Levantan, en apenas seis meses, edificio en pleno Cerro Oriental

Levantan, en apenas seis meses, edificio en pleno Cerro Oriental

La estructura más reciente de la ampliación del conjunto residencial Cerros de los Alpes, en Usaquén, se comió descaradamente media montaña

Por: Octavio Pineda
diciembre 16, 2015
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Levantan, en apenas seis meses, edificio en pleno Cerro Oriental

Es triste y paradójico cómo en este país para algunas obras que no necesariamente benefician a la mayoría sí hay plata y eficiencia, y en cambio para otras de mayor utilidad pública no, todo ello ante la negligencia e inefectividad de las autoridades.

Es de triste recordación el despelote y tiempo que implicó la construcción de la troncal de Transmilenio en la Avenida El Dorado, producto de la corrupción y negligencia que marcaron la gestión del entonces alcalde Samuel Moreno, quien a la postre terminó tras las rejas.

Un ejemplo más reciente de lentitud e ineficiencia en la construcción de obra pública es el puente deprimido en la Avenida-Carrera Novena con Calle 94, en el norte de Bogotá, que lleva más de dos años y va para largo, con los consecuentes sobrecostos y molestias para la ciudadanía.

Otro caso irrisorio fue la repavimentación, hace algún tiempo, de la Calle 81 entre carreras 7 y 11, que tomó prácticamente un año, tiempo ridículamente excesivo para los pocos metros de largo del tramo.

En contraste, en cuestión de apenas seis meses los constructores de la ampliación del conjunto residencial Cerros de los Alpes, en Usaquén (entre calles 121 y 125), levantaron, con ayuda de una potente grúa, un edificio de 10 pisos que se ha comido media montaña ante la negligencia de las autoridades y el silencio de los medios masivos de comunicación.

Las autoridades han hecho oídos sordos a la preocupación de los vecinos por el descarado deterioro del patrimonio paisajístico y ambiental que representan los Cerros Orientales para toda la ciudad y para este sector en particular.

En otros artículos, y citando apreciaciones de expertos juristas, hemos señalado las irregularidades que rodean la ampliación de este conjunto residencial, pero las autoridades siguen sin hacer nada. De entrada, visibilizar a los inescrupulosos constructores que están detrás de este desarrollo y exponerlos a una fuerte sanción social por razones ambientales es ya impostergable.

Cualquier persona medianamente informada y consciente en materia ambiental sabe lo importantes que son las montañas no sólo para Bogotá, sino para el resto del planeta. Por los bosques que las tapizan, son valiosos pulmones por el dióxido de carbono que fijan de la atmósfera, y además reducen el reflejo solar que contribuye al calentamiento global (la copa o el tronco de un árbol refleja menos brillo solar que la pared o el techo de un edificio).

Toda montaña juega un papel clave en el ciclo hídrico, pues ahí nacen arroyos y quebradas que luego, si se les deja fluir, se vuelven ríos. Al reemplazar árboles por concreto, las aguas lluvias y la humedad del ambiente ya no son captadas (como una esponja) por la capa vegetal de la montaña y luego liberadas gradualmente, sino que vía canalizaciones van a parar directamente al desagüe.

Las montañas y sus bosques, que son el hábitat de aves y demás fauna y espacios propicios para el contacto con la naturaleza y para la relajación, son mucho más útiles para el planeta y para quienes lo habitamos si se les deja intactos que si se les depreda o interviene de cualquier manera. Y algo similar está pasando con las montañas más al norte, en plena Sabana de Bogotá.

De modo que los desarrolladores inescrupulosos que, por simple y banal plata, construyen estos edificios o casas depredadores de montaña, al igual que quienes aspiran a vivir en ellos, están siendo muy egoístas con el resto de la ciudad, con el planeta y hasta con sus propios descendientes, porque los están privando a futuro de un patrimonio paisajístico y ambiental invaluable.

Desde comienzos de noviembre, por medio de su oficina de prensa, se solicitó una entrevista con la Secretaria de Ambiente de Bogotá para abordar este tema, y a la fecha sigo esperando. Y esta misma negligencia para abordar casos puntuales de depredación de los Cerros Orientales, como también ocurre en la Calle 153, en Usaquén, sin duda ha marcado buena parte de la gestión del Alcalde Gustavo Petro.

Ojalá el Alcalde electo, Enrique Peñalosa, empiece desde ya a tomar cartas serias en el asunto. Y el resto de la ciudadanía se pellizque y empiece a valorar y a hacer respetar más el patrimonio único e invaluable que representan los Cerros Orientales de Bogotá.

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