A Daryl Bens se le aguan los ojos cuando habla de ese amigo que le asesinaron en Quibdó el año pasado. No es para menos, es su forma de exteriorizar ese dolor que tiene encapsulado en el pecho, y que le recuerda la impotencia que siente al saber que no estuvo allí para evitar la muerte de ese amigo; que desde Bogotá, la ciudad donde vivía para aquel entonces, no pudo hacer nada para que, ante la falta de oportunidades, ese joven no tomara el camino equivocado.
La sola idea de que esa historia podría repetirse le causaba pavor, el pensar que otros jóvenes, desesperados ante la falta de oportunidades, un día podrían caer en el juego peligroso del narcotráfico, del hampa, y en un intento por llevar el sustento a su casa para calmar el hambre que no da espera, un día las cosas se salieran de control y terminaran muertos en medio de una balacera.
Ese hecho doloroso, se convirtió en el detonante para que un día Daryl Bens decidiera regresar a su tierra. Un día, sin meditarlo mucho, empacó su maleta y tomó un avión rumbo a Quibdó, decidido a hacer algo para arrebatarle víctimas a la guerra, quería hacer algo para ayudar a bajar la tasa de homicidios de la capital chocoana, que para ese momento era de las más altas del país.
Aterrizó en Fundación Marajuera, una organización de cuya génesis hizo parte, invitado por sus dos fundadoras y amigas Joanna Novella y Marcela Tavera, pero de la que estuvo alejado un tiempo por razones profesionales. Allí, en el barrio El Poblado, al oriente de Quibdó, lo recibieron 197 niños, niñas, adolescentes y jóvenes, ansiosos de encontrar en la cultura y el arte una alternativa para construir sólidos proyectos de vida y sobreponerse a la realidad de sus contextos marcados por la violencia, la marginalidad y donde es escasa la presencia del Estado.
Desde entonces, así es como este joven amante del deporte, psicólogo y con estudios en gestión cultural se levanta todos los días a trabajar para que estas personitas encuentren en la cultura, y en el aprendizaje de artes y oficios como la danza, la joyería, la panadería y la repostería, un camino en el que concentren su atención y ganen la confianza suficiente para tomar buenas decisiones en sus vidas.
Por este trabajo valioso, a través del cual los niños, niñas, adolescentes y jóvenes de Marajuera aprenden a sobreponerse a las trampas de la pobreza y de la violencia que se viven en sus barrios, Daryl Bens está nominado a los premios “XpoJovenEs 2018 Héroes Anónimos” del programa presidencial Colombia Joven, en la categoría Industrias Creativas y Culturales, y cuyos ganadores se conocerán la primera semana de Julio.
Conversamos con él para conocer un poco más acerca de sus motivaciones como líder y de lo que representa para él y el grupo de voluntarios de la fundación esta importante nominación.
¿Qué es el premio XpoJovenEs 2018 “Héroes Anónimos”?
Es un premio que busca fortalecer y visibilizar iniciativas de los jóvenes que están en los territorios. Darle a conocer al resto del país la importancia y el impacto que tienen estas dinámicas.
¿Cómo nació en ti esta vocación de liderazgo?
A la edad de 12 años participé en un proceso de formación con Plan Internacional, luego, años más tarde me uní a la la Red Departamental de Juventud, entonces pasé a hacer parte de un gran proyecto llamado Revulú Juventud, Arte y Parte, en donde construí mi gran proceso y apropiación por las artes y la cultura como mecanismos de prevención de la vinculación de los jóvenes a la violencia, y allí entendí también la capacidad creativa y la capacidad de construir desde el arte para movilizar corazones y transformar líderes. Son 14 años que llevo en el ejercicio del liderazgo social y comunitario, en los que he tenido grandes aprendizajes.
¿Qué es eso que hace diferente tu liderazgo?
A parte de estudiar Psicología yo adelanté estudios en la Escuela de Administración de Negocios de Bogotá en la EAN, en el pregrado en Estudios y Gestión Cultural. Entonces tengo la combinación de la comprensión de la construcción humana desde la psicología, pero también tengo la fuerza y la capacidad de entender cómo se produce, y cómo se gestionan las industrias culturales.
¿Cuéntanos un poco más acerca del trabajo que realizas en la Fundación Marajuera?
Hay dos pilares que sustentan nuestro trabajo: la cultura como el centro de la construcción de memoria, resiliencia en entornos de violencia, y movilizar la posibilidad creativa de niñas, niños, adolescentes y jóvenes. Trabajamos en formación a partir de las escuelas de danza, artes plásticas y manuales, joyería y bisutería, panadería y repostería, fútbol y atletismo.
¿Qué es lo que te causa mayor satisfacción en ese proceso que desarrollas con los jóvenes?
Yo estoy hoy en día llenándome el alma de saber que anualmente se nos están graduando en promedio 30 a 35 chicos del colegio y de ellos muchos tienen un proyecto de vida sólido, quieren entrar a la universidad, quieren seguir formándose, han encontrado una esperanza distinta a la que su entorno les brindaba, donde el mensaje de “yo no puedo” sigue siendo muy fuerte.
¿Qué significa para ti el proceso que llevas a cabo en Marajuera?
Marajuera es mi proyecto de vida, es mi casa, que han construido Johanna Novella y Marcela Taveras con las que ahora caminamos juntos y fortalecemos este entorno protector. Estar aquí me hace feliz, metiéndole fuerza, acompañando, poniéndole el corazón y el alma a esto para que siga creciendo, de aquí hasta cuando papito Dios y los Santos Orishas nos permitan estar en este plano terrenal.
¿Para ti qué es liderazgo?
Creo que ejercer liderazgo no tiene que ver con quejarse sino con actuar, liderar es hacer algo para transformar algo que no nos gusta, además de inspirar a otros para que den el paso hacia ese cambio. Eso es lo que intento hacer cuando decidí ponerme al servicio de los y las jóvenes de Quibdó y del Chocó.
¿Cuál es tu sueño?
Sueño que Marajuera en 5 o en 10 años tenga una cobertura en todo el departamento, que podamos estar trabajando no solamente por los jóvenes de El Poblado en Quibdó, sino también con los jóvenes de la zona norte, la zona centro, la zona sur, atendiendo todas sus dificultades en territorio y brindándoles muchas oportunidades para que crean en ellos mismos y cumplan sus sueños.
¿Qué te motiva a continuar a pesar de las dificultades que se presentan?
Las sonrisas de los niños de la Fundación. Todos los días me encuentro con muchísimas sonrisas en un entorno tan duro, en donde hay microtráfico, en donde hay bandas delincuenciales disputándose el territorio, en una comuna en donde hay 3 o 4 combos distintos, realmente es muy complejo entrar a trabajar y es realmente un desafío. Es por esos niños que viven aquí que tomamos la decisión de quedarnos y empezamos a actuar. Mi mayor satisfacción es saber que ellos se sienten felices y transmiten esperanza. Ellos me llenan de fuerza, de ganas, de sentido y son quienes me tienen hoy aquí.
Finalmente, quienes deseen apoyarte con su voto, ¿dónde pueden votar por ti?
Es muy fácil, ingresan a la página www.colombiajoven.gov.co y hacen clic donde dicen XpoJovenEs 2018. ingresan, buscan la categoría Industrias Creativas y Culturales, seleccionan mi nombre, dan clic en votar y listo. Ahhh, también quiero decirles que pueden votar las veces que quieran.