Convencido como estoy, que ustedes hoy necesitan acciones más que palabras, hechos reales antes que anuncios oficiales de ayudas fantásticas, de esas que casi nunca se vuelven realidad, pues les cuento que ya puse mi grano de arena, en alguna parte donde sé que se las harán llegar, no es mucho, quizá alcance solo para una noche, y de solo una de las más de 300 familias que hoy están al amparo de todos y de nadie.
Hice mi donación en silencio, sin fotos ni fantochería, y esperando que Dios me permita hacer algo más.
Quiero que sepan que como colombiano, y orgulloso de haber nacido (así sea por accidente) en Orito, hoy desde Villavicencio siento como propio su dolor, su angustia y desesperación, porque conozco esa región,donde por cierto tengo familia, que afortunadamente no sufrió como muchos de ustedes los embates de la tragedia acaecida en aquella negra noche.
No quiero mentirles, prefiero decirles verdades que duelan.
Quiero que sepan que yo como ustedes, estoy convencido que aún cuando el gobierno y los grandes medios de comunicación tratan de minimizar las cifras del horror, los muertos no fueron 300 sino quizá hasta los 750 u 800.
Tengo como ustedes, miedo a que gran parte esas ayudas económicas que hoy el Gobierno y otras organizaciones están canalizando en cuentas bancarias, tal vez nunca les lleguen a ustedes, pues somos ciudadanos de la Colombia real; la Macondo de los 100 años de corrupción.
También sé que gran parte de los colombianos estamos enfermos de indolencia, de olvido; eso que algunos llaman alzheimer patrio. Esto supone que muy pronto bajará la emoción, y ay de ustedes, cuando cuando ya no sean noticia, cuando acabe para los medios de comunicación el morbo que supone mostrar cadáveres para ganar rating.
Ay de ustedes, ciudadanos de Mocoa, cuando no sean más que un punto de referencia, y su historia se cuente cada año solo en la última emisión del noticiero. Cuando los colombianos olvidemos, -como seguramente muchos lo haremos-, que pasarán muchos años para que ustedes sanen las heridas físicas, y las del alma.
Habrá programas de vivienda para ustedes, claro, pero para ese entonces habrán llegado a su región cualquier cantidad de malparidos avivatos, que se harán pasar por víctimas y se quedarán con las casitas que son para ustedes.
Muchos de ustedes, hermanos putumayenses, han de vivir la soledad y la incertidumbre de nunca encontrar a sus muertos, esos que quedarán bajo los escombros, y vivirán solo en su memoria porque a millones de colombianos esos muertos no les duelen, solo a ustedes.
Esos "desaparecidos" que son sus padres, hermanos, esposos etc. pasarán a ser solo cifras, números eternos de una tragedia que reitero, solo a ustedes ha de doler por siempre.
Finalmente, sé que a ustedes les habita la esperanza de un mañana menos cruel, pero el hoy es hambre, y el hambre no se calma con palabras, por eso, a más de lo poco que yo pueda sumar, les prometo que de hoy en adelante, mi trabajo será jugármela para que esos colombianos que hoy se rasgan las vestiduras no los vayan a olvidar mañana.
Les doy mi palabra, hermanos de Mocoa, que en mi mente y en mis actos permanecerán ustedes cada día, por el resto de mi vida.
Con todo mi afecto, Leonel Uriel Alzate Herrera.
#FuerzaMocoa #TodosSomosMocoa.