño (1992) y varios compilados con éxitos como Vaca Vieja, Che che cole, Tuntuneco y Tabaquera, así como las citadas canciones icónicas que reinaron en la feria de Cali.

 Internacional

En julio de 2006, Lima se preparaba para la posesión del presidente Alejandro Toledo. La prensa internacional, hacía la correspondiente espera para entrevistar al primer mandatario de los peruanos elegido democráticamente tras una larga dictadura. Ricardo Rondón estaba entre los comunicadores que hacían guardia en un hotel del sector de Miraflores, de la capital peruana y quedó asombrado de la idolatría que despertaba en ese país el legendario intérprete de Baracunatana.

“Era impresionante la fila de personas que llegaban al hotel donde Lisandro descansaba en espera de un concierto, en el que actuaría al lado de la cantante local de Rossy War. Sin duda él era la estrella y considerado en ese país el rey de la cumbia”, recuerda el curtido periodista cultural.

La sonoridad de Lisandro es única. El sello personal que da a su música le ha permitido mantenerse vigente durante seis décadas siendo otro de los artistas que marcaron los bailes por su estilo propio al lado de Alfredo Gutiérrez, Alcides Díaz, Jesús María Leal, Lucho Campillo y Armando Hernández, entre otros miembros de esa pléyade de artistas tocados por el duende del sabor y el goce.

En la música de Lisandro Meza perviven los sonidos sabaneros y nos traen al recuerdo, los bailes de caseta de pueblo con los desaparecidos Chico y Manuel Cervantes, Calixto Ochoa, Eliseo Herrera, o Hernán Rojas como protagonistas de estas evocaciones de fandango.

* Agradecimiento a la Biblioteca Nacional y al archivo musical de César Muñoz Vargas.

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