Liberales y godos glotones, robando... y la izquierda también
Opinión

Liberales y godos glotones, robando... y la izquierda también

Congresistas liberales y conservadores y de otros movimientos en la corruptela de UNGRD, es cinismo repugnante. ¿Cuál oposición si sus votos son tasados en billete?

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julio 22, 2024
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No nos hagamos los sorprendidos con las revelaciones del extraordinario periodista Ricardo Calderón de Caracol sobre el atraco a los recursos públicos. Por un lado, otros colegas suyos ya habían destapado la olla con el exabrupto de los carrotanques, apenas uno de muchos. Por otro, estamos viviendo el “eterno retorno”: la recurrente compra de votos parlamentarios, gestionada con generosos recursos del erario, solo que, ahora, propiciada por un gobierno de izquierda.

El cruce de mensajes por whatsapp en diciembre pasado entre funcionarios de la UNGRD, los inolvidables Olmedo y Sneyder, el ministro, los asesores, los congresistas, los alcaldes, los papelitos manuscritos de congresistas es, ciertamente, obceno. Las comunicaciones, que revelan el chantaje recíproco (algo así como “congresista: necesitamos su voto, dígame dónde le ponemos platica, qué calamidad nos inventamos en su área de influencia, le ayudamos a presentar el proyecto”), ilustran un fenómeno de corrupción recurrente del que no se salva ningún gobierno en este siglo.

Hay categorías, sin embargo, de corrupción. Con alta probabilidad, ni el ministro de Hacienda, Bonilla, ni el del Interior, Velasco, se han robado un centavo, como, con certeza, no se lo robaron los ministros Palacio y Pretelt de la Vega hace ya sus lustros, en la época de Yidis y Teodolindo y del articulito aquel. Se les puede acusar de peculado, pero no de enriquecimiento personal.

Diferente, aunque no exista aún un fallo condenatorio, a la situación de los H.P. (honorables parlamentarios) que recibieron sus mil y cuatro mil millones en cash. Y de los que vendieron su conciencia votando sobornados. Por supuesto, distinta también a la de aquellos que, como los exdirectivos de la UNGRD, que aceptan “devolver” recursos embolatados en sus bolsillos. Qué cinismo. Principio de oportunidad, delatando y devolviendo parte del botín. ¿Qué cuentas harán?

Si el cuento es de vieja data ¿qué es lo nuevo?

Son varios aspectos ligados entre sí.

Uno, a punta de frente nacional, de alternancia exclusiva entre los partidos tradicionales, de milimetría, varias generaciones de algunos políticos de los partidos tradicionales aprendieron a hacerse a recursos públicos (básicamente puestos, proyectos respaldados por el presupuesto nacional y contratos) enquistados muchos de ellos en áreas de la gestión pública que “les pertenecían” a sus partidos. Desarrollaron los clanes políticos, por decirlo así, “buenas prácticas” de corrupción, desplegadas aún después de expedida la Constitución del 91.

Y, desde luego, al entramado no solo pertenecían los políticos sino también las contrapartes, personajes como los hermanos Nule o el señor Tapias, verdaderos doctores en el arte del soborno y el atraco a los recursos públicos.

En segundo lugar, así como la Constitución del 91 democratizó la vida política, así también se democratizó el acceso al robo de los recursos públicos.


Es como si algunos funcionarios pensaran: “Nunca habíamos estado en el poder; ahora que hemos llegado, aprovechemos”


Lo nuevo, en el caso del actual gobierno, el del cambio, el primero de izquierda en la historia republicana, es que funcionarios que se suponía doctrinarios, misionales, de la cuerda del presidente, incorruptibles, como es el caso de Olmedo López y de otros, no solo se hayan prestado para la repartija

Lo nuevo, en el caso del actual gobierno, el del cambio, el primero de izquierda en la historia republicana, es que funcionarios que se suponía doctrinarios, misionales, de la cuerda del presidente, incorruptibles, como es el caso de Olmedo López y de otros, no solo se hayan prestado para la repartija, sobornar congresistas y enriquecerse a sí mismos; lo inédito está en la ausencia de mínimos protocolos en el trámite de los actos corruptos para que los robos pudieran transcurrir, al menos durante algún tiempo, ocultos. El descaro, las llamadas, los mensajes, la idea de que podían robar sin que fueran sorprendidos, los afanes en las pretensiones de darle forma técnica a los proyectos que se iban a financiar en un par de días, los hacen ver, casi, como ladrones ingenuos.

Es como si algunos funcionarios pensaran: “Nunca habíamos estado en el poder; ahora que hemos llegado, aprovechemos”. Y a robar se dijo. Hay muchos, de la entraña petrista que, con toda seguridad, no roban. Pero lo que estamos viendo en otros casos es, verdaderamente, pantagruélico y, peor, en un gobierno encabezado por alguien que dio batallas duras en contra de la corrupción.

Lo de congresistas liberales y conservadores y de otros movimientos involucrados en la podredumbre de la UNGRD, tanto en el gobierno Duque como en el actual, es de un cinismo repugnante. ¿Cuál oposición, hoy, si sus votos son tasados en billete? ¿Es ese el Acuerdo Nacional?

El presidente tiene una oportunidad de oro en lo que le queda de gobierno. En la tónica de las disculpas que dio el 20 de julio por el caso UNGRD, debe desmarcarse de los actos de peculado y corrupción tomando las decisiones que sí están bajo su control, así duela.

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