Ley de armas, la ley de los maniáticos

Ley de armas, la ley de los maniáticos

¿Cuántos asesinatos ocurren en todo el mundo en los países donde las armas son permitidas y los medios no los sacan a relucir?

Por: Juan Esteban Trujillo
febrero 23, 2018
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Ley de armas, la ley de los maniáticos

La violencia es un asunto global, que dentro del atrio cotidiano, ocurre más a menudo de lo que se cree (somos violentados casi diariamente, por nuestros jefes, nuestros hermanos, nuestros padres o el vecino). Tenebrosos hechos de este calibre, como el perpetrado días atrás en Florida, suceden desde el año 1774, justo allí, en el país más poderoso del mundo, que a veces pareciera ser también, el más monstruoso: Estados Unidos de Norte América. Un abominable ente ensangrentado y sediento se ha alimentado por años del sufrimiento de las familias norteamericanas, y de los apagados gemidos de su sociedad consumista, y al parecer no es el tipo de monstruo que se esconde bajo una cama, o en las sombras nocturnas de un armario (sería preferible), se esconde bajo una de sus formas más abominables, una legislación: Bill Of Rights de la Enmienda 2 (que ha fingido inocencia en nombre de la libertad). Sin embargo, Estados Unidos ha sido, es, y parece que seguirá siendo un país en donde cualquier ciudadano, puede acceder con increíble facilidad, a armas de todo tipo; cualquier color, cualquier calibre, cualquier desastroso alcance, y no importa si es una persona mentalmente sana o con problemas para incluirse dentro de una sociedad rápida y palpitante, lo que importa es la oración al Dios de la Guerra, oración a la que se unió Donald Trump fervorosamente, para ser elegido presidente con 279 electores oficiales.

La moraleja de todos estos desastres no deja de ser clara para la gran mayoría, hay que banear las armas del sistema americano, esa es la decisión que se cree, se debería tomar, para resolver de una vez por todas el problema; pero en realidad la cuestión y también la solución, poseen características muchísimo más profundas. Hay que cambiar su cine. Hay que cambiar su cultura. Hay que cambiar su tabla de valores. La primer tragedia de este tipo ventilada por los medios con esquema profesional, fue la masacre de Columbine, dejando una estela de sangre que cegó la vida de 15 personas, hiriendo de por vida a otras 24; los autores dicen en sus diarios haberse inspirado en la película Matrix, advirtieron a todo el mundo de sus tenebrosos pensamientos, pero nadie estuvo ahí para escuchar con seriedad esa grave alarma roja.

No obstante, la pregunta giratoria es: ¿cuántos hechos de este tipo ocurren en todo el mundo y los medios no los sacan a relucir?, bien sea porque no los conocen, bien sea porque el proyecto noticioso del día, se dirige bajo otras temáticas. Convendría analizar que la raíz de esta infernal flor que riega su veneno varias veces el año, está cultivada en la industria del mismo entretenimiento, que en un país como EE.UU. es quizás el motor económico mas importante. Hay personas que admiran y curiosean sobre los asesinos y esto demuestra el grave factor de riesgo que deja siempre las estadísticas más alarmantes, pero hay otras personas, que llegan a idolatrarlos como si se tratara de personas de las que la humanidad debería enorgullecerse.

Ted Bundy, por ejemplo, tenía un macabro grupo de admiradoras dispuestas a conocerle en prisión, sin importar sus repulsivos impulsos y que haya apagado la vida de un puñado de mujeres con un futuro deslumbrante. Unos músicos comenzaron a sacar producciones con la temática del célebre canibal Jeffrey Dahmer, que asesinaba hombres, luego de torturarlos durante días, de las formas más atroces. Una youtuber nacida y radicada en Estados Unidos, tiene en su habitación fotografías de uno de los autores de la masacre de Columbine, Eric Harris, y dice estar perdidamente enamorada de él, en su canal dice llamarse Lynn Ann. Quizás James Holmes, o "El Joker" como se hacía llamar antes de cometer el extravagante crimen, solo intentó ser su propio héroe por unos minutos, en ese cinema sin suerte de Aurora, habiendo sido rechazado por todos los círculos sociales próximos. Ya ven, el problema plantea muchísimas más aristas de las que uno cree: el matoneo, el hogar, el rechazo, la falta de tratamientos psicológicos, la estigmatización de la demencia, y en primordial medida, el silencio de todos nosotros, sin importar si somos o no norteamericanos. Nikolas Cruz  solo es otra pepita más en un enorme rosario de lágrimas y angustias.

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