Lisa Montgomery murió sin tener claridad mental ni conciencia del porqué la iban a ejecutar. Aun cuando su muerte estaba programada para el pasado 31 de diciembre y el juez James Hanlon intentó detenerla, en la noche de este martes 12 de enero le aplicaron la inyección letal.
Fue la tercera ejecución federal, de cinco programadas, con las que Donald Trump quiere despedir su presidencia. Con estas muertes Trump pasa a la historia como el presidente que en más de un siglo ejecuta presos en medio de la transición presidencial.
Lisa Montgomery estaba recluida en la cárcel federal del Carswell, en Texas, por un crimen horrendo que cometió hace 16 años.
El 18 de diciembre de 2004, hace 16 años, Lisa Montgomery estaba celebrando una gran fiesta en su casa en Melvern, Kansas, en el centro de Estados Unidos. Los casi 50 invitados festejaban la llegada de la más reciente hija al hogar de los Montgomery. La niña, a quien llamaban Victoria, tenía un día de nacida. Pero no todo era tan bello como parecía.
La fiesta fue interrumpida por dos agentes de policía. Lisa Montgomery fue quien abrió la puerta luego de escuchar el timbre. Llevaba a Victoria en sus brazos. No pasaron cinco minutos y Lisa estaba siendo capturada por los delitos de secuestro y asesinato. Frente a los policías, derrumbada y envuelta en un llanto melancólico confesó que un día atrás había matado a Bobbi Jo Stinnett, la verdadera madre de Victoria, a quien después de muerta le sacó la bebé de la barriga.
Aunque Lisa ya tenía tres hijos adolescentes había buscado sin éxito desde hacía varios años otro embarazo. Meses atrás, en una feria canina virtual, conoció a Bobbi, quien sí estaba embarazada, y desde ese momento entabló con ella una amistad que llevaba detrás un plan criminal.
Mientras engañaba a su esposo, a sus hijos y a sus amigos, con un embarazo ficticio, Lisa Montgomery planeó por un par de meses cómo robarle el bebé a su nueva amiga y hacerlo pasar como suyo.
El plan para llegar hasta su casa fue hacerse pasar como una compradora de alguno de los perros Terrier que Bobbi vendía. Con esta idea llegó hasta su vivienda en Misuri, a donde fue en su automóvil Toyota de color rosa, que luego fue identificado por testigos.
Ya en la casa de su víctima el plan fue llevado a cabo. Lisa tomó un cordón rosado que Bobbi tenía a la mano y se lo enredó en el cuello. La mujer embarazada intentó defenderse, pero Lisa, a quien conocía como Darlene Fischer, el nombre ficticio que usó para acercársele, la dominó con facilidad.
Bobbi cayo muerta junto a la piscina de su casa. Lisa fue hasta la cocina y tomó el cuchillo más grande y filoso que encontró. Luego de abrirle la barriga y casarle a su bebé, una niña, botó el cadáver al fondo de la piscina que poco a poco empezó a teñirse de rojo.
El paradero de la asesina fue encontrado al día siguiente. Las últimas conversaciones de Bobbi Jo Stinnett, a través de la computadora, entregaron la dirección de Kevin Montgomery, el esposo de Lisa.
El juicio contra Lisa Montgomery duró un poco más de tres años. En abril de 2008 fue hallada culpable de homicidio y secuestro. Su condena: pena de muerte.
Desde el inicio del juicio, la defensa intentó demostrar que Lisa Montgomery, debido a problemas mentales engendrados por traumas, abusos y violencias, no fue consciente de lo que hizo. La vida que le tocó a Lisa le enfermó y le carcomió la mente.
De niña Lisa vivía con su hermana Diane Mattingly; su madre, Judy Shaughnessy, y el novio de esta. Tanto Diane como Lisa fueron violadas y maltratadas por su padrastro con el aval de su madre, quien también vendía el cuerpo de sus hijas a cambio de dinero o servicios prestados como albañilería o plomería.
Lisa no solo fue violada por la pareja de su mamá. Al casarse con uno de sus hermanastros, para huir del infierno, cayó en otro más. Su nuevo esposo también la golpeaba y la violaba constantemente. Cuando pudo separarse encontró en Kevin Montgomery, su segundo esposo, un poco de calma, pero su cerebro ya estaba aniquilado, desquiciado y con los trastornos que la llevaron a ser una mujer callada, bipolar y enferma.
Cometido el crimen, Lisa Montgomery estuvo 16 años tras las rejas en el corredor de la muerte de la cárcel federal del Carswell, en Texas, una cárcel de tratamiento mental. Su ejecución no se llevó a cabo antes porque el presidente Barack Obama, antecesor de Donald Trump, detuvo las ejecuciones federales y no firmó ninguna pena de muerte.
Lisa Montgomery se convirtió así en la cuarta mujer en ser ejecutada en Estados Unidos, hecho que no se da desde hace 70 años, cuando Bonnie Heady, quien murió en cámara de gas 1953 por secuestrar y asesinar a un niño de 6 años, hijo del multimillonario Robert Greenlease.
Horas antes de que fuese ejecutada, el juez James Hanlon logró suspender su muerte. El juez dictaminó que el estado mental de Lisa Montgomery está tan separado de la realidad que no podía comprender racionalmente el motivo del gobierno para ejecutarla. El ministerio de Justicia de Trump apeló esa decisión y un tribunal de apelación anuló el fallo firmado por Hanlon.
Sin entender por qué y sin tan siquiera saber qué significa la muerte, Lisa Montgomery fue ejecutada, frente a su hermana, como testigo, en medio de la noche del pasado martes le aplicaron una inyección que acabó con su vida sombría.