A propósito de la pasada Semana Santa, hacemos una analogía de lo sucedido en la antigua Jerusalén, con respecto a la justicia colombiana en los últimos meses. Menciona la enseñanza cristiana que Poncio Pilato, el quinto prefecto romano en Judea y miembro del orden ecuestre de Roma (eques, equĭtis 'caballeros') se lavó las manos como gesto para evadir su responsabilidad en la decisión de si crucificaban o no a Jesucristo, así, fue que pidió al pueblo y al Sanedrín de Jerusalén que fueran ellos quienes eligieran quién sería el condenado; si Jesucristo, un hijo de un carpintero y dedicado también a este oficio además de filósofo de la vida y los valores basados en el amor o a Barrabás un convicto ladrón y aparente asesino. El pueblo de Jerusalén basado en emociones y en sensacionalismo en general decidió salvar al asesino Barrabás y crucificar al humilde carpintero, hecho apoyado además por los fariseos quienes se incomodaban de la popularidad de Cristo y la buena aceptación en la multitud, lo que les causaba afectación en su poder político y económico.
Con base a lo anterior, parece que la justicia colombiana actúa bajo los preceptos del pueblo de Jerusalén y del Sanedrín, donde se condena al inocente y se libera al delincuente. Hay decenas de casos que comprueban este comportamiento, por ejemplo se dice que cerca de tres mil presos en Colombia son inocentes. Por citar solo un caso, recordemos el del profesor Miguel Ángel Beltrán. Magíster en Sociología Política de la Universidad Nacional de Colombia y doctor en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México, estudiante posdoctoral de la misma universidad, y profesor titular de la Universidad Nacional de Colombia hasta 2009, año en el que fue capturado por solicitud de la justicia colombiana por orden de la Fiscalía y decisión celebrada por el entonces presidente, Álvaro Uribe Vélez; quien se refirió en una rueda de prensa nacional al profesor Beltrán como “uno de los narcoterroristas más peligrosos de la organización narcoterrorista de las Farc” (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia en ese entonces principal guerrilla y grupo al margen de la ley en número y poder militar del país) y quien según aseguró el ex jefe del Estado se hacía llamar como Jaime Cienfuegos dentro de la organización guerrillera.
Fue así como el profesor Beltrán fue condenado a más de 10 años por concierto para delinquir con fines terroristas y rebelión, fue capturado en 2 ocasiones después de ser declarado inocente en primera instancia, logrando pasar así cerca de 3 años de prisión en una de las cárceles de máxima seguridad, compartiendo prisión con presos de alta seguridad como grandes capos del narcotráfico comandantes paramilitares y guerrilleros. Pero ahí no termina la historia del profesor Beltrán, también fue inhabilitado por la procuraduría por más de 12 años para ejercer cargos públicos por lo que fue también expulsado por la rectoría de la Universidad Nacional de Colombia quedando en una posición económica muy difícil para él y su familia, como él mismo lo relata al afirmar que “le arruinaron la vida” siendo inocente.
Como el caso del profesor Beltrán, hay decenas de casos en Colombia de personas juzgadas y condenadas con absoluta inocencia, esto dado por varios motivos; la falta de preparación de la justicia colombiana, fallos técnicos de sus detectives o falta de preparación de estos. Asimismo, otro de los motivos de estos fallos judiciales y quizá el más preocupante es la denominada “politización de la justicia”, que no es más que el apoderamiento de sectores políticos en las ramas de la justicia, perdiendo gran parte de la neutralidad y objetividad de estas. En la actualidad al parecer en Colombia se presenta esta situación debido a la innegable cercanía del fiscal general Francisco Barbosa con el presidente de la república, irrespetando la separación de poderes que se proclama en la constitución política.
Del fiscal general se dice que compartió clases de universidad con el actual presidente y además se ha comprobado que celebró muy airoso la victoria de Iván Duque en los comicios presidenciales del pasado 2018. Incluso varios periodistas reportaron su proselitismo al entonces candidato por el Centro Democrático, Iván Duque. Además, se sabe que antes de ser ternado como fiscal general ya ejercía como un alto funcionario de gobierno, pues era el alto consejero presidencial para los Derechos Humanos y Asuntos Internacionales, por lo que es imposible que una persona tan cercana al uribismo y al mismo primer mandatario pueda tener una mirada objetiva en la realidad nacional y sobre todo de la justicia en el país.
Eso se comprobó hace unos días, dado que la jueza 30 de control de garantías de Bogotá concedió la libertad al expresidente Álvaro Uribe Vélez después de que el fiscal encargado y cercano al fiscal general la solicitara. Todo en un arduo proceso iniciado en la Corte Suprema de Justicia por posible fraude procesal y soborno luego de que el mismo expresidente denunció al senador Ivan Cepeda por fraude procesal y compra de testigos, pero en el curso de la investigación la corte encontró que fue el expresidente y senador para ese entonces Uribe Vélez quien al parecer presentó falsos testigos para involucrar a Cepeda en actos delictivos. En una jugada jurídica y política el expresidente Uribe renunció a su cargo de Senador para que el proceso fuera llevado por la fiscalía (en manos del amigo de Duque; el fiscal Barbosa) y no por la Corte Suprema, jugada que a sido denominada por varios sectores opositores al gobierno y al uribismo y algunos periodistas y académicos como cobarde e incluso como fullera.
Durante el juicio al expresidente, el fiscal Jaimes, delegado del fiscal general Barbosa para el caso, solicitó a la jueza 30 de control que el expresidente sea liberado inmediatamente porque el caso presentaba grandes inconsistencias y se estaba violando el debido proceso argumentando que al expresidente Uribe no se le dio la posibilidad de sentencia anticipada o de confesión actuando como el Sanedrín y el pueblo de Jerusalén al pedir la libertad de un confeso criminal como aparentemente lo era Barrabás. En el juicio del expresidente Uribe se han compartió audios, videos y otras pruebas que comprobarían su innegable actuación en los 2 delitos que se le adjudican; fraude procesal y soborno, no obstante, para la fiscalía en manos del amigo del presidente Duque elegido bajo la bendición del expresidente Uribe parece no ser clara esta actuación.
Pero esta subjetividad de la justicia no es nueva y no solo en el caso citado, este comportamiento viene desde los 90´s o incluso antes, cuando se comprobó la intromisión del narcotráfico en la campaña del expresidente Samper, o la entrada de dineros de la corrupta multinacional Odebrecht a la campaña de Juan Manuel Santos, pero de nuevo, no ocurrió nada, parece que vale más la voz de los culpables que las mismas pruebas condenatorias como en el caso de Jesucristo y Barrabás.
El caso del expresidente Uribe es quizá de los más complejos en la justicia colombiana, ya que incluso a este político se le sindica de participar de forma directa e indirecta de participar en masacres que se perpetuaron durante su administración como Gobernador de Antioquia entre el periodo de 1995 y 1997, e incluso se le ha sindicado en la participación de otros hechos delictivos como en los escándalos de la yidis política, las chuzadas, la parapolítica, las 10 mil ejecuciones extrajudiciales, falsas desmovilizaciones de grupos irregulares, o la apropiación de tierras en las zonas francas, negociaciones con Odebrecht, etc., todo bajo su gobierno en el periodo de 2002 a 2010 y ahora falsos testigos, soborno y fraude procesal, nada comparado con las acusaciones contra el ladrón Barrabás también absuelto por el pueblo Judío y el prefecto romano.
La Fiscalía en manos de Barbosa pide extrañamente la absolución para el exsenador Uribe mencionando que no hay imputación de cargos, sin tener en cuenta que es la misma fiscalía quien debe imputar los cargos de los posibles delincuentes para que sea un juez de la República quien dicte la inocencia o la sentencia, algo que no se hizo burlándose del pueblo colombiana y de todos aquellos condenados de forma injusta como el profesor Beltrán, quien perdió su libertad, honra y en general como él mismo lo asegura lo perdió todo simplemente por ser opositor ideológico al gobierno del mismo ex presidente y expresidiario Uribe Vélez hoy absuelto no solo por la jueza 30 de la nación sino también por la fiscalía, aún cuando esto no es el deber constitucional de la Fiscalía General de la Nación.
Quizá el juicio contra el expresidente Uribe continúe o quizá el amigo de colegiatura del pupilo del expresidente Uribe (y hoy presidente) Iván Duque, es decir el fiscal general Barbosa de por cerrado el caso definitivamente y se le dé una disculpa pública el expresidente por su “contribución” a la democracia en Colombia y su “inocencia”, ya que nada sorprende en esta extraña Justicia colombiana después de ver el trato al profesor Beltrán y otros ciudadanos privados de la libertad de forma injusta. Solo esperamos que sea un proceso justo el de este sindicado y el de los miles de ciudadanos en Colombia que están a la espera de un juicio o que ya tienen una condena.
Por último, se anhela que les sea otorgada la libertad a todos aquellos que están presos de forma equivocada, así como se espera que se dé la privación de libertad a todos aquellos comprobados culpables. Que se acaben todos aquellos montajes y mal llamados “falsos positivos judiciales”, aunque solo suene a un sueño romano esa apreciación, seguiremos desde la sociedad civil y la academia pidiendo justicia y que no haya más casos como el del profesor Beltrán condenado de forma injusta o el de Cristo declarado culpable por sensacionalismo y agitación de un pueblo sesgado y sin conocimiento políticos que es lo que está sucediendo en Colombia.
Liberen a Uribe, decían los uribistas.
Liberen a Barrabás, pedían los fariseos.
¿No les parece que en Barbosa y Barrabás hay un oculto juego de letras?
Nota. La analogía realizada en este escrito con el nombre de Jesucristo se hace con el mayor respeto y actuando solo en defensa de la Justicia y los derechos humanos como la libertad, tal y como lo indican las enseñanzas cristianas.
“La justicia sin la fuerza es impotente, y la fuerza sin la justicia es tiránica”: Blaise Pascal