La proyección de la nueva ley de solidaridad sostenible es recaudar más de 25 billones de pesos: 10 billones para programas sociales como Ingreso Solidario y Matrícula Cero, 15 billones para pago de duda y 1,5 billones para la devolución del IVA. Estos se sumarían a los 313 billones de pesos del presupuesto nacional, de los cuales 184 billones son destinados al funcionamiento del aparato estatal, es decir, sueldo de funcionarios públicos, viáticos, primas, etc.
De estos 25 billones que se pretenden recaudar, 16,8 billones deberán ser aportados por personas naturales y el resto le corresponderá al sector empresarial. Para lograr estas metas se debe bajar la base a partir de la cual se declara renta en el país a 30 millones de pesos al año. Por otro lado, también se pretenden recaudar 2,5 billones de pesos aumentando el IVA del 5% al 19% para el azúcar y endulzantes, café, chocolate y la sal.
Una monstruosidad que parecía haber abandonado a Colombia era el impuesto al patrimonio, aunque para esta nueva reforma podría volver y llegar hasta el 4%; Primero no hay más de 5 países en el mundo en el que se cobre este impuesto, segundo es injusto, por ejemplo, para aquellos que reciben producto de una herencia, un inmueble con fines de vivienda y no comerciales y por último desincentiva la inversión y ocasiona a una fuga de capitales como ha ocurrido recientemente en Argentina o California.
Por último, pero no menos importante se plantea cobrar un “impuesto solidario” a aquellos que ganen más de diez millones de pesos mensuales, que se suma a la retención en la fuente, impuesto de renta, tasas, sobretasas y además los parafiscales. La expresión impuesto solidario resulta ser un oxímoron, es decir, una contradicción en términos, pues la solidaridad debe ser espontánea, si es forzada carece de sentido ontológico.
Por ejemplo, si un sujeto con un arma me dice que le dé la mitad de mi hamburguesa porque tiene hambre, ¿fui solidario o chantajeado?, ¿héroe o víctima?, ¿contribuyente o sometido? Con base en estas cuestiones, Murray Rothbard expresó una vez “los libertarios son los únicos que se atreven a llamar a los impuestos como lo que son, un robo”.
De esta manera es posible evidenciar cómo el papel del Estado está cada vez más desdibujado, de ser parte de ese contrato social en el cual nos vemos beneficiados al ceder nuestros derechos a la concentración del poder pasa a ser un tirano que acomoda dicho contrato a su beneficio.