Libertad de expresión en Colombia

Libertad de expresión en Colombia

¿Mejía y Vélez quedan vetados?

Por: Manuel Sebastián Perdomo Ramírez
febrero 02, 2015
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Libertad de expresión en Colombia

En la última asamblea de la Dimayor se propuso, por intervención de un alguien con un interés extraño, que Iván Mejía y Carlos Antonio Vélez quedaran vetados para comentar en medios de comunicación sobre el Fútbol Profesional Colombiano.

La razón podría ser otorgada a tal propuesta si en Colombia estuviera afianzándose una dictadura, como dirían muchos, o si existiera un grupo extremista con creencias deportivas y fanatismo deliberado. Pero no. En teoría, eso no existe acá. ¿Qué alardeaban las personas hace unos días con lo ocurrido a inicios del 2015 en París? ¿Acaso la libertad de expresión es para unos y no para otros, según los resultados que lancen las opiniones y, por ende, el populismo?

Algunos defienden su idea con una extraña doble moral. Definen la libertad de expresión como algo inexistente en un país donde se cometen crímenes de lesa humanidad pero, ante la ceguedad del asunto, son indiferentes y creen que eso ocurre en todo lado menos en su propio territorio. Y es acertado si tenemos en cuenta que los medios masivos se encargan de eso, casi que ejercen a favor del gobierno y los monopolios de turno. Otros manifiestan total favorabilidad a que unos se expresen como lo deseen después de que no hagan daño a nadie, y aquí plasmo lo que, en general, el país refleja que considera.

Después de lo sucedido en Venezuela cuando a algunos medios aparentemente opositores les cerraron sus transmisiones, parcial o totalmente, nosotros, los vecinos de al lado, nos indignamos de tal manejo autoritario, pues eso era atentar contra la libertad de informar. Señalamos como dictadura tal gobierno tras una serie de decisiones que rompieron en pequeños fragmentos la unión social y económica de esa nación. Repudiamos, y con total razón, ese denigrante trato que, separando la argumentación dada por el gobierno vigente venezolano, pues sencillamente cohibía la libertad de expresión. Mientras tanto acá en Colombia, en ese año, hubo oficialmente más de 800 periodistas amenazados, además de otros cientos de defensores de derechos humanos. El poder de los medios al informar una cosa y omitir otra hace que actuemos de igual forma.

Varios meses después ocurrió el atentado en París contra el Charlie Hebdó, consiguiendo más de 10 muertos y otros tantos heridos. El blanco fueron los caricaturistas, participes activos de la libertad de expresión en cualquier país.

Dejando a un lado las hipótesis sobre si fue un autoatentado o no, Colombia otra vez se fijaba en el horror que pasaba afuera y, al parecer, solo afuera. Lo raro del hecho es que hubo división en el mundo con lo sucedido. Algunos defendieron a la prensa parisina, pues los dibujos realizados en burla hacia el islam eran bien basados. Otros no concordaban con esa falta de respeto graficada en el periódico, pero tampoco consideraban justa la respuesta del extremismo islámico (como si hubiese justa respuesta de parte de algún grupo de esa índole)

Hoy, después de ese par de acontecimientos de los últimos y más importantes, por el daño, atentados contra el periodismo y la información, en Colombia vetan a dos periodistas deportivos por, dicen muchos y seguramente ese fue el principal motivo de la propuesta, incitar a la violencia y degenerar el fútbol local a lo que no es, según otros tantos. Ellos, acorde a su labor, expresaban lo que en la libertad que se supone su entorno encierra, podían y pueden expresar. Otro asunto, más profundo y complejo, es lo que la gente quiere escuchar de parte del periodista colombiano.

Independientemente de si hay imparcialidad en la profesión y los medios de los mencionados, eso es otra forma de atacar el pensamiento del periodista, pues eran comentaristas que se reducían a concluir con sus ideas de lo que veían en cada partido o transmisión.

Sería bueno ver un poco más allá de lo que decimos y pensar si en realidad estamos tratando de evitar la violencia y la bajeza informativa, o si la doble moral no nos alcanza para darnos cuenta de que estamos cohibiendo la opinión. Obviamente la forma en que acá se les está evitando es muy distinta, por la dimensión de los hechos, con las resumidas en párrafos anteriores de lo transcurrido en Venezuela y Francia. La discusión no es el cómo los limitan sino sencillamente que los están limitando.

Total, repito, la situación tiene el mismo nombre, atentan contra la libertad de expresión en Colombia.

@enquiebra

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