No es un secreto; los negocios por todo el país que tienen que ver con licencias de conducción, revisión tecnomecánica son empresas particulares; los dueños, personas con mucho dinero o extraños lavaderos económicos que en alguna ocasión ayudaron a un candidato a obtener una curul. Estos negocios ganan demasiado dinero con lo que hacen. Las oficinas de transito perdieron la oportunidad de esos billetes que se ganan esas empresas y mantienen a sus dueños viviendo riquísimo en la opulencia, mientras los empleados se las ingenian utilizando normas y leyeluchas, para lograr unas extras por algún favor a alguien.
El pueblo observa como esos bloques humanos manejados por quienes tienen billete en toneladas y manejan el país porque los gobernantes hacen lo que les propongan, son quienes dicen quien rueda o quien no por las carreteras del país. Es bueno recordar que aunque el pueblo con los impuestos es socio de las carreteras, lo único que recibe son papelitos de peajes para poder transitar por las malas vías que no se mantienen como debe ser. ¿Qué políticos participan de los dividendos o las utilidades de esas empresas privadas que hacen su agosto con el dinero del que trabaja y es obligado a caer en esa telaraña, llena de títeres por todas partes que buscan dinero y nada más?
Por las carreteras se mueven los vehículos, motos, y otras maquinarias, mientras cumplan con esas normas y leyecillas que hacen parte de la telaraña, en la que se suben los policías de verde y azules, buscando a quien sorprender con una carcajada sarcástica y diabólica, cuando le piden al conductor los papeles. Si no los tiene hay una grúa particular, lista también, que moviliza lo decomisado para cualquier garaje. ¿Cómo será el reparto económico por ese negocio? ¿Quién comerá?
El gobierno, o más bien el pueblo, paga para mantener carros decomisados vueltos basura en lo que llaman patios. Por años llega la destrucción y los dueños de millones de carros y motos deciden dejarlos votados porque la plata no alcanza para pagar las exageraciones que cobran las oficinas de tránsito, para pagarle a los parqueaderos o patios y otros gastos.
Vi como en las carreteras muchos muchachos motociclistas se esconden porque los policías o azules están pendientes de quitarles las motos o los carros por no tener cualquier papel que cuesta mucho dinero. .
Lo peor; el pueblo está cansado de pagar y pagar para que otros se beneficien. Si un muchacho estudiante no tiene la licencia se decomisa la moto para los parqueaderos particulares que comparten ya se sabe con quién... Los muchachos saben manejar las motos y carros, pero los obligan a hacer un curso que cuesta con el pase más de un millón de pesos. En Bogotá el pase para automóvil al parecer cuesta $ 226.400 y para moto $ 188.500.
El estudiante o trabajador sin pase debe endeudarse para pagarle a la empresa del fulano, dueño lleno de millones, porque el Congreso colombiano solo ve por ellos y no estudia estos fenómenos que están acabando con las juventudes que atacan en ocasiones hasta los policías, que los amenazan por no llevar papeles. Es decir que las leyecillas y normas se hicieron es para causar violencia y derrotar la tolerancia, porque no hay otra solución que favorezca al pueblo necesitado en Colombia. Anteriormente el mismo tránsito, tenía las personas que aprobaban la licencia en un dos por tres si la persona demostraba que sabia, y por lógica quien no sabía debía realizar un curso.
¿Podría ser posible una solución rápida por parte del Congreso y el gobierno del cambio, que prometió acabar con todas esas telarañas de corrupción que se comen al ciudadano, para enriquecer a los empleados públicos y particulares que buscan billete?