Pasan veloces los segundos y la vida de uno de los más prominentes líderes de la resistencia agraria revolucionaria está al borde de la extinción mortal como consecuencia de la justificada huelga de hambre que adelanta hace 25 días para desafiar el acto brutal de su captura e inminente extradición después del más burdo y demoníaco montaje de entrampamiento organizado por la Dea, una de las alcantarillas policíacas del imperio.
La paz de Colombia y su efectiva construcción con democracia ampliada y justicia social necesita con vida a Jesús Santrich. Lo necesita además libre y en el ejercicio absoluto de sus derechos políticos. La paz demanda de su liderazgo y de su esclarecida y culta mente porque su ausencia por encadenamiento es el de la concordia, la justicia, la democracia y el derecho.
No es cierto que lo que estemos exigiendo desde el campo solidario sea simplemente se suspenda su extradición a las mazmorras del imperio donde permanece amarrado a perpetuidad, luego de otro grotesco montaje judicial, Simón Trinidad, como lo insinúa el componedor jurídico de oficio del santísimo y el del cogollo del bíblico, despistado y viejo Secretariado.
Santrich debe estar libre ya porque su penosa situación es la consecuencia de un engaño judicial inducido desde los podridos sótanos del gobierno de Trump, contando con el acucioso soporte y servicio judicial del fiscal Martínez Neira, principal instrumento de la Dea y la Cia en esta deleznable artimaña contra la paz, el fin de la violencia y la reconciliación.
Martínez Neira hace una tarea cargada de odio contra las posibilidades de paz para prestar un eficiente servicio a sus reconocidos patronazgos financieros y externos que promueven los crímenes de Estado.
Es cierto, el de Santrich no es el único caso en la arremetida sistemática contra la paz, que justamente hoy se cobró otra víctima del Farc en Arauca, el compañero Misael, pero sí es el de mayor envergadura y alcance político por el propósito que encarna que no es otro que el de descabezar y destruir la conducción de la acción pacífica y democrática de la resistencia en este nuevo ciclo político de profundización y ampliación de la democracia para dar soporte a las transformaciones revolucionarias de alcance socialista.
En Santrich, como en el caso de Lula en el Brasil, los poderes oligárquicos están advirtiendo, trazando una brutal raya de intimidación, para decir que acá no se tolera la rebeldía, la independencia y la conciencia de liberación y superación de la explotación y dominio.
Si algún mensaje tiene esta cruel y desalmada retaliación es ese.
Solo se permite el aplauso, la condescendencia y el lenguaje comedido de los salones del poder. Ese del que hacen gala cierta plumas seudojurídica al servicio de la política cortesana y alienante que renunció a los principios y valores emanados del marxismo, el leninismo y el bolivarianismo, defendidos por Santrich y el resto de sus compañeros como Iván Márquez y el “Paisa” Oscar, también en la mira de la Siniestra Dea y su servil fiscal.
Con Santrich lo que se pretende es acribillar la conciencia digna e implacable, tan escasa en esta paz neoliberal secundada sospechosamente desde el lado del antiguo Secretariado. Misma conciencia que nos advirtió en cada paso de la negociación en La Habana y acá, de la felonía y capacidad de traición de las camarillas oligárquicas. Misma que nos alertó frente al origen del exterminio sistemático de los líderes sociales y guerrilleros por parte de un exacerbado neoparamilitarismo alimentado desde las instalaciones militares y policiales. Misma que nos señaló la rampante corrupción del Fondo Colombia en paz y las Consejerías burocratizadas del clientelismo liberal oficialista en las que campea el despilfarro y la repartija presupuestal. Misma que nos abrió los ojos frente al engaño de la amañada Justicia Especial de Paz, hoy envuelta en la rapiña de inescrupulosos abogados y periodistas, del fiscal NHM y frente a la mentira de la hechiza reforma agraria, refundida por el clientelismo feudal santouribista.
Esta conciencia superior es la que demandamos sea puesta en libertad de manera inmediata, sin atenuantes, sin los pañitos de agua tibia de tanto intermediario fletado y pegado al oficialismo de turno.
La paz necesita de la libertad de Santrich para que asuma la dirección, junto a Iván Márquez, el “Paisa” Óscar y los otros líderes consecuentes con el legado histórico de Marulanda, del Frente Alternativo Revolucionario del Común/Farc, situado hoy a la deriva por el contundente vacío de liderazgo y por el abandono ético de quienes ostentan una personería artificial surgida de la componenda y el desconocimiento de la democracia interna, tal como ocurrió en el Primer Congreso constitutivo del 2016.
No puede haber paz en Colombia sin el sujeto protagónico de la misma, sin su presencia activa en la implementación de los acuerdos según los intereses económicos, sociales, culturales y políticos de la masa guerrillera sumida en el escepticismo y la desconfianza por causa del rampante oportunismo y descomposición de ciertos renombrados jefes.
Y tal cometido plantea el reto de convocar un nuevo Congreso o conferencia guerrillera para que retome el sendero de la prolongada lucha agraria y popular.
Notas
1. Sabroso para el caporal del Ubérrimo. Escoltas y servicios de inteligencia a su servicio a la velocidad del rayo. Mientras tanto a los líderes sociales y a guerrilleros reintegrados que se los lleve el diablo y la pistola paraca. Para ellos si no hay inteligencia ni alertas tempranas desde el Servicio de espionaje de la presidencia. Buenos muertos dirá el artífice de la masacre del Aro.
2. Más de 10 millones de votos elegirán al presidente Nicolás Maduro el próximo 20 de Mayo en Venezuela. Hay que asumir el homenaje a Santrich.
3. Vulgar el silencio e inacción del fiscal NHM en el caso del cartel de la mermelada del Quindío que articula la copartidaria de este la exgobernadora Sandra Paola Hurtado. A NHM solo se le ha ocurrido proceder contra los amigos de De La Calle, ciertamente unos criminales en toda la regla.
4. Escabrosa la corrupción en el Fondo Colombia en Paz convertido en otro mermeladero del Ministerio de Hacienda y el Directorio Liberal gavirista.