Voté por Petro, no me gusta Uribe y tengo que reconocer que el presidente Iván Duque me ha sorprendido. La molestia que ha despertado entre el ala más radical del Centro Democrático es un buen síntoma. Haber invitado a Palacio a Timochenko asegura que no hará trizas el acuerdo de paz. Sin embargo, no se nos puede olvidar que Duque fue elegido por la derecha para gobernar con las reglas de la derecha. Por eso es inevitable que se resientan las libertades individuales.
Álvaro Uribe Vélez, su mentor, lanzó en Facebook un mensaje en donde intenta explicar, con una torpeza que alcanzó a despertarme sienta sensación de ternura, lo malo que es fumar droga antes de trabajar. La piel se hace cobriza, los ojos hundidos, tristes. El mensaje ha calado entre mamás obsesas y jóvenes con moral de pastor evangélico que conforman la nueva mayoría en Colombia, la que pone presidentes.
Los medios se han prestado para la farsa. Ya no soporto levantarme y ver que el bacán de Julio Sánchez Cristo, siempre tan moderno, le haga el juego a este gobierno hablando con un padre de familia inundado en lágrimas contando como la marihuana se lo arrebató. Que lo haga Néstor Morales vaya y venga, pero Julio Sánchez Cristo, el hombre que me despierta a las cinco de la mañana con fragmentos de la sicodélica Dark Side On The Moon, si marca que hay un respaldo total de los medios y los grupos económicos en toda cruzada que proponga este gobierno, así muchas de ellas vayan contra la Constitución.
Antes de que al aún llorado Carlos Gaviria lograra su máxima victoria como magistrado, despenalizar la dosis mínima en 1994, un gran avance en lo que a las libertades individuales se refiere, a uno lo podían meter preso durante un año e, incluso, si se comprobaba algún tipo de adicción, podía pasar una buena temporada en un manicomio. Duque no puede borrar de un plumazo algo que está estampillado en la Constitución pero, al revivir el tema, lo que hace es resucitar prejuicios y estigmatizaciones. Mientras en California cada día abren de a tres tiendas de marihuana, acá le están permitiendo a la policía que abusen impunemente de nosotros, los consumidores, que no somos ningunos desechables, que somos personas respetables, que la mayoría tiene una sensibilidad poco común hacia el arte, que somos idealistas y hasta medio pendejos, pero nunca delincuentes.
No puedo entender por qué es menos peligroso un borrachín aguardientero que un porrero inveterado. Yo he visto cómo se trenzan a golpes en una pelea achispados por el alcohol un par de hermanos enceguecidos por el efecto del anís fermentado. El guaro y sus efluvios traen de regreso malos recuerdos, rencores, amargura. No siempre sirve para alegrar las fiestas tapizadas con canciones de Silvestre Dangond. Debe ser que porque Uribe ha salido en fotos como esta bebiendo tranquilo y sabroso con sus amigos en su finca.
Con las nuevas medidas le están dando el poder a la Policía para que chantajee. No solo quitarán lo que lleven encima sino que acorralarán con mentiras y con sus teaser, amenazando con la cárcel para todos aquellos que estemos desinformados. los aplastarán con la excusa infame de que están cuidando su salud. Si de verdad estuvieran preocupados cerrarían McDonald's. El año pasado cerca de 20 millones de personas murieron por enfermedades asociadas al sobrepeso. La vareta no puso un solo muerto.
Enciendo el televisor y el noticiero hay, para varias, un nuevo programa en donde muestra un nuevo caso de un niño en Barranquilla al que le crecieron las tetas por haber olido un poquito de vareta. Enciendo la radio y el locutor de turno aprovecha la ignorancia y el prejuicio del colombiano promedio para expandir aún más nuestros temores y nuestros odios. Regresamos a antes de 1993 cuando nos metían presos por fumarnos un maldito porro en el parque. Lo peor es que ya los buenos perdieron la guerra y los héroes como Carlos Gaviria ya están muertos.