Me asusta la convicción de cierto sector al alegar la necesidad de regular la información con una ley de medios. Se leen este tipo de opiniones en clave de bilis cuando alguna fuente hace obvia su parcialidad, apropósito de lo visto en el tratamiento dado a la venta de Isagén, por ejemplo.Pues bien, es claro el hecho de que no estamos siquiera cerca de caer en un error semejante a la promulgación de una ley de esta naturaleza. Pero el debate se abre, como debe ser, pues quienes se han manifestado en pro de la iniciativa no son tres gatos. Son muchos más, y maúllan muy fuerte.
El tema debe revisarse a fondo, echando antes, obligadamente, un ojo al rigor de la actualidad de la prensa nacional.
Vivimos en tiempos de polarización política y, en consecuencia, mediática. Hace poco RCN, por medio de su cuenta de Twitter, emitió un mensaje poco revelador, pero simpatiquísimo. Decía algo como: "ahora sí que los ciudadanos están a gusto con Bogotá". Tras esto, las réplicas no se hicieron esperar. Es que, decían, ¿cómo era posible que se hiciera política en un medio masivo? ¿Acaso en apenas dos semanas la administración Peñalosa había reparado milagrosamente los estragos de la anterior? Algo así, con un par de zafiedades incluidas, justificando la censura que supondría una ley de medios. Me pregunté ahí mismo, ¿en qué escenario pueden llegar a flaquear emisores y receptores? De algo estoy convencido, y es que el tema radica en la cultura, el criterio, el concepto de la ética periodística y la verdad. Es decir, en ambos.
Leyes como la que denominaron en Argentina la "Legislación de Servicios de Comunicación Audiovisual", o la "Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión", promulgada en Venezuela, no hacen más que censurar y condicionar la libertad de los medios de comunicación. El resultado: monopolio del Estado y parcialidad absoluta.La justificación de dichos gobiernos socialistas ha sido la misma: democratizar la información. Le leí esa misma intención, de hecho, a Julián Cortés, en un artículo titulado "Para sembrar la paz hay que aflojar los medios", que cito: "Urge que los movimientos sociales sumemos nuestros esfuerzos en la creación de una ley de medios que democratice la propiedad de estos, y el escenario de La Habana es más que propicio para esto, donde en el segundo preacuerdo de participación política se habla de la necesidad de la democratización de los medios". Dicho lo anterior por Cortés, cuando la ley de medios ha sido en repetidas ocasiones una instancia desesperada de regímenes que hacen de la prensa pública una herramienta más de poder. Escenario semejante al de unos pocos periódicos, canales y radios que sirven a los intereses de algunos capitalistas, ¿no es así?
Es difícil pensar en medios ajenos a los intereses políticos y económicos. Me dijo hace poco García Montero, respondiendo a esa obviedad, que la obligación del periodista contemporáneo es la de no mentir.
Pero, ¿decir la verdad? ¿Cuál de todas? Eso es demasiado presuntuoso. La verdad de unos difiere de la de otros tantos. Y en la conversación, la confrontación y particularmente en el nacimiento de referentes mediáticos independientes (como es el caso de InfoLibre en España, dirigido apropósito por García) está la verdadera dinámica sana de la libertad de prensa, así como la única vía de democratización de la misma. Ahora bien, quien le dará la debida importancia con base a su criterio y a su nivel de digestión mediática, será el pueblo, que en el caso colombiano es mayoritariamente ignorante. Pero la fórmula es clara.
@juanponceg
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